Jeannette Jara, la candidata que podría llevar al Partido Comunista a la primera línea de la política chilena
La exministra del Trabajo de Boric se convirtió en una figura a partir de la popular ley de las 40 horas. En su campaña, en la que ha resaltado su origen popular, ha mostrado poco al PC doctrinario donde milita desde los 14 años


En abril de 2023, durante un duro primer semestre en Chile marcado especialmente por la crisis de seguridad, la entonces ministra del Trabajo del Gobierno de Gabriel Boric, Jeannette Jara (51), militante del Partido Comunista (PC), dio un salto en las encuestas: la promulgación de la Ley de las 40 horas, una popular iniciativa que reduce en forma gradual la jornada laboral máxima a la semana, la situó como la tercera integrante mejor valorada del Gabinete. Esos mismos sondeos mostraban a Carolina Tohá (59), en esos días ministra del Interior, en los últimos puestos: la politóloga del PPD, de la coalición de la izquierda moderada Socialismo Democrático, como encargada de seguridad pública debía enfrentar a diario en La Moneda la irrupción de una nueva delincuencia transnacional. Poco más de dos años después, de los cuatro nombres que se medirán este domingo en las primarias oficialistas para elegir una candidatura única para las presidenciales de noviembre, son las más competitivas. Aunque, los últimos sondeos, de principios de junio -Pulso Ciudadano, Cadem y Panel Ciudadano UDD- le han dado una ventaja a Jara, lo que ha abierto la posibilidad de llevar al PC, por primera vez en 50 años, a la primera línea de la política chilena.
Administradora pública, abogada y magíster en gerencia pública, Jara fue proclamada el 5 abril por el PC, donde milita desde los 14 años. Es apoyada también por Acción Humanista y lanzó su candidatura con una ofrenda floral a la estatua del socialista Salvador Allende (1970-1973), frente a La Moneda. Allí apeló a su origen popular, un sello que ha explotado estos meses: creció en una población vulnerable, El Cortijo, en el municipio de Conchalí. Es hija de una dueña de casa y un mecánico, la mayor de cinco hermanos y la primera profesional de su familia: ha contado que pasaron periodos de pobreza, marcados por vivir varias veces de allegados en la casa de su abuela. Una biografía que, como dijo en esta entrevista con EL PAÍS, la ayudó como ministra a “tomar las decisiones no desde la teoría”, sino con “un pie en el ministerio del Trabajo y el otro en Conchalí“.
Precisamente, con ese relato popular es que abrió su campaña: “Vengo desde el Chile real. No soy de esas personas que nacieron en la élite. Vengo de una familia de esfuerzo y sé lo que es levantarse temprano para ir a trabajar y volver tarde a casa esperando que el sacrificio valga la pena. Sé lo que es que el sueldo no alcance”. Y cerró con una frase que homenajeó al último discurso de Allende: “¡Qué viva Chile!, ¡viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!“. Pero, antecedida de otra: ”Con los pies en la tierra, mirando al futuro".
En adelante, Jara dio otra impronta a su campaña, alejada del icónico rojo de las banderas del PC. En sus populares redes sociales -ha mostrado en un video el contenido de su mochila y cada uno de sus cosméticos-, y en sus afiches, mandan los colores pastel, suaves, en tono de la moda Kawaii. Principalmente, rosado y lila, también celeste. Es una estética y una impronta inédita en el tradicional PC chileno.

Un partido marxista-leninista
El avance del PC chileno ha sido lento, pero constante. En 1990, al comienzo de la democracia, fue una fuerza política extra institucional, que se mantuvo en los márgenes. Tuvo una candidatura a La Moneda en 1999, de su presidenta Gladys Marín (1941-2005): obtuvo 225.224 (3,19%). La colectividad entró al Parlamento en 2010.
La candidatura de Jara, al menos públicamente, parece distinta al doctrinario Partido Comunista chileno, una colectividad que no ha girado hacia posiciones moderadas (como fue el caso el PC italiano y el eurocomunismo de Enrico Berlinguer), que se sigue definiendo como marxista-leninista y, por lo tanto, no ha sacado el concepto de dictadura del proletariado de su doctrina. El PC tiene compromisos internacionales con regímenes de Cuba, Laos, Vietnam o Corea del Norte y su presidente, Lautaro Carmona, participó en abril pasado, por ejemplo, del II Foro Internacional Antifascista, realizado en Moscú, Rusia.
La postura de su cúpula dirigente frente a los regímenes de Venezuela, Cuba o Nicaragua ha provocado varios choques en el oficialismo e incomodado y desafiado a Jara. Considerada más moderada, ella ha tomado algunas distancias. Una, le generó réditos: apenas arrancó su campaña tildó al Gobierno de Nicolás Maduro como “un régimen autoritario”. Otra, en cambio, ha sido su talón de Aquiles, pues cuando arrancó su carrera, en abril, de Cuba dijo que tiene “un sistema democrático distinto”, una frase que la ha perseguido todas estas semanas. Este lunes, presionada por sus contendores, admitió que Cuba “tiene problemas internos” y que hay “vulneraciones a los derechos humanos”, refiriéndose a los informes internacionales sobre presos políticos. A las pocas horas, Carmona la contradijo: “No hay en Cuba gente que esté presa porque piensa distinto, sino porque actúa respecto a lo que el Estado de derecho que ellos tienen, fuera de la ley”.
En el PC, Jara no era la primera opción para las primarias, y el comité central tardó en nominarla. El favorito era Daniel Jadue, exalcalde del municipio de Recoleta, pero su formalización por el Caso Farmacias populares y las medidas cautelares dictadas por la justicia hicieron inviable una candidatura presidencial. Cercano a Carmona, de la corriente más radical y dogmática del PC, la predominante, Jadue perdió en 2021 las primarias con Boric (1.058.027, equivalentes al 60%), pero obtuvo un buen respaldo: 692.862 votos (40%). Si este domingo Jara saca una votación mayor, implica que su apoyo fue mucho más allá de la militancia.
A diferencia de Jadue, muy confrontacional, ella ha mostrado un liderazgo empático, que ha sido comparado con el de la socialista Michelle Bachelet (2006-2010, 2014-2018). “Me honra que me comparen con la presidenta Bachelet, pero cuando se hace ese análisis tan directo, como si fuéramos muy similares, no se está viendo la integralidad de cada una en su debido mérito. No creo que a los hombres les pase esto en política”, dice la candidata a este periódico.
Tohá, exministra de la exmandataria, fue consultada si considera que existe un parecido entre Jara y Bachelet: “Conozco mucho a Michelle Bachelet y políticamente representan cosas muy distintas. En las cáscaras se pueden parecer -en el pelo-, pero no sé si esas cosas importan tanto (...) La presidenta Bachelet es parte de este mundo, el Socialismo Democrático”.
En una campaña que en su recta final no ha sido amistosa, se han revelado diferencias de fondo entre las izquierdas chilenas. Por ejemplo, la propuesta de Jara en su programa económico de un modelo de desarrollo basado en la demanda interna ha sido duramente cuestionado por Winter y Tohá. Para la socialdemócrata, son “recetas al estilo kirchnerista. “Y yo no creo en eso”, dijo.
Ambas candidatas han tenido duros cruces también por los avances en materia de seguridad, la principal preocupación de los chilenos. En un debate organizado por radio Pauta y The Clinic, Jara dijo que, de ser Gobierno, no designaría a Tohá como ministra del Interior. “No es nada personal, pero la evaluación es en su mérito, en el sentido de que se hicieron muchos esfuerzos, pero los resultados son los que son“. La socialdemócrata le respondió: “Me sorprende ver una candidata del Partido Comunista replicando lo que dice la derecha. Sobre todo, cuando su sector tuvo resistencias enormes a la agenda de seguridad, los tuvo en el Parlamento y los tuvo al interior del Gobierno”.
Historia de un avance
Jara ha hecho una carrera muy valorada en las bases del PC: en 1997 presidió la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago de Chile y fue dirigenta sindical cuando trabajó en el Servicio de Impuestos Internos (SII). Durante la segunda Administración de Bachelet fue subsecretaria de Previsión Social, un puesto que ha destacado en su campaña. Lo ocupó en el periodo en que el PC, que fue oposición a los gobiernos de la Concertación, la coalición de centro izquierda que gobernó Chile entre 1990 y 2010, entró con Bachelet por primera vez a un Gobierno desde el inicio a la democracia.
Pero fue como ministra de Boric que se hizo conocida en Chile. En su desempeño dio buenas noticias: lideró los principales logros legislativos del Gobierno, que no tiene mayoría en el Congreso. La ley de las 40 horas reveló a Jara como negociadora y dialogante. Se sumaron el alza histórica de salario mínimo y la reforma de pensiones, que la hizo reconocida entre los adultos mayores, en especial, las mujeres. Si bien no se terminó con las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), Jara fue pragmática al ceder en ese punto para sacar adelante el proyecto, lo que generó tensión dentro del PC.
Después del domingo
Si las encuestas no se equivocan, un eventual triunfo de Jara no solo llevará al PC a un lugar protagónico que no ocupa desde la Unidad Popular. También dejaría atrás a dos actores clave del cada vez más frágil pacto Unidad por Chile: al Socialismo Democrático y al Frente Amplio, que en 2021 logró llevar a Boric a La Moneda.
Tras los resultados del domingo, hay un compromiso de los partidos de apoyar a quien triunfe. “Si ganamos la primaria, me voy a convertir en la candidata de la coalición, no del Partido Comunista, Acción Humanista y la Izquierda Cristiana. Y voy a salir a buscar a los que están más allá, tanto por la izquierda como la Democracia Cristiana”, dice Jara a EL PAÍS.
Tendrá un desafío complejo, frente a una derecha que, hasta ahora, lidera las preferencias para noviembre. Una minuta del comando de Tohá señala que Jara no es la más competitiva frente a la derecha. También lo han mostrado las encuestas, por lo que el reto parece claro: convertir a Jara en una candidata viable, lo que pasaría porque deje de militar en el PC.
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