El polvorín de Tabasco agrieta Morena
Las rencillas desatadas en la familia tabasqueña por el perfil criminal del exsecretario de Seguridad han puesto en graves apuros al partido, con el senador Adán Augusto, el gobernador Javier May y un hermano de López Obrador como protagonistas


Un polvorín se ha instalado en el corazón de Morena. El partido más poderoso de México —que controla el poder Ejecutivo, el Legislativo, incluso el Judicial en gran medida, y la mayoría de las gubernaturas— solo podía ser herido por fuego amigo. La mecha que lo amenaza, quizá la más grande registrada hasta ahora, ha salido paradójicamente de su propio origen. Hernán Bermúdez, el Comandante H, identificado como el líder del grupo criminal La Barredora, fungió entre 2019 y 2024 como secretario de Seguridad de Tabasco. Fue nombrado por el gobernador Adán Augusto López, uno de los pesos pesados del partido, paisano y cercanísimo a Andrés Manuel López Obrador, y destapado por uno de sus sucesores, el también morenista Javier May, quien tiene como segundo a José Ramiro López Obrador. Entre las patas de las poderosas familias tabasqueñas está enredado el partido y el escándalo.
El caso que tambalea hoy al movimiento guinda ha dejado varios protagonistas, además del acusado comandante. El primero fue Javier May, quien heredó un Estado en llamas (en 2024 se alcanzó el mayor número de homicidios de la década), y quien se esmeró por devolver a Hernán Bermúdez a los focos, con la inevitable consecuencia de que tras él iría Adán Augusto. Primero en noviembre y después, de forma más vehemente, en enero, May acusó directamente al senador de encubrir al líder criminal. Sin embargo, el caso no estalló hasta que no salió de la boca del Ejército. Fue cuando el jefe militar en Tabasco, el general Miguel Ángel López, desveló hace unos días que existía una orden de aprehensión contra Bermúdez, pero que este estaba prófugo.
Acorralado a preguntas y a recomendaciones desde la Mañanera, Adán Augusto López, coordinador de senadores de Morena, ha atrincherado su defensa en los supuestos logros en seguridad que consiguió su Gobierno. Complica, por último, el caso el protagonismo que ha cobrado el hermano del expresidente López Obrador José Ramiro, hoy secretario de Gobierno de May: “Ahí está saliendo todo, toda la pudrición. Hasta donde tenga que llegar. A tope. El compromiso de Javier May es con todos los ciudadanos. No es con los delincuentes ni con la mafia”, se animó a decir de su antiguo gobernador. Ni Adán Augusto es un morenista cualquiera, ni el papel que está desempeñando el hermano del presidente puede pasar inadvertido, por la relación casi familiar que ha mantenido el senador con los López Obrador. La familia tabasqueña era algo más que política.
¿Cómo le han sentado esas palabras al senador?: “Yo guardo una relación de afecto, de respeto. Ayer incluso pudimos saludarnos a lo lejos”, ha dicho el Adán Augusto, quien no ha dudado en añadir, al mismo tiempo, que José Ramiro formaba parte de las mesas de seguridad diarias con Hernán Bermúdez: “No está de más decirlo: fue un colaborador cercano a mi Gobierno”. Algunas palabras no pueden interpretarse en este contexto político como inocentes.
El caso que tiene a los morenistas en vilo no es solo una cuestión jurídica o policial. Políticamente, mantiene una analogía con lo ocurrido con el presidente Felipe Calderón y su secretario de Seguridad, Genaro García Luna (condenado en EE UU por narcotráfico). La presidenta se ha referido este lunes a eso para deslindar ambos asuntos. A juicio de Claudia Sheinbaum, la diferencia radica en que ellos colaboran con la justicia “sin encubrir a nadie”. La presidenta ha añadido que es la Fiscalía mexicana quien lleva la investigación, mientras que el caso de García Luna salió desde Estados Unidos.
Con diferencias o sin ellas, la comparación con García Luna y Calderón levanta ampollas en el partido oficialista, que hizo de ambos personajes y sus trayectorias un elemento distintivo de sus políticas. Ellos, Morena, llegaban al poder para combatir esas colusiones con el crimen y durante años se han regodeado de aquellas mañas que desgastaron al panismo.
¿Cuánto sabía el coordinador de los senadores de cómo operaba el Comandante H? Según sus propias declaraciones: nada, ni una sospecha. El senador ha reconocido este lunes, en una entrevista con Ciro Gómez Leyva, que veía a Hernán Bermúdez a diario en la mesa de Seguridad, donde celebraban el descenso de los índices delictivos bajo su cargo: “Si hubiese yo sospechado de él, inmediatamente lo hubiéramos separado del encargo”.
Los delitos de los que se le acusan a Hernán Bermúdez son tantos que parece imposible que pasaran inadvertidos. Cuenta con una orden de aprehensión en México y está buscado también por la Interpol, acusado de liderar la organización criminal que ha sembrado de violencia al Estado, La Barredora, una escisión del Cartel Jalisco Nueva Generación, que pasó de ser una célula local aliada con el CJNG a disputarles la plaza. En su historial se registran ejecuciones, extorsiones, robo de hidrocarburos y tráfico de migrantes y en el centro del entramado, el propio Bermúdez. Los documentos de la Secretaría de la Defensa —filtrados por Guacamaya Leaks— lo ubican en el reino criminal desde 2021, primero como autoridad corrupta, después, directamente como el jefe del grupo.
Bermúdez llegó al Gobierno como tercera opción de jefe policial, en diciembre de 2019, un año después que Adán Augusto. El mandatario, primero, mantuvo en su puesto a Jorge Aguirre: “Como veíamos que no había una reducción en la incidencia delincuencial, tomé la decisión de removerlo y propuse a Ángel Mario Martínez, político y abogado tabasqueño, quien había sido fiscal general”, ha explicado López. Sin embargo, a los meses, el secretario pidió retirarse. Es ahí cuando entra Bermúdez al juego. No era un desconocido.

El Comandante H era entonces el jefe de la policía de investigación de la Fiscalía. “Yo conozco a Bermúdez desde hace muchos años, es un policía de trayectoria ahí en Tabasco”, ha reconocido el senador ahora, que ha enumerado los cargos que Bermúdez ocupó antes de que él lo nombrara: “Con Roberto Madrazo ocupó algún encargo como director de prevención social y con Manuel Andrade fue subsecretario de readaptación social”. López ha evitado incluso criticar a Bermúdez después de la información difundida: “Prefiero no prejuzgar, esperemos a que la autoridad correspondiente determine responsabilidades”.
El jefe de senadores de Morena se ha enrocado en defender la caída del número de crímenes en su Gobierno (hasta que 2021 fue nombrado secretario de Gobernación por López Obrador), aunque los expertos en seguridad han incidido que esa es la dinámica habitual cuando hay un pacto entre las autoridades y los grupos organizados. De hecho, fue en diciembre de 2023, cuando recién se conocía que Javier May —compañero de partido pero adversario político de Adán Augusto López— iba a ser el candidato a la gubernatura del Estado cuando empezó la crisis.
La organización de mapeo y análisis de violencia ACLED (Armed Conflict Location & Event Data) identificaba entonces “la fragmentación del panorama criminal en Tabasco tras una escisión dentro del grupo local La Barredora”, esa pugna “encendió las disputas por el control de las rutas de tráfico de migrantes entre los grupos criminales locales, así como con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)”. El 4 de enero de 2024, Bermúdez —quien según el Ejército era el líder de ese grupo— renunció a su cargo como secretario de Seguridad. Hoy se desconoce su paradero, y nadie sabe si está vivo o muerto.

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