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Las preguntas que abre el triunfo de Jeannette Jara: ¿fue más fuerte su carisma que su militancia comunista?

La exministra del Trabajo de Boric fue electa como candidata presidencial de la izquierda, una victoria que llevó a su colectividad a la hegemonía del sector. Durante la campaña tuvo varios roces con la jeraquía del PC

Jeannette Jara en Santiago, Chile, el 29 de junio del 2025.
Ana María Sanhueza

El amplio triunfo en las primarias oficialistas de este domingo de Jeannette Jara, de 51 años, quien competirá como la candidata única de la izquierda chilena frente a las derechas en las presidenciales de noviembre, si bien ha dejado al Partido Comunista (PC) como la principal fuerza de ese sector, también ha abierto varias preguntas que los analistas intentan despejar. Entre ellas, si la victoria de Jara, quien milita desde los 14 años, significa un respaldo genuino de los votantes hacia PC o si su carisma, preparación y buen despliegue en la campaña hicieron por sí mismos que los electores -en un proceso voluntario y con menor participación que otros similares-, la apoyara más allá de su colectividad. Una tercera interrogante es si la distancia que se ha visto entre la exministra del Trabajo de Gabriel Boric, quien se ha mostrado más moderada, y la alta jerarquía del PC, liderada por su presidente Lautaro Carmona, es tal cual se ha observado públicamente.

Jara obtuvo el 60% de las preferencias (825.456 votos), más del doble que el 28% (385.379 votos) de Carolina Tohá, del PPD, exministra del Interior y candidata del conglomerado de la izquierda moderada Socialismo Democrático. El diputado Gonzalo Winter, del Frente Amplio (FA), la formación de Boric, quedó muy atrás, con un 9% (123.829 votos).

El Partido Comunista chileno ha tenido un avance significativo en la última década. Durante los gobiernos de la coalición de la centroizquierda, la Concertación, entre 1990 y 2010, fue oposición. En ese periodo se mantuvo en los márgenes extra institucionales y en 2010, después de una reforma, llegó al Parlamento: hoy tiene 10 diputados y dos senadores. Pero fue en 2014 cuando entró, por primera vez tras el retorno a la democracia, a La Moneda, durante la segunda Administración de la socialista Michelle Bacehelet (2006-2010, 2014-2018), con el conglomerado la Nueva Mayoría: Claudia Pascual, actual senadora, fue la primera ministra del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género y Jeannette Jara subsecretaria de Pensiones. En la cartera del Trabajo de Boric, Jara mostró logros como la Ley de las 40 horas -una popular iniciativa que reduce en forma gradual la jornada laboral máxima a la semana-, el alza histórica del salario mínimo y la reforma de pensiones. En el Gabinete del frenteamplista los comunistas ocupan puestos muy relevantes: Camila Vallejo es la portavoz y Nicolás Cataldo y Jaime Gajardo, Educación y Justicia, respectivamente.

Según ha dicho a EL PAÍS en esta entrevista el abogado Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, columnista y una de las voces más influyentes de la vida pública chilena, la victoria de Jara “no es el triunfo de una ideología, sino la prueba de que la personalidad y el carisma importan en política”. Y agregó que el resultado también se debe a que ella tiene una biografía que es “la de millones de chilenos”, y que es “una prueba de que el anhelo de reconocimiento de las mayorías, el deseo de que la propia trayectoria vital sea validada, sigue siendo uno de los principales factores de la democracia de masas”. “Jeannette Jara será una candidata muy competitiva frente a la derecha por esa personalidad suya que establece espontáneamente una intimidad a la distancia con la ciudadanía. Tiene uno de esos recursos que no se puede fingir ni impostar”.

Para Ascanio Cavallo, periodista político y Premio Nacional de Periodismo, el resultado de la elección de Jara es un triunfo del PC, pero “no demasiado grande”, pues obtuvo unos 132 mil votos más que Daniel Jadue, el exalcalde de Recoleta que en 2021 perdió las primarias frente al entonces diputado Boric. El escritor y columnista no le asigna especial importancia al perfil de la exministra del Trabajo, que sí ha sido destacado por otros analistas. “Creo que la gente vota de forma más o menos racional. La mayoría de quienes votaron por ella son la militancia y simpatizantes”, señala.

La administradora pública y abogada lanzó su campaña a comienzos de abril bajo la estatua de Salvador Allende (1970-1973) y frente a La Moneda. Pero, en adelante, se alejó lo más posible del discurso duro y dogmático del PC, que es el predominante, y que encarna Carmona. Como candidata explotó su origen popular, pues creció en una población vulnerable en el municipio de Conchalí. Y, en los dos meses de carrera -superó a Tohá en las encuestas en los primeros días de junio- no exhibió la tradicional iconografía roja de su partido, sino que en sus redes sociales y afiches mandaron los colores pasteles, suaves, al estilo de la moda Kawaii. Su equipo también se preocupó que en los actos masivos hubiesen solo banderas chilenas y otras de fondo blanco con su nombre. Un día antes de la elección, por ejemplo, Daniel Núñez, uno de los dos senadores que tiene el PC, y parte de su comando, dijo en esta columna en EL PAÍS que si los jóvenes convertían “sus likes y selfies" en votos, existían “altas opciones” de que fuera “la próxima abanderada de la centroizquierda”. También, señaló que el triunfo de Jara dependía de su capacidad de transformar su “simpatía y apoyo popular en una activa movilización para votar de parte de los adherentes y simpatizantes”.

“Un gran éxito”, pero de una persona

Para el sociólogo, ensayista y doctor en Ciencias Políticas Ernesto Ottone, de la centroizquierda y quien fue el principal asesor del expresidente socialista Ricardo Lagos (2000-2006), la victoria de Jara es, sin duda, “un gran éxito” para el PC, pero ligado “a una persona”. “Si hubiese sido cualquier otra persona, no estaría este resultado. Jeannette Jara logró por su estilo, su inteligencia, sus modales, su forma de contestar no contestando, de evitar roces, de su carisma y su cercanía, de provocar lo que hoy, en la sociedad de la información, es lo más fuerte: la emoción, la identificación y el sentimiento en la elección de un candidato. Hoy no vivimos en tiempos en que el discernimiento y la razón sean el principal elector”.

Y añade: “Jeannette Jara logró anular lo más duro y doctrinario del Partido Comunista. En su campaña fue todo muy suave y delicado y no había púas en su actuación”. Pero, advierte, que esa impronta también “deja un forado terrible pues, al mismo tiempo ella milita en un partido que tiene una doctrina que no está basada en la democracia, que es marxista leninista. Y sus partidos hermanos en el exterior también lo son y admiran a gobiernos que no son democráticos”, como Venezuela y Cuba, señala. Además, de su programa dice que “no hay nada moderno y que tenga que ver con los desafíos del futuro”.

A diferencia de lo que Jara dijo sobre el Gobierno de Nicolás Maduro, al que catalogó como “un régimen autoritario”, al comienzo de su campaña señaló que el de Cuba es “un sistema democrático distinto”. Fue su talón de Aquiles estos meses, y en la víspera de la elección, apretada por sus contendores para que se definiera, admitió que Cuba “tiene problemas internos” y que hay “vulneraciones a los derechos humanos”, en referencia a los informes internacionales sobre presos políticos. Carmona, casi de inmediato, la contradijo. Para Ottone, tras el triunfo de la candidata, la pregunta es “¿Quién es Jeannette Jara? ¿Es esa persona apta para los compromisos y para una sociedad democrática o es una militante de un partido con las características del Partido Comunista? ¿Se puede vivir en dos mundos al mismo tiempo?“.

Este sábado, en la previa de la elección, Carmona dijo que le gustaría “una nueva Constitución, sin ninguna duda, y espero que Jeannette Jara la empuje”. La candidata desestimó rápido la idea a través de su cuenta de X: “Quiero ser sumamente clara: no haremos compromisos que no podamos cumplir. Otro proceso constituyente no está en las 20 medidas programáticas propuestas para Chile”.

Según un militante del Partido Socialista (PS), que la conoce desde que ella cursaba Administración Pública en la Universidad de Santiago -fue presidenta de la Federación de Estudiantes en 1997-, Jara mostraba en esa época apertura para escuchar a otras fuerzas políticas del progresismo y la exConcertación. “Probablemente, ella es alguien que nunca dejará de ser PC, pero es de convicciones estratégicas y cree en la unidad de las izquierdas”, señala. Y recuerda que eso se reflejó cuando era ministra del Trabajo y su jefe de Gabinete, el comunista Pablo Chacón, dejó el cargo: Jara nombró en su reemplazo al socialista Jorge Millaquen, miembro del comité central del PS, en contra de la opinión del Partido Comunista.

La noche del domingo, sobre el escenario instalado fuera de su comando en la calle Ricardo Cumming, en el centro de Santiago, Jeannente Jara dio un discurso a sus adherentes, con énfasis en derechos y justicia social, seguridad y crecimiento. También, hizo gala de su carisma: recordó que fue “una niña que partió su vida en una familia humilde” y que hablaba desde su corazón de mujer y de chilena. Y señaló, sin mencionar a ningún país en particular, en un claro intento por disipar temores, que “no quiero a Chile subordinado a gobiernos extranjeros ni modelos externos, por eso mantendré una política internacional basada en la independencia y el multilateralismo, defensora de los derechos humanos en cualquier lugar del mundo donde se violen, en línea con lo que ha sido nuestra tradición como Estado, promoviendo relaciones de intercambio comercial con otras naciones que nos beneficien como país”. “Seguiremos siendo un país libre, independiente y soberano”.

Un día después de su victoria, este lunes, ha reiterado lo que ha dicho desde abril: “Hoy no soy la candidata del Partido Comunista, soy la candidata de la coalición de centroizquierda del país”.

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Sobre la firma

Ana María Sanhueza
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en justicia y derechos humanos. Ha trabajado en los principales medios locales, entre ellos revista 'Qué Pasa', 'La Tercera' y 'The Clinic', donde fue editora. Es coautora del libro 'Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas' y de 'Los archivos del cardenal', 1 y 2.
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