Ir al contenido
_
_
_
_

El debate | ¿Es sostenible un modelo con 100 millones de turistas?

España va camino de recibir este año 100 millones de visitantes, cifra que invita a reflexionar sobre la viabilidad a corto y medio plazo de un modelo, por otro lado, fundamental para el crecimiento de la economía y el bienestar

tursimo

Hasta junio, España recibió 52 millones de pasajeros internacionales, un 6% más que el año pasado para una población de unos 49 millones de habitantes, según el INE. Esa tendencia apunta que el sector puede superar este año su récord y alcanzar los 100 millones de visitantes.

Ese escenario reabre el debate sobre la sostenibilidad de un modelo turístico de masas, que empieza a causar tensiones y protestas en los destinos más demandados. Para el vicepresidente de la patronal turística Exceltur, Óscar Perelli del Amo, ha llegado el momento de unificar fuerzas entre las distintas administraciones y el sector para apostar por los segmentos que dejen más valor añadido. Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas, pone el acento en la importancia que las infraestructuras turísticas ofrecen para abrir oportunidades de negocio y disfrutar de mayor bienestar.


Impulsar el turismo que genera más valor

Óscar Perelli del Amo

La posibilidad de alcanzar en 2025 los 100 millones de llegadas de turistas internacionales a España (no de turistas, ya que algunos nos visitan varias veces al año) ha suscitado un interés exagerado. Es el poder de las cifras redondas y de la banalidad con que se analiza el turismo en España; 60 años después del inicio del boom turístico seguimos pendientes del número de visitantes, solo de los extranjeros y sin tener en cuenta su contribución socioeconómica, su huella ambiental o su alineación con los valores y modos de vida de los lugares que visitan.

Pero más allá de transformar los indicadores y las métricas, tan necesarios para mejorar los diagnósticos y facilitar la selección inteligente de estrategias y acciones, los 100 millones no dejan de ser una mirada parcial del sector turístico. Para empezar, porque para analizar la demanda turística hay que sumarle los 163 millones de viajes que hacen los españoles por España (dato de 2024), además de incorporar cuántos días se quedan disfrutando de su viaje (7,2 días los extranjeros y 4,0 los españoles). Lo que llamamos la estancia media es un factor determinante, tanto de la contribución económica que induce cada turista, si añadimos lo que gasta cada día, como de la presión que ejerce en los destinos, una información cada vez más demandada para objetivar posibles situaciones de saturación que se perciben en los lugares de mayor atractivo y en determinados momentos del año. Con todo, lo importante es que en 2025 el turismo generará en España 220.000 millones de euros, superará los tres millones de empleos, con un volumen diario de turistas (españoles y extranjeros) algo superior a los 7,4 por cada 100 residentes.

La realidad apunta que la demanda turística va a seguir creciendo, en la medida en que las personas han hecho de viajar un elemento cada vez más esencial de su disfrute vital. En este contexto, muchos destinos españoles van a verse beneficiados, gracias al atractivo que suscitan. Un escenario que muchas otras actividades económicas querrían para sí.

La dicotomía que se plantea es si queremos seguir favoreciendo la inercia tradicional del cuanta más gente mejor, u optamos por aceptar que los destinos tienen límites y que es el momento de elegir y trabajar por el turismo que genera más valor. Una opción que implica gobernar de forma más decidida el turismo, un cambio de paradigma. Una tarea nada fácil de abordar. Primero, porque implica conceder al turismo una prioridad y unidad estratégica de acción con políticas (urbanísticas, de movilidad, de promoción económica, seguridad, gestión de infraestructuras, recursos…) de las que no ha disfrutado. Segundo, porque plantea promover lo que genera más contribución, lo que obliga a ordenar y aplicar medidas no solo para eliminar la oferta ilegal (viviendas, taxis piratas, fiestas clandestinas, venta ambulante), sino para promover y facilitar la inversión hacia los servicios de mayor valor añadido, compromiso ambiental y respeto por los valores de la cultura local. Tercero, porque exige definir en cada territorio cuáles son esos límites y aplicar medidas para preservarlos, afectando a intereses creados (el caso de la reducción de viviendas turísticas en Barcelona es el mejor ejemplo). Cuarto, porque para gestionarlo hay que invertir en generar un conocimiento territorializado y en tiempo real de lo que pasa en los destinos, del que hoy no disponemos.

Y, por si fuera poco, porque aplicarlo exige un sistema de gobernanza más eficaz y cooperativo, que cuente con la sintonía y colaboración entre administraciones y con el apoyo empresarial y de la ciudadanía. Donde no sea un elemento de pugna política entre administraciones de distinto signo aplicar acciones en favor del interés general del sector, como el registro de viviendas turísticas para que las plataformas comercialicen solo la oferta legal, o se apliquen cargas impositivas y restricciones, sin el conveniente acuerdo con quien debe aplicarlas. Un cambio de paradigma por un turismo que suma, de forma que el turismo vuelva a ser percibido por lo que es, un motor de transformación territorial, generador de prosperidad e intercambio cultural y de apertura personal, tan necesario en los tiempos que vivimos.


Rentabilizar en otros campos la gran conectividad de España

Javier Gándara

España se ha consolidado como una de las grandes potencias turísticas mundiales, y prueba de ello es que rozamos ya los 100 millones de visitantes internacionales al año. Cifras que hablan de éxito, pero que también plantean un reto de equilibrio: ¿cómo mantener esa prosperidad sin saturar nuestros destinos, sin que la experiencia de vivir o visitar nuestro país se deteriore? Dicho de otro modo, ¿cómo no morir de éxito ni matar a la gallina de los huevos de oro?

La vía aérea es el principal medio de entrada al país para la mayoría de estos turistas, por lo que desde el sector observamos esta realidad con responsabilidad. No solo somos parte del fenómeno, sino también parte de la solución. Y a menudo, cuando se debate sobre turismo, se olvida algo fundamental: más allá de cifras y estadísticas, lo esencial es el factor humano. Porque si lo pensamos bien, de eso se trata: de maximizar el bienestar, económico, pero también emocional y social, que aporta la conectividad aérea. Y ese equilibrio se puede alcanzar si trabajamos en varios frentes.

El primero es la eficiencia. Hoy la aviación es mucho más sostenible que hace apenas una década: los aviones consumen menos, emiten menos, y cada pasajero transportado deja una huella ambiental menor. Además, avanzar hacia el Cielo Único Europeo permitiría ahorrar millones de toneladas de CO₂, eliminando ineficiencias que todavía persisten.

El segundo gran frente es fortalecer y potenciar la conectividad aérea. No hablamos solo de turismo: hablamos de progreso, competitividad y bienestar. España, gracias a su conectividad aérea, está estrechamente vinculada con el mundo, no solo como destino de vacaciones, sino también como un importante centro para negocios y oportunidades globales. Esta conectividad es vital para liberar el potencial de crecimiento socioeconómico y la prosperidad de un país, permitiendo que las industrias de todas las regiones participen en actividades comerciales dinámicas y colaboren a escala internacional. España se ha aprovechado de su conectividad no solo como destino vacacional, sino también como plataforma para los negocios, así como para permitir a millones de españoles visitar el resto del mundo y estar cerca de sus seres queridos.

Según un informe de ACI Europe, por cada aumento del 10% en la conectividad aérea directa se produce un incremento del 0,5% en el PIB per capita y del 1,6% en los empleos. Desde 2014, el índice de conectividad aérea internacional de España ha aumentado un 45% dentro de Europa y un 77% con el resto de las regiones.

Comprender la naturaleza de esa conectividad también es importante: el 3% de todos los pasajeros que llegan internacionalmente a España continuaron su viaje con una conexión doméstica. El 92% finalizó su viaje en el punto de entrada o continuó por otro medio de transporte, y el 5% viajó hacia otro país. En 2023, el tráfico aéreo internacional representó el 70% del total de salidas origen-destino en España, lo que equivale a 91,6 millones de pasajeros. Europa es el principal mercado internacional, seguido de América Latina y América del Norte. Ese mismo año se transportaron 1,1 millones de toneladas de carga aérea a través de los aeropuertos en España, apoyando los volúmenes totales de importación y exportación del país.

El alcance de la conectividad, tanto nacional como internacional, actúa como un facilitador y acelerador de la generación y distribución de beneficios económicos. La aviación representa un pilar económico clave para España: aporta 26.800 millones de dólares en producción directa, el 1,7% del PIB, y genera 304.800 empleos en el sector. Además, el turismo respaldado por la aviación añade otros 103.100 millones al PIB, 1,2 millones de empleos y 8.300 millones en consumo asociado, consolidando su papel esencial en la economía nacional.

Pero, sobre todo, hace falta visión compartida. Las aerolíneas, los aeropuertos, las administraciones y el conjunto del sector turístico debemos planificar juntos. No podemos limitarnos a reaccionar: hay que anticiparse, desde la gestión de infraestructuras hasta el diseño de políticas de promoción turística, siempre con el foco puesto en un modelo sostenible y de calidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_