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Nutrición
Tribuna
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Salutismo: cuando la salud se viste de moralidad y deja de lado el placer

Este ‘nuevo traje’ del enfoque pesocentrista de siempre se integra en un sistema sumamente rígido e inflexible, que acaba siendo una imposición para quienes lo llevan a cabo

Una mujer observa una ensalada de verduras y un plato con pollo frito.
Azahara Nieto

Estamos en un momento en que estar sano es una ambición personal, y además, hay que parecerlo y mostrarlo. Desde hace un tiempo, la salud se ha convertido en un valor supremo, casi una virtud de la que hacer alarde. Por eso, las exigencias con la salud son cada vez mayores: listas interminables de quehaceres para estar lo más sano posible. Ya no basta con hacer ejercicio, sino que hay que hacer fuerza al menos tres veces por semana; ya no vale con caminar, sino que menos de 10.000 pasos diarios —a poder ser, monitorizables por el teléfono o un reloj inteligente— no sirven.

Mucho mejor si el ejercicio se hace por la mañana, te ayudará a despertar tu metabolismo y comenzar el día con más energía, incluso si ya te levantas a las 6:00 de la mañana. Hay que comer lo más sano posible y siempre en función de la estrategia nutricional de moda: ahora la más puntera es el ayuno intermitente.

La alimentación debe ser siempre sana y eco: no querrás llevarte a la boca cualquier alimento comprado a última hora en el súper, porque la vida no te deja margen para otro tipo de compra. Es importante comer “limpio” y “comida real”, ya sabes, esta tendencia del fitness y del movimiento realfooding. Demonizando alimentos como los ultraprocesados o procesados de mala calidad, clasifica a los alimentos por tener mucho azúcar, mucha grasa… En general, tampoco se salvan los hidratos de carbono que no sean en su versión integral.

La comida no es placer; la comida solo son nutrientes, y por eso siempre hay que elegir los que mejor le vayan a tu cuerpo. Se hace una división moral, convirtiendo a los alimentos menos sanos —para esta corriente— en alimentos inmorales. Esos alimentos que eligen los flojos, los hedonistas e irresponsables, que no dirigen su vida a ser lo más saludable posible.

Sin olvidarnos de la suplementación: hay que tomarla sí o sí, especialmente si ya pisas los 40 años. Mínimo un magnesio, colágeno, omega-3… y todos los que la industria te quiera vender, como el agua de mar (no es broma).

Otro factor importante para la salud es el sueño, por lo que procura dormir al menos 7 u 8 horas, con una buena calidad del sueño: mira en tu reloj inteligente cuánto tiempo de sueño profundo tienes, cuántos despertares y demás incidencias nocturnas.

Por supuesto, es importantísimo el sueño y el descanso, pero ahora, además de tener una buena higiene del sueño, se imponen una serie de rituales. Silencio absoluto; si no tienes la suerte de vivir en una casa independiente, se recomienda el uso de máquinas de ruido blanco para acallar a los molestos niños, vecinos o perros callejeros.

Usa, a poder ser, un colchón ergonómico, con fundas hipoalergénicas y almohadones de seda. No te vayas a la cama sin haber meditado, ni sin hacer un journaling, un diario de agradecimiento: anota tres cosas buenas del día. Si no agradeces ni manifiestas al universo, la vida no te va a ir muy bien.

Duerme siempre las mismas horas, mantén un horario fijo, incluidos festivos y fines de semana. Dormir de más es un fracaso, podrías estar aprendiendo un idioma en esa hora de más el domingo. La luz es súper importante; ya no es que se recomiende dejar de usar pantallas al menos una hora antes de irse a dormir, sino que se recomienda el uso de gafas bloqueadoras de luz azul.

Dormir bien es otro éxito individual en la carrera hacia la meta de la salud. Esta tendencia ignora y minimiza el insomnio, la ansiedad, los problemas personales y las condiciones laborales que no te dejan pegar ojo. Todo es tu responsabilidad. Si no consigues dormir bien, es porque no te esfuerzas lo suficiente.

Esta nueva tendencia se llama salutismo: es un enfoque o una ideología que prioriza la salud y la eleva a valor supremo al que optar en la vida. Es un enfoque individualista de la salud, a pesar de cómo la define la Organización Mundial de la Salud (OMS): “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

El salutismo deja de lado el disfrute, el placer, las relaciones personales… todo lo que no sea “salud”. Y lo más peligroso e injusto: ignora las condiciones que interfieren en la salud, como las condiciones socioeconómicas, el acceso a servicios de salud, los factores genéticos o la inseguridad alimentaria.

La justicia social no está incluida, aunque solo fuera a chupitos, como uno más de la larga lista de suplementos de esta ideología. Este movimiento también tiene un modelo de cuerpo que, como ya imaginas, es delgado y fibroso, por lo que desprecia la diversidad corporal. Los cuerpos no delgados y sin muscular son un fallo. Es un nuevo traje del enfoque pesocentrista de siempre; ahora es “por tu salud”.

Este sistema, tan sumamente rígido e inflexible, acaba siendo una imposición para quienes lo llevan a cabo, sintiéndose fracasados en el momento en que fallan. Y creando una superioridad moral sobre los que la salud no es un trabajo más.

Además de ser una tendencia creada desde el privilegio económico, para el mismo público. ¿Quién dispone de tanto tiempo y dinero para cuidarse? Trae de nuevo a nuestra vieja amiga la culpa, la presión social, sentimientos de frustración y fracaso por no poder cumplir con ese listado de tareas. Convierte a la salud en otro trabajo más. Enfermar ya no es humano, es un fracaso. Y, por supuesto, abre una escala social entre los enfermos crónicos; estigmatiza y patologiza el peso, pero ahora desde la irresponsabilidad por no poder hacerse cargo de tu salud. Como si las enfermedades se eligieran.

A mí este enfoque clasista, neoliberal e individualista me recuerda a la película Gattaca (1997). Es una película futurista, donde la población se divide entre los “válidos” y los “no válidos”. Los válidos son aquellos que han nacido con unas condiciones genéticas perfectas, ya que han sido modificadas, y esto les convierte en la élite social. Les permite el acceso a los mejores trabajos y una vida de éxitos. Mientras que los “no válidos”, aquellos nacidos sin modificaciones genéticas, son el estrato más bajo de la sociedad y acceden a lo que desprecian los elegidos. En 2025, esta película ya no parece de ciencia ficción. Escalofriante.

NUTRIR CON CIENCIA es una sección sobre alimentación basada en evidencias científicas y en el conocimiento contrastado por especialistas. Comer es mucho más que un placer y una necesidad: la dieta y los hábitos alimenticios son ahora mismo el factor de salud pública que más puede ayudarnos a prevenir numerosas enfermedades, desde muchos tipos de cáncer hasta la diabetes. Un equipo de dietistas-nutricionistas nos ayudará a conocer mejor la importancia de la alimentación y a derribar, gracias a la ciencia, los mitos que nos llevan a comer mal.

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Sobre la firma

Azahara Nieto
Nutricionista clínica, fundadora de la consulta on line 'Se come como se vive'. Graduada en nutrición (UCM), máster en trastornos de la conducta alimentaria (UEM) y especializada en alimentación vegetariana y vegana (INCS).
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