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Los 10 lugares favoritos de la alcaldesa de Quilicura: “Fui peluquera y tuve un salón de belleza cuando tenía 21 años”

La trabajadora social Paulina Bobadilla habla de su niñez en Recoleta, los encuentros familiares donde se encarga de preparar el asado y de por qué siente alivio en el Cajón del Maipo

Maolis Castro

Faldas del cerro, Recoleta. Las faldas del cerro fue el patio de nuestra casa. Nací ahí y siempre viví al lado de ese cerro, donde aún vive parte de mi familia, y en una época en que esa localidad no estaba completamente urbanizada. Entonces, no se invertía en los parques. Hablo de unos 40 años atrás, donde era un cerro lleno de barro y no era top como ahora. Yo solía lanzarme por esas pendientes encima de unos cartones, junto a uno de mis cuatro hermanos. Terminábamos con las rodillas ensangrentadas, pero para nosotros era la gran diversión. En esos años había una toma a la que iba con mis primas, hacíamos picnics allí, y estaba el canal del Carmen, al que llamábamos las cataratas del Niágara. Cuando regresábamos al colegio, luego de vacaciones, nos preguntaban a dónde habíamos ido y nosotros respondíamos que al Niágara... pensarían que éramos millonarios. (Parque ecológico Mahuidahue, en Recoleta).

Peluquería El otro arte. Paso largas horas en la peluquería, reflexionando. Es de mi amiga Alicia Fuentealba, a quien conozco hace 25 años cuando trabajamos juntas en La Florida porque yo estudié en un instituto de estética y peluquería. De hecho, fui peluquera y tuve un salón de belleza cuando tenía unos 21 años. Trabajé mucho porque nunca quise depender de un hombre, y luego nació mi hija Javiera. Me dediqué a su cuidado y buscar alternativas para que dejara de sufrir, así que vendí aquel negocio. Me di cuenta de que necesitaba un título para poder meterme en otras aristas, porque desde los 14 años fui una defensora de las políticas públicas dado que encontraba que había injusticias, y fue así: de viejita estudié en las noches, y luego online, para graduarme de trabajadora social. (Avenida Padre Hurtado Norte 1988, Vitacura).

Cajón del Maipo. Soy fundadora de Mamá Cultiva, que lucha por el autocultivo de cannabis medicinal en Chile, junto con otras madres que no encontrábamos alivio en la medicina tradicional y sí en una planta de cannabis para nuestros hijos con diagnósticos catastróficos. En el Cajón del Maipo teníamos un cultivo, del cual extraíamos el aceite para darle a nuestros hijos y eso les permitía dejar de sufrir y a mí me daba tranquilidad. En mi caso, tengo una hija con esclerosis tuberosa, que le provoca unos dolores espantosos, y epilepsia refractaria. Empecé esta lucha con ella cuando tenía cinco años y ahora tiene 18. Por años estos cultivos para uso medicinal fueron demonizados, pero dimos una lucha para su legalidad y desmitificación. (Ubicado a 48 kilómetros de Santiago).

Restarurante Las Palmeras. Las veces que puedo me arranco para este restaurante típico de Quilicura, donde me fascina comer pollo al coñac con pebre y papas. Se come comida de casa; antes era un comedor que solo trabajaba por las tardes, pero ya se expandió y ahora comenzarán a hacer hasta un ciclo de tardes de ‘mujeres despechadas’. Lo conocí recorriendo la comuna, en el eje de San Luis, una zona que estuvo muy abandonada durante años y recuperamos. Los dueños al principio me miraron extrañados, pero luego han entendido que los alcaldes y las autoridades no venimos del Olimpo, sino que somos tan normales como cualquier persona. (Paula Jara Quemada 395, Quilicura).

Humedal de San Luis Norte. Es esa Quilicura rural que todavía está presente en nuestra comuna, donde me ha servido de cobijo en momentos difíciles. Hay días que son rudos en la alcaldía, y cuando necesito ese espacio de aire, conectarme con mis raíces, me arranco al humedal, que es maravilloso porque llega todo tipo de aves y animales. (Norte del Estero Las Cruces, Quilicura).

El zapato soñado. Me encantan los zapatos y comprar a los emprendedores. Esta es una tienda de Eunice, una emprendedora de Quilicura, donde siempre cuenta que empezó con un pequeño aporte de 60.000 pesos [unos 63 dólares] y luego creció mucho. Son las historias que me gustan. (Eliodoro Yáñez 2416, Providencia).

La casa de encuentro familiar. Siempre me apropio de este sitio, pero es una casita de mi hermana en Zapallar, donde disfruto cocinar. Soy la que siempre hace el asado cuando hay encuentro familiar, porque a los hombres les queda muy crudos o como un carbón. El otro día mi familia solo me invitó para que hiciera el asado. Esa casa de mi hermana fue construida con mucho esfuerzo, pues en mi familia creemos en la superación personal. Provengo de una familia de mucho esfuerzo, que pasó mucho tiempo luchando por tener una vivienda. Fueron años rudos y no fue fácil salir adelante. Yo, por ejemplo, nunca pensé en llegar a un puesto político, lo único que quería era un lugar en donde vivir tranquila porque durante mucho tiempo arrendamos casa. Hoy me gusta recordar de dónde vengo y decirle a la gente que sí se puede. (Zapallar, región de Valparaíso).

La casa en Quilicura. Específicamente, me gusta el patio. Paso allí con mi hija observando el cielo. Y también con nuestra gatita Luna, a la que le pusimos un GPS porque a veces se nos perdía; yo creo que se mete en casas ajenas porque cada día está más gorda y nosotras la teníamos a dieta. Llegué a esta casa con mi esposo Francisco hace 23 años, en un momento en que todavía no había incursionado en política. Me fui dando a conocer porque no me quedaba callada. Era del sector como acomodado de la comuna y no se daba mucho que salieran a exigir los que venían de esas zonas, sino que siempre de los lugares más populares. En principio, fui parte de un consejo consultivo de la sociedad civil, y luego del estallido social de 2019 sentí que había una forma de abrir camino hacia una sociedad más justa y equitativa. Entonces, la gente no creía en los políticos. La primera vez que postulé a alcaldesa, sentí que luchaba contra los molinos de viento, pero hoy ya llevo dos periodos.

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Sobre la firma

Maolis Castro
Es periodista de EL PAÍS en Chile desde 2024, antes estuvo en el medio económico Bloomberg Línea. Trabajó para EL PAÍS desde Venezuela entre 2016 y 2019. También estuvo en el portal de periodismo de investigación Armando.info y El Nacional. Ha colaborado para medios como Pulso (Chile), The Wall Street Journal y ABC (España).
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