La sombra de Pinochet marca la campaña presidencial chilena
La postura de varios candidatos frente a la dictadura ha sido una pregunta tanto recurrente como incómoda en su carrera a La Moneda, a 52 años del golpe de Estado


Desde el retorno a la democracia, en 1990, con excepción de Gabriel Boric que nació en 1986, los cinco mandatarios que ha tenido Chile se opusieron a Augusto Pinochet y votaron por la opción No en el plebiscito de 1988, lo que permitió el fin de la dictadura. De ellos, solo uno, Sebastián Piñera, que gobernó en dos periodos (2010-2014, 2018-2022), era de derecha (moderada), lo que amplió su votación a otros sectores. Hoy el escenario es otro: si la oposición gana en segunda vuelta a la abanderada de la izquierda Jeannette Jara (51), como predicen la mayoría de las encuestas, por primera vez los chilenos tendrían un jefe de Estado que respaldó a Pinochet. De ese sector, los más competitivos son el republicano José Antonio Kast (59), de la derecha radical, y Evelyn Matthei (71), de la derecha tradicional; ambos fueron, incluso, parte de la franja televisiva del Sí. El tercero, que ha subido en los sondeos, es el diputado libertario, de la ultraderecha, Johannes Kaiser. A sus 49 años, aunque no tenía edad para sufragar en 1988, ha dicho que apoyaría “sin dudas” un nuevo golpe de Estado y “con todas las consecuencias, lamentablemente".
En la elección del 16 de noviembre, en la que compiten ocho candidatos, los programas, desde la izquierda a la ultraderecha, coinciden, con matices, con propuestas que tienen que ver con la prioridad de los chilenos: seguridad, crecimiento, control de la migración, y acceso a la salud. Pese a eso, aunque han transcurrido 52 años del golpe de Estado, la posición que los abanderados tuvieron ante la dictadura ha cruzado distintos momentos de la campaña. Reflejo de ello es lo que ocurrió hace pocos días con el independiente Harold Mayne-Nicholls (65), quien promedia 2,8% en las encuestas: si en una entrevista dijo que en 1988 votó No, en otra admitió que estuvo por el Sí: “El haber votado por el Sí me persigue y me avergüenza”.
Para la derecha moderada, que representa Matthei, la dictadura es un tema que cuesta abordar. Y cuando lo han hecho, se les ha venido con un bumerán. En abril, cuando iba favorita en los sondeos, a la candidata le preguntaron por su posición frente al golpe. “Era necesario. Si no, nos íbamos derechito a Cuba. No había otra alternativa”, dijo a radio Agricultura. Pero lo que provocó controversia, y de manera casi transversal, fue cuando manifestó que, “probablemente al principio, en 1973 y 1974, era bien inevitable que hubiesen muertos, pero ya en el 78, el 82, cuando siguen ocurriendo, ahí ya no, porque había control del territorio”.

Dos meses después, el empresario Juan Sutil debutaba como encargado estratégico de la campaña de Matthei y abrió un flanco. Dijo a CNN que el régimen de Pinochet no fue una dictadura “porque las dictaduras se perpetúan en el poder”. Al instante, señaló que el “Gobierno fue dictatorial y terminó”, y que eso “fue una salida negociada” y “democrática”. Lo que entonces Sutil trataba de explicar, para convocar a exadherentes de la Concertación, coalición de centroizquierda que gobernó entre 1990 y 2010, era que “los mejores momentos de la historia de Chile, desde el punto de vista político, fue el término del Gobierno militar, dictatorial”.
Para Matthei, quien lidera un proyecto moderado frente a las derechas radicales de Kast y Kaiser, la pregunta sobre Pinochet es recurrente. “Yo hablo generalmente de Gobierno militar, pero tengo clarísimo que fue una dictadura”, dijo en octubre. Pero, un mes después, volvió sobre el tema en radio Cooperativa. Señaló que de llegar a La Moneda iba a mantener el Plan de Búsqueda, impulsado por Boric, de los más de 1.000 chilenos que siguen desaparecidos. Aunque, agregó, lo mantendría funcionando “bastante distinto” a cómo opera hoy pues “hay mucha gente que diría que, en realidad, no es búsqueda, es venganza”. Jeannette Jara, rápidamente, la cuestionó: “Demuestra ser la misma que abrazaba a Pinochet”. Matthei no se quedó atrás: “La candidata del Partido Comunista es de las que corría a abrazar a Fidel Castro”.
La postura de Kast, quien va en su tercer intento a La Moneda, es conocida por los chilenos. En su candidatura 2025 el republicano se ha concentrado, estratégicamente, en su proyecto de “Gobierno de emergencia” y ha evitado referirse a los temas que complican su carrera presidencial, como su postura en contra del aborto y otras libertades individuales. En 2017, sin embargo, cuando competía por primera vez por la Presidencia, dijo a La Tercera sobre Pinochet: “Yo defiendo su Gobierno (...) No hay que ser muy creativo para pensar que si estuviera vivo, votaría por mí”.

El factor Punta Peuco
De manera sorpresiva, Boric anunció el lunes 3 de noviembre, desde La Moneda que Punta Peuco, la cárcel especial para violadores a los derechos humanos donde hay 139 exuniformados entre los 60 y los 94 años, será un penal común. Lo hizo después de que la Contraloría tomara razón del decreto de un cambio que el mandatario había informado en junio en su discurso anual al Congreso.
El anuncio de Boric fue 24 horas antes del penúltimo debate presidencial, organizado por la Asociación de Radiodifusores de Chile (ARCHI), y provocó que parte de la agenda que abordaron los candidatos fuera en torno a las violaciones a los derechos humanos. Matthei tuvo que volver sobre sus críticas al Plan de Búsqueda: “Obviamente hay que buscar, pero es bien raro cuando tienen no sé cuántas osamentas a las que no les han hecho el test de ADN”.
A Kaiser se le preguntó si de llegar a La Moneda indultaría a Miguel Krassnoff, condenado por cientos de crímenes y preso en Punta Peuco. “Voy a cerrar el capítulo 73-90, definitivamente. También, el que se siga pagando a falsos exonerados y a exonerados políticos por generaciones. Ya basta del abuso que ha sido toda esta política supuestamente de reparación, que no ha sido reparación, ha sido pura venganza”. Y agregó: “Voy a cerrar el capítulo para todos. Usted no puede tener gente de 80 y 90 años pudriéndose en la cárcel, queriendo mezclarlos con delincuentes comunes solamente porque a usted no le caen bien políticamente”.
En el mismo foro estaba el candidato independiente Marco Enríquez-Ominami (52). Krassnoff está condenado por el homicidio en 1974 de su padre, Miguel Enríquez. “Veo que los viejos fantasmas del pasado reaparecen de la mano de la derecha dura, señor Kaiser. El señor Krassnoff no ha colaborado con la verdad: asesinó a dos tíos míos y a mi padre”, le dijo al libertario Enríquez-Ominami, que tiene un 1,33% de apoyo en las encuestas en promedio.
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