Los 10 lugares favoritos de Mario Desbordes: “A los 15 años, estuve preso por desórdenes en la vía pública”
El alcalde de Santiago habla de sus tiempos de estudiante del Liceo 14, de sus recuerdos en la Plaza de Armas y de su cariño por la Escuela de Carabineros


Plaza de Armas. He visitado esta plaza desde que tengo uso de razón. Cuando era un chico venía con mi abuelo, Guillermo Jiménez, a comer al Chez Henry o al Santos y a jugar pool a Bajos York. Él solía enviarme a buscar su correo, lo que hacía cuando yo iba a entrenar taekwondo, con el maestro Chun, a la Unión Española. De adulto trabajé en la Plaza de Armas, tenía una oficina, y ahora he vuelto como alcalde de Santiago. (Entre las calles Merced, Ahumada, Monjitas y Estado de Santiago).
Iglesia San Isidro. Soy de los católicos flojos, voy una vez al mes a la iglesia. Pero la de San Isidro es especial porque iban mis abuelos maternos, incluso los velaron ahí. Era un matrimonio muy feliz. Mi abuelo fue un tremendo padre para sus cuatro hijas, muy trabajador: empezó de obrero a los 12 años y luego se hizo un emprendedor. Al igual que él, trato de ser un papá más cariñoso, aunque me cuesta porque siempre he sido introvertido. Tengo un millón de TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo). Siempre me ha costado expresar cariño o esas cosas más de la piel. (San Isidro 500, Santiago).

Casa de los abuelos. Mi abuelo Guillermo era el alma de la familia, nos hacía reír a todos. Una vez se detuvo frente a una Casa de vidrio en Agustinas y donde una chica hacía su vida completa, hasta se duchaba. A él lo vimos en la televisión, junto a la gente agolpada, mirando sobre la reja, y estaba ahí. Hasta el día que murió lo molestamos con eso. (Santa Rosa 304, Santiago).
Barrio Franklin. Es muy bonito, tiene un potencial enorme, quiero que sea el San Telmo de Santiago. Es un barrio que me recuerda a varias etapas de mi vida. Me encanta su matadero, que tiene exquisitas carnes para los asados que, en nuestra familia, solemos hacer en cumpleaños o fiestas. En mi familia no tenemos celebraciones masivas, sino pequeñas. Me gustan esos encuentros, la sobremesa con una buena copa de vino chileno, el mejor del mundo. (Matadero y Persa Biobío, en Santiago).
Museo de Bellas Artes. Me encanta la pintura chilena, las más clásicas. Me fascina Rebeca Matte, su escultura es un lujo para Chile. Soy conservador en el arte, pero en lo personal o valórico no mucho, salvo que no estoy de acuerdo con el aborto libre. Me considero liberal, aunque soy fome. (José Miguel de la Barra 650, Santiago).
Escuela 556. Era muy humilde, con cancha de tierra y salones pequeños, pero de la que estoy orgulloso. Mis profesoras eran normalistas. En esa escuela pública me aproximé a la música clásica, cuando llevaron un cuarteto de cuerdas que interpretó obras de Georges Bizet. Eso quedó en mi memoria para el resto de la vida. Tuve una infancia feliz, pese a que atravesábamos crisis económicas. Nadie me ha regalado nada en la vida, vengo de un sector popular, de una escuela con números y de un liceo público. (Hoy Colegio Palestino, avenida El Parrón 498, La Cisterna).

Liceo 14. Lo pasé estupendo en ese liceo. Yo era superpololo, fiestero y desordenado. A los 15 años, estuve preso por desórdenes en la vía pública. Había una tradición ridícula de tirarnos huevos y le lanzamos unos a las niñas del liceo del lado. Yo lancé un huevo que terminó en la cabeza de una inspectora y llegó Carabineros para detener a los pajarones que estábamos más cerca. Mi madre me buscó en el calabozo y después me reprendió. Eran desórdenes de ese tipo, anécdota de fin de año, jamás violencia. En ese liceo fui presidente de curso y también del centro de alumnos. Mi hermano y yo fuimos amenazados de muerte por el Frente Juvenil Lautaro. Hace unos años regresé al liceo. Fui con el exsenador Alejandro Guillier, quien estudió también fue exalumno, y nos interpelaron estudiantes: ¿Llegaremos adonde ustedes lo han hecho? Les dijimos que sí. Pero luego ambos estuvimos de acuerdo con que la respuesta sí es la que uno quiere, porque la correcta es difícil de dar. El problema está en que las oportunidades no han mejorado. Yo terminé siendo la excepción entre mis excompañeros, tal vez por suerte, virtudes o ayuda de Dios, quién sabe la razón. (Gran avenida José Miguel Carrera 9740, El Bosque).
Escuela de Carabineros. Quería ser policía, combatir a delincuentes y defender a la ciudadanía. Yo entré a los 18 años a la escuela de Carabineros y salí dos años después. Hoy es preciosa, pero en mi época -finales de los ochenta- era muy pobre. Teníamos dormitorios humildes, casi sin agua caliente y recibíamos la ropa usada de las promociones anteriores. Su régimen me costó al principio, porque yo venía de ser un dirigente estudiantil que era bueno para debatir. Y en la institución se puede opinar con respeto, pero finalmente se reciben órdenes. Cuando fui carabinero hubo momentos bonitos y otros muy dolorosos. La primera vez que salí en un diario, en La Tercera, el 12 de abril de 1989, fue porque mataron a un compañero. Nuevamente, aparecí en la prensa cuando me enfrenté a tiros con una banda de ladrones de automóviles: me dispararon y yo herí a uno de ellos. Eso era la vida de un oficial. Me salí de Carabineros porque no me autorizaron para casarme y yo ya era papá. Luego, me casé y a los cuatro años me separé. No me arrepiento de haberme ido de Carabineros, soy poco dado a arrepentirme de lo hecho en mi vida. (Avenida Antonio Varas 1842, Providencia).

Universidad de La República. Ahí estudié derecho. Lo hice en las noches durante cinco años. Todos éramos adultos y creo que dos tercios terminó separados debido al desgaste enorme. Yo no tenía ni una posibilidad de dedicarme solo a estudiar, así que también trabajaba en Gendarmería. (Agustinas 1831, Santiago).
Palacio del exCongreso en Santiago. El estallido social fue muy duro. Defendí mucho a Carabineros y a las fuerzas armadas, y al mismo tiempo -por petición de excompañeros de Carabineros- intentamos buscar una salida política. Estoy orgulloso de haber llegado al acuerdo del 15 de noviembre de 2019, que permitió que Chile siguiera funcionando al día siguiente. Hoy hay muchos políticos que pretenden dar cátedra de lo que debimos hacer, pero que en ese minuto estaban escondidos debajo de su cama. (Catedral 1155, Santiago).
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