Un sector de la izquierda cuestiona que la política tradicional participe en la consulta del Pacto Histórico
El exsenador Gustavo Bolívar ha liderado la crítica, que comparten militantes de izquierda que ven con decepción la entrada de personas que no son asociadas al progresismo


Mientras la consulta para escoger un candidato presidencial de la izquierda el próximo domingo se ha convertido en un complejo ping-pong jurídico, y existe el temor de que el ganador no pueda participar en marzo en otra votación del llamado frente amplio, otro lado clave de la estrategia electoral al 2026 está pasando casi desapercibido. El mismo 26 de octubre se elegirán en las urnas los candidatos que quedarán en las listas para el Senado y la Cámara. Si el petrismo pierde la presidencia el próximo año, el Pacto Histórico, como se llama la coalición de partidos de izquierda, espera al menos mantener una bancada como la que obtuvo en 2022, que si bien no es mayoritaria, sí es la más grande. Eso gracias a la votación por listas cerradas impulsadas por la enorme popularidad del entonces candidato presidencial Gustavo Petro. En 2026 las listas volverán a ser cerradas, pero sin el impulso de un presidenciable tan popular como el hoy presidente. Lo que ha pasado desapercibido es la estrategia para repetir el logro.
“Está pasando algo triste, que no puedo callar”, dijo la semana pasada, en redes sociales, el exsenador Gustavo Bolívar, quien fue elegido en las listas del 2022. Él movilizó buena parte de la votación entonces, antes de renunciar a su curul para volver a hacer telenovelas y así pagar sus deudas. “El Pacto Histórico avaló para la consulta del 26/Oct. a una serie de candidatos (as) de la politiquería tradicional, en todo el país, incluso en Bogotá, que con sus maquinarias y su poder económico aplastarán a nuestras bases en la carrera por buscar un buen renglón en las listas al Congreso”. En otras palabras, el Pacto Histórico aprobó un ‘todo vale’ como estrategia para garantizarse una buena votación el domingo.
Bolívar recordó que las listas cerradas buscaban precisamente que no entraran los políticos tradicionales de siempre, asociados al clientelismo para conseguir votos, y en su lugar llegaran personas de movimientos sociales impulsados por el sello de la izquierda en el tarjetón. “El Pacto Histórico prometió un cambio”, añadió Bolívar en redes. “Difícil está resultando cumplir”.
El exsenador no dio nombres específicos. Consultado sobre el tema, explica que él y su equipo están en proceso de investigar y corroborar la información que han recibido sobre ellos. Pero entre sus copartidarios de izquierda ya suenan algunos que disgustan entre los militantes.
El más sonado es el de Laura Cristina Ahumada, precandidata al Senado y esposa de Jonathan Vásquez, alcalde de la ciudad de Barrancabermeja, en el departamento de Santander. En julio de este año, la Fiscalía acusó a Vásquez de crear una “empresa criminal” para comprar votos y así ganar en las elecciones locales del 2023. Uno de los primeros en cuestionar la aspiración de Ahumada, quien no es reconocida como militante de la izquierda, fue un congresista santandereano aliado del Pacto Histórico, Fabián Díaz. “Su aspiración se interpreta como la extensión de un proyecto político cuestionado que busca abrirse paso en el Congreso”, dijo sobre ella. Ahumada participa en las urnas el domingo con el número 128 y es aliada del precandidato presidencial Daniel Quintero.

Otra aspirante que ha sonado en los últimos días es Claudia Romero, esposa del exconcejal de Bogotá David Ballén, quien militó en el partido de La U y fue aliado político del exalcalde de derechas Enrique Peñalosa, opositor al presidente. Romero, quien aspira a la lista de la Cámara por Bogotá, trabajó brevemente en la alcaldía de Petro, pero los congresistas del Pacto Histórico no la reconocen como una persona de izquierda, a diferencia de otros a quienes querían priorizar. Quintero, el precandidato presidencial, le ha manifestado su apoyo y, como contó La W esta semana, eventualmente Petro intercedió para que el partido la dejara participar. Va con el número 50 a la lista por Bogotá.
Hay otros menos conocidos por la opinión pública, pero que generan dudas. Una política que no se asociaba a la izquierda, Colombia Aduen Bray, aspira a la Cámara de Bolívar después de una larga trayectoria en el partido de La U, por el que fue diputada departamental. Otro ejemplo es Stalin Ballesteros, expresidente de la entidad Colombia Compra Eficiente, conocido por hablar de forma cándida con el representante David Racero sobre negociar puestos en una aseguradora estatal. “Que se cuele la política tradicional me parece muy frustrante, porque este es un proyecto que, para quienes venimos de movimientos, de miles de personas que se han sacrificado, no puede quedar en manos de quien no nos representa”, dice el representante Gustavo Becerra, del Pacto Histórico.
En cierta forma, la política tradicional pudo colarse porque hubo un cambio de lógica frente a las elecciones de 2022. La izquierda del Pacto Histórico ha buscado evitar la ‘dictadura del bolígrafo’, en el que solo Petro o los dirigentes del partido decidieran los candidatos y su orden en las listas. Prefirieron que la ciudadanía decidiera en las urnas a quiénes quieren como candidatos. El riesgo es que puede privilegiar a quien más tenga experiencia moviendo votos, incluyendo a los políticos tradicionales. Cuando un comité de ética intentó frenar la entrada de aspirantes como Claudia Romero, el poderoso presidente les abrió la puerta.
Y el Pacto Histórico sí necesita sacar una buena votación el domingo para demostrar que inspira a muchos a movilizarse, especialmente cuando no tendrá un candidato presidencial con la popularidad de Petro. “La votación puede ser más bajita por todo el lío jurídico [de los candidatos presidenciales] y renuncias como la de Quintero a la consulta”, dijo a este diario el exsenador Gustavo Bolívar. Quintero renunció argumentando el riesgo de que al ganador no se le permita competir en la consulta del frente amplio de marzo por razones jurídicas.
El representante Becerra es un poco más optimista: “Este debate jurídico sí ha generado mucha confusión, pero que también ha colocado al Pacto Histórico en el centro de la opinión pública. Si antes había un déficit de conocimiento sobre lo que venía el próximo domingo, ahora mucha gente sabe que viene una elección del Pacto Histórico. Lo que nos falta es dejar claro el mensaje sobre qué es la consulta. Al final, esto nos ha hecho mucha propaganda”.
Los pesos pesados en la consulta de las listas al Congreso, obviamente, no son sólo maquinarias tradicionales. Compiten senadores conocidos como Wilson Arias e Isabel Cristina Zuleta, al igual que los representantes María del Mar Pizarro, Agmeth Escaf y María Fernanda Carrascal. El representante David Racero, cuya popularidad quedó golpeada cuando se denunciaron abusos laborales a sus trabajadores, también busca pasar al Senado. Aparecen figuras del Gobierno que quieren llegar por primera vez al Legislativo, como el exministro de Minas Andrés Camacho o la ex directora de la Unidad de Víctimas, Lilia Solano. También aparecen representantes de las minorías, como la palenquera Dorina Hernández, quien lleva dos años en el Capitolio, o la periodista indígena Sandra Chinoy, de los canales públicos en RTVC, quien se lanza por primera vez. Y aparecen otros nombres llamativos, como la exactriz porno Amaranta Hank, cuyo nombre real es Alejandra Omaña, y tampoco ha estado en el Congreso. Para bien o para mal, para los tradicionales, los primíparos y los que piden el cambio, todos van juntos por una misma lista del Pacto Histórico.
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