Gonzalo Winter, el defensor del legado de Boric
El candidato del Frente Amplio en las primarias de la izquierda pone a prueba el peso del partido tras la Administración de su compañero de ruta desde las movilizaciones estudiantiles de 2011


Cuando el abogado de la Universidad de Chile y exdirigente estudiantil Gonzalo Winter se postuló por primera vez a la Cámara de Diputados a los 30 años, en 2017, su campaña lanzó un vídeo que intentaba plasmar el espíritu de su coalición, el Frente Amplio. En el mensaje aparecía un hombre de 65 años, militante socialista desde hace medio siglo, que le escribía una carta a su compañero, el fallecido presidente Salvador Allende. Le hablaba de cómo la dictadura de Augusto Pinochet había privatizado la salud, la educación y el agua. También, de que la ciudadanía expulsó a Augusto Pinochet luchando en las calles y votando. “Creí que la Concertación [coalición de centroizquierda que gobernó entre 1990 y 2010] era la continuación de esa lucha, pero lo que partió como resistencia, terminó en una carrera por cuotas de poder y en una fidelidad silenciosa con los grandes grupos económicos”, apuntaba en el escrito. Le comentaba su decepción con el Partido Socialista y su falta de apoyo a las manifestaciones de los estudiantes, de los pensionados y de las mujeres. “Sentí en esas movilizaciones el renacer de ese espíritu que me estremeció cuando usted era presidente”, señalaba, y terminaba confesando que ya no era socialista: “Hoy debo encontrar un nuevo hogar, y ese nuevo hogar es el Frente Amplio”.
En aquellas elecciones, Winter logró un escaño con el 1,2% de los votos, arrastrado por su compañero de lista, otro exdirigente estudiantil, el entonces diputado Giorgio Jackson. Para hablar con la ciudadanía realizaba un programa semanal por redes sociales que se llamaba Buenos días a todes -en alusión a un emblemático matinal chileno Buenos días a todos, pero con lenguaje inclusivo-. Fue una de las voces de su partido que durante el estallido social de 2019 se mostró a favor de refundar carabineros, dijo en CNN que no estaba en contra de las barricadas, y que votó en el Congreso para acusar constitucional al entonces presidente Sebastián Piñera, “como un acto de defensa a la democracia”.
En 2021 fue reelecto y obtuvo la tercera mayoría nacional, en unos comicios donde los chilenos también eligieron como Presidente de la República a su gran amigo y compañero de ruta política, Gabriel Boric. Hoy, casi cuatro años después, Winter ha asumido el desafío de tomar la posta de Boric como candidato presidencial del Frente Amplio y competirá este domingo con las otras formaciones de izquierda para definir la carta del oficialismo en la carrera hacia La Moneda.
A menos que exista una sorpresa, el frenteamplista no ganará las primarias, ya que figura tercero en los sondeos, liderados por la candidata del Socialismo Democrático, Carolina Tohá, y la comunista Jeanette Jara, las cartas más competitivas. Es relevante la cantidad de votos que obtengan porque es la primera medición ciudadana en código presidencial después de que llegaran a La Moneda con Boric, líder de una formación que pasó de las movilizaciones callejeras a la Presidencia en solo 10 años. En la campaña presidencial de 2021 se hablaba de la Boricmania. En esta, Winter debe contener lo que más pueda de lo que quede de ella.
La estrategia del diputado, aunque menos explícita que en 2017, ha sido nuevamente cargar contra la Concertación. Los dardos los ha dirigido a Tohá, acusándole tener un discurso como de que la época de grandes reformas se acabó y nostálgico de los 90. Durante la campaña, dijo a EL PAIS que “Chile sería un país más moderno y alcanzaría más fácil el desarrollo si no hubiesen clases sociales” y que el discurso de la moderación como bandera no le va a permitir a la izquierda sacarle votos a quienes apoyan las candidaturas de la ultraderecha. El Socialismo Democrático ha visto sus dardos como una señal de ingratitud, ya que varios de los suyos, incluida Tohá, se unieron a la Administración de Boric cuando al inicio del mandato fracasó el primer proceso constitucional liderado por la izquierda más dura.
Para el Frente Amplio no fue fácil encontrar un candidato a estas primarias. Una vez descartada la opción de la expresidenta socialista Michelle Bachelet, que representaba la unidad de las fuerzas de izquierda, sus esfuerzos se concentraron en el frenteamplista Tomás Vodanovic, alcalde de Maipú, quien logró la reelección con la mayor cantidad de votos a nivel nacional. Vodanovic, sin embargo, rechazó la propuesta de postular.
Las miradas, entonces, se volcaron a Gonzalo Winter que, según dicen en el partido, había sido una opción temprana, pero que se descartó por su futura paternidad. Tras conversarlo con su pareja, la arquitecta María Dolores Reyes, asesora de La Moneda, Winter finalmente aceptó. Reconoce que no fue fácil, ya que el pequeño Manuel tiene seis meses, de los cuales tres, su padre ha sido candidato presidencial, con la carga de tiempo que eso implica. Para intentar amortiguar las salidas a terreno, las reuniones del comando han sido en la casa del diputado en el centro de Santiago, con el bebé presente. De hecho, apareció de espaldas en el primer capítulo de la franja televisiva del candidato.
Gonzalo Rodolfo Winter Etcheberry es hijo del economista Jaime Winter, de derecha, y de la abogada María Elena Etcheberry, exsuperintendenta de Isapres del expresidente de la exConcertación, el democristiano Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000). Sus padres se separaron cuando Winter, el menor de tres hermanos, tenía cinco años. Estudió en el colegio Verbo Divino, de la élite chilena, al que también asistió, por ejemplo, el expresidente Sebastián Piñera.

De adolescente llevaba aros, anillos, las camisas al revés y se subía a las micros [buses] sin destino. Con una sensibilidad de izquierda, intentó sin éxito ser presidente del Centro de Alumnos, aunque ejerció como delegado de cultura -participaba en el taller de teatro y apareció en un cortometraje-. Quienes lo conocieron de adolescente recuerdan que era como escuchar hablar a un adulto. Le gustaba la teoría. Al igual que ahora. Compañeros en el Congreso comentan que pueden tener que resolver un problema muy específico, pero que Winter puede largarse un buen rato a hablar de los marcos del modelo económico que esconde el asunto.
Finalmente entró a Derecho en la Universidad de Chile, siguiendo la tradición familiar: su abuelo Alfredo Etcheberry fue uno de los penalistas más destacados e influyentes de Chile. Ingresó en 2006, el año de la llamada Revolución Pingüina, liderada por escolares que protestaban por un cambio radical del sistema educativo. “Fue un evento súper relevante para nuestra generación porque era la primera movilización que no era del todo administrable por el mundo concertacionista. De ahí sale una nueva forma de entender las cosas, una nueva visión”, señala Winter a EL PAIS tras repartir panfletos en una estación de Metro en Ñuñoa.
En la universidad, formó parte de Izquierda Arrebol y, si bien Boric pertenecía a otra plataforma, se conocieron y conectaron. Luego, en 2011, vinieron las movilizaciones de los universitarios y a Winter, con dotes comunicacionales, le pasaban el megáfono para que cerrara las asambleas. A veces lo hacía él, a veces Boric, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech). Más tarde ambos militarían en Convergencia Social, que derivó en el Frente Amplio, junto a varios colectivos que nacieron en esos años.
En el partido hay quienes ven que la estrecha amistad de Winter con Boric -hasta le ha dado consejos sobre paternidad-, le ha supuesto una traba en la campaña, ya que no tiene la libertad para criticar las crisis que ha enfrentado el Gobierno. Dicen que otro compañero hubiera sido distinto porque estos “son mejores amigos”. Ante el escenario de una derrota el domingo, Winter dijo en el programa Turno que el Frente Amplio va a quedar en buen pie porque existen liderazgos proyectados, como Vodanovic, la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, y el diputado Diego Ibáñez, entre otros: “Vamos a tener al presidente más votado de la historia, el alcalde más votado de la historia y todos con menos de 40 años”.
De hecho, quienes reconocen que no hay opción de ganar, están preocupados de obtener bolsones de votos en las zonas donde les suele ir bien, como la Región Metropolitana, Valparaíso, Biobío y Maule. Esto, pensando en las parlamentarias, que se realizarán de forma paralela a la presidencial en noviembre. También están atentos al impacto en Antofagasta del caso Convenios, protagonizado por la exmilitante del FA, la diputada Catalina Pérez, formalizada por tres delitos de fraude al fisco. Ella es uno de los rostros de los problemas de probidad que han afectado la imagen pública del Frente Amplio, que llegó al poder con un discurso de superioridad moral que ha tenido que moderar, como varios otros relatos.
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