El fuego eterno de Chandrexa de Queixa: 17 días ardiendo sin control
El primer incendio que se desbocó en Ourense es el que más ha tardado en ser estabilizado. Los rebrotes continuos se producen por un tipo de arbusto que preserva las brasas en el subsuelo

En esta ola de incendios de récord en Galicia, el fuego de Chandrexa de Queixa parece eterno. Lleva 17 días ardiendo sin control por siete municipios y no ha sido hasta este lunes a las 13.00 horas que la Xunta lo ha dado por estabilizado. Fue el primero que se desmadró en Ourense. Con más de 19.000 hectáreas calcinadas, llegó a auparse en Galicia al primer puesto en el podio de superficie devastada, para ser luego desbancado por el de Larouco (más de 30.000 hectáreas). A falta de que sea controlado, ahora bate marcas en duración. Una de las razones que explican su difícil extinción está en el subsuelo del Macizo Central, el paraje montañoso que han arrasado las llamas.
Los rebrotes han sido continuos, explican los alcaldes de Chandrexa de Queixa y de Vilariño de Conso, Francisco Rodríguez y Melisa Macía, ambos del PP y con una población a su cargo que ronda en los dos casos el medio millar de habitantes. “Se apagan las llamas por la noche y se refresca, pero a 50 centímetros bajo tierra o más sigue habiendo brasas”, cuenta Macía. Tanto los dos regidores como vecinos y ambientalistas consultados por este periódico coinciden en achacar la capacidad de este territorio para volver a encender los rescoldos a una planta, la uz (brezo), un arbusto de la familia de las ericáceas cuyas raíces han sido usadas tradicionalmente en esta zona para fabricar carbón vegetal para uso doméstico. Son esos raigones a los que llaman torgos, que se hunden hasta medio metro, los que siguen ardiendo en el subsuelo y acaban por reactivar el incendio. “Vilariño arde todos los años, pero nunca así. Y también rebrota, pero no de esta manera. Lo que pasa es que el suelo está muy seco y estas altísimas temperaturas que hemos tenido son inusuales”, aduce Macía.
Esas brasas guarecidas en las raíces de la uz y esas reactivaciones continuas dejan en manos de la lluvia que el fuego de Chandrexa de Queixa sea sofocado por fin. “Esto va a seguir, solo la lluvia puede apagarlo y dicen que hasta el miércoles, nada. Cuando se necesita, no llueve”, lamenta Rodríguez.

Las esperadas precipitaciones acabarán apagando el incendio, pero sus efectos también preocupan. Dos brigadas municipales de Chandrexa de Queixa han recorrido los manantiales del pueblo para comprobar su estado y ejecutar franjas de protección que eviten que se cuele en ellos el agua contaminada con cenizas que arrastrarán las lluvias cuando se produzcan, asegura el regidor: “Tenemos agua en todos los pueblos y por ahora sale clarita. Por ahora, porque si llueve, a ver…”. El Ayuntamiento ha preparado 2.000 litros de agua embotellada por si es necesario surtir a los vecinos.
En Ourense inquietan los daños que provoca en el territorio castigado por un incendio el arrastre de tierra quemada que llega con las lluvias. “Que llueva menudo y no torrencialmente. Si vienen tormentas, estamos perdidos”, advierte la alcaldesa de Vilariño. Se teme la contaminación de manantiales y ríos y también que se pierda la poca capa de suelo que queda para replantar y regenerar. Sobre la mesa hay varias medidas para intentar paliar este problema. Macía menciona las siembras de centeno, que “sale muy rápido, ya con las primeras lluvias, y agarra el suelo evitando la erosión”. En Vilariño se usó con éxito en 2020, recuerda. El regidor de Chandrexa de Queixa no confía mucho en que el esparcimiento de paja, otros de los métodos habituales, sea eficaz en su montañoso ayuntamiento: “La paja se levanta con el viento y aquí en el Macizo Central sopla mucho”.
Enrique Álvarez, alcalde socialista de Vilamartín de Valdeorras, un municipio con graves daños por el incendio de Larouco, cree que la situación es “verdaderamente complicada”. “Lo que nos preocupa ahora es lo que viene: lluvias arrastrando cenizas y barro, ríos desbordándose, pueblos enteros que están en riesgo de desaparecer”, señaló este lunes durante una visita a San Vicente de Leira, una de las aldeas devastadas en su municipio, en compañía del líder de su partido en Galicia, José Ramón Gómez Besteiro.
El incendio de Chandrexa de Queixa comenzó el 8 de agosto y sus dos focos se unieron días después a un tercero del vecino municipio de Vilariño de Conso. Sus llamas se han extendido además por los municipios de Manzaneda, Montederramo, A Pobra de Trives, O Bolo y Laza, a través de un paisaje montañoso de enorme valor ambiental y protegido por la Red Natura. La Xunta sitúa el punto de inicio en el núcleo de Requeixo, pero el alcalde de Chandrexa lo niega. Él sostiene que comenzó en el Pico do Seixo y cuenta que los vecinos de la aldea señalada en los partes oficiales están molestos porque consideran que situar el arranque del fuego cerca de sus casas los vincula con el delincuente que lo provocó.
La Consellería de Medio Rural no aclara si se trata del incendio de mayor duración de la historia de Galicia. Fuentes de este departamento autonómico explican que lleva días “bien perimetrado”, pero que ha costado estabilizarlo por los problemas que se han dado en el foco de Vilariño. La Xunta lleva cuatro días cifrando las hectáreas quemadas en 19.000 y la consellería alega que cuando se logre controlarlo se afinará más la extensión de la superficie devastada.
En el flanco de Chandrexa de Queixa, el fuego “se está reproduciendo en zonas ya ardidas donde queda madera”, explica su alcalde, pero “hace cinco días que ya no avanza”. Calcula que las llamas han arrasado tres cuartas partes del municipio, que tiene 17.500 hectáreas en total. “Estamos todos preocupados. Nunca en la vida vi semejante barbaridad. Estos montes preciosos para el turismo son ceniza”, afirma quien gobierna esta localidad desde hace casi 35 años.
El ganado no tiene dónde pastar y sobrevive gracias al millar de pacas que ha repartido el Ayuntamiento para lo que queda de verano. Ha llegado y llegará más hierba y pienso enviado por la Xunta y donado también por asociaciones de ganaderos de otros puntos de Galicia. Los damnificados de este y de todos los ayuntamientos afectados por la ola de incendios esperan ahora que se aprueben compensaciones. El Gobierno central ha anunciado que los declarará zona catastrófica y el Gobierno gallego celebrará este viernes una reunión extraordinaria para activar ayudas. Para asistir a los vecinos en el laberinto del papeleo que exigirá su tramitación, en Chandrexa se creará un equipo técnico de refuerzo, afirma el alcalde.
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