Por qué la dieta en septiembre está destinada a fallar
No necesitamos más frustraciones gratuitas y, sobre todo, no debemos generar más daño a nuestros cuerpos


Septiembre se siente como un nuevo comienzo, como una oportunidad de ir por el buen camino, de ser sano y deportista, y sobre todo de perder esos kilos que puede que se hayan ganado con el relax del verano. Una vez que se inicia el curso escolar y los niños están ya en el colegio, se da el pistoletazo de salida para intentar crear una rutina férrea, que la mayor parte de las veces no tiene que ver ni con nosotros ni con nuestra vida. Y como era de esperar, falla. Con ese fallo, nuestra autoestima se ve mermada y nos frustramos, pensando en la poquita fuerza de voluntad que tenemos. ¿Pero y si eso que nos imponemos está destinado a fallar? ¿Y si el problema fuera la dieta y no tú? Justo de esto quiero hablarte hoy: no necesitamos más frustraciones gratuitas y, sobre todo, no generarte más daño.
Para comenzar septiembre con buen pie lo primero que hay que descartar es esa tendencia a compensar los excesos y castigarnos para esta vez sí, “ponernos en serio”. La comida no es un premio ni un castigo. Cuanto más refuerces ese mensaje de redimir los pecados de la gula, más ansiedad y deseo por la comida vas a tener.
La alimentación debe adaptarse a nuestras circunstancias, y lo normal es que, de vacaciones, no sea la misma que cuando estamos en la jornada laboral. Además, si viajamos, la gastronomía es parte del viaje: más a favor para que la comida no sea la misma en agosto que la de un martes lluvioso en la oficina.
Por tanto, quítate de la cabeza que ahora mereces un castigo. Simplemente son circunstancias diferentes. Es más, crea unos hábitos que te hagan sentir bien y que sean sostenibles a largo plazo. Si no, también habrá frustración. Y no serás tú el que falla: es que esos hábitos no dejaban espacio a la vida.
Si quieres comenzar con algo, te diría que lo hagas con la planificación de las comidas semanales. Tener una hoja de ruta es de mucha ayuda; acalla ese ruido mental con la comida, no estarás pensando continuamente qué comer y supone un ahorro de tiempo y de dinero.
No te voy a engañar, hacer un menú para la semana da mucha pereza, y ponerse a cocinar, ni te digo. Pero sí que te va a quitar trabajo durante la misma. Si nunca lo has hecho, no aspires a hacerlo completo; quizás sea mejor para ti planificarte un par de días y luego continuar. Ir poco a poco es una estrategia que no falla para la creación de hábitos. Con la alimentación está muy extendido el mito de que si no se hace todo perfecto no vale, y la realidad es que cuanto más perfecto todo, menos sostenible y más problemático a la larga.
Si estás continuamente comprobando tu peso, vas a cambiar la conducta con la comida en función del resultado que obtengas. Me explico: si has perdido peso, creerás que mereces un premio y comerás algo a modo de celebración. En cambio, si no has perdido o no lo suficiente, hay dos opciones: o haces más restricción o asaltas la nevera. Al final, utilizarás la comida como un premio o un castigo, y esto dista mucho de tener una relación sana. Has de saber que el peso fluctúa continuamente, y más en las mujeres con los cambios hormonales. Así que hazte un favor: céntrate en el cambio de hábitos y esconde, o mejor aún, tira la báscula.
Quizá pienses que si no te pesas no vas a saber cómo va tu alimentación, pero lo cierto es que hay muchos indicadores que no se muestran en la báscula: si tienes más energía, si te encuentras mejor, si las digestiones son más ligeras, si consigues un mejor descanso, si no te pasas el día pensando en comida… Todos esos parámetros son más importantes que un número en la báscula. Estos te animarán a seguir; la báscula, en cambio, te animará a tirar la toalla.
De repente, parece que septiembre llega con una suscripción al gimnasio debajo del brazo. El deporte es importante: no estamos hechos para quedarnos diez horas sentados delante de una pantalla, pero busca algo que te guste. El gimnasio puede ser un espacio muy incómodo si no estás a gusto con tu cuerpo, incluso un sitio donde directamente no quepas porque los espacios no están adaptados para cuerpos grandes. Busca moverte desde un sitio agradable y con una actividad que disfrutes, en la que te veas a largo plazo, y no una obligación que desees que se prohíba por orden legal.
Prioriza actividades que te gusten, incluso prueba aquella que siempre quisiste. Ahora hay muchos espacios deportivos con una primera clase gratuita. Puede ser incluso un plan con amigos para luego decidir si quieres que esa actividad se quede en tu vida.
No te exijas entrenar cada día: haz una rutina progresiva. El objetivo no puede ser solo la meta, porque así solo sentirás frustración en cuanto no puedas cumplir el ritmo marcado. El ejercicio de fuerza es importante, pero no te centres solo en eso. El mejor ejercicio será aquel que hagas, así que busca algo que mantener en tu vida y disfrutar.
Septiembre no necesita dietas, sino rutinas amables y sostenibles que te acompañen todo el año.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
