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Clara López
Columna
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El destape del gallo presidencial

De repente aparece la senadora Clara López Obregón como otra posible candidata de la izquierda, alguien que promete hablar de cifras con sentido común; y eso, en un país cansado de tanta estridencia, puede ser el verdadero cambio

Clara López, en una fotografía de archivo.

Siempre se habla de un candidato o candidata que merezca el apoyo del presidente en ejercicio o del supremo de un partido fuerte, que apoye a un aspirante dentro de una competencia interna de los movimientos sociales. A ese escogido se le atribuyen enormes posibilidades de triunfo y se le puede denominar como el gallo tapado, que puede ser perfectamente una mujer como es el caso que nos ocupa, el de la senadora Clara López Obregón. Economista de prestigio internacional que maneja ecuaciones matemáticas, respetable por todos sus competidores y parte de la izquierda ideológica, se ha desempeñado como alcaldesa de Bogotá y miembro del Congreso Nacional. La gente necesita saber por qué las cosas cuestan tanto y cómo se deben manejar las finanzas nacionales para tener una economía sana. Clara la ve clara. El destape del gallo tapado ya agitó la plaza; por lo pronto, la candidata prefiere que la vean como el puente entre la técnica y la política. De repente aparece alguien que promete hablar de cifras con sentido común; y eso, en un país cansado de tanta estridencia, puede ser el verdadero cambio.

Claro está que Clara no la tiene fácil. En la plaza hay otros gallos que, si no fueron tapados, son cantores de quilates que no son fáciles de derrotar. Están preparados para dar la pelea.

Ahí está Sergio Fajardo, quien también tiene calculadora y la maneja con cuidado. Sus fanáticos lo aplauden porque no insulta y es limpio. Sigue convencido de que algún día se gana con serenidad.

Vicky Dávila canta bonito. Maneja titulares explosivos. Cada frase es trending topic, cada pelea un clip viral. No necesita partido porque tiene cámara, micrófono y arrojo. Su estrategia es fácil, si el debate se apaga ella le prende fuego. El público le responde con aplausos.

En la misma esquina de la doctora López está el gallo libretista Gustavo Bolívar. Él no pelea, dramatiza. No canta, declama. Su arma secreta es que puede convertir cualquier discurso en telenovela: lágrimas, épica y música de fondo.

Y no podemos olvidar a German Vargas, quien no ha salido todavía a la plaza, pero no se descarta que ingrese con bríos después de su recuperación de salud que todos desean. Curtido, experimentado con espuelas de sobra.

Juan Carlos Pinzón le ganó varias peleas a la guerrilla sin sufrir heridas. La fotografía reciente con el presidente Álvaro Uribe mejoró las apuestas a su favor. Tiene un enorme prestigio.

Entonces aparece la economista. El público la observa con curiosidad: no es gritona, no es guionista, no es veterana de mil peleas. Su canto suena raro. Habla de inflación, de productividad, de déficit. La gente se pregunta si no es eso lo que necesitamos.

No la tiene fácil. Enfrentarse al antipetrismo organizado es un combate brutal. Su ventaja es que con el guiño de Petro -si lo consigue- podría heredar estructura y maíz suficiente para dar la pelea.

La gallera del 2026 promete ruido, plumas en el aire, y más de un gallo desplomado. El que consiga la mayor unidad producto de la estrategia sería el ganador. Juguemos al optimismo.

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