Desilusionados por Tinder, los jóvenes se acercan a las agencias matrimoniales
El negocio de las citas formales gana popularidad gracias a la privacidad y al acompañamiento que ofrecen a los usuarios durante su travesía para encontrar pareja


Los expedientes se acumulan en la oficina de Carmen del Valle, quien tiene la misión de unir corazones solitarios. Del Valle, de 56 años, es la fundadora de Harmony, una agencia matrimonial que opera cerca del parque de El Retiro, en Madrid, y que en los últimos años ha visto un interesante giro en la edad de sus clientes. Bajo la promesa de unir vía teléfono móvil a millones de personas solteras, aplicaciones como Tinder rivalizaron durante casi una década con los negocios como Harmony. Ahora, tras una evidente desilusión por estas plataformas, las agencias de citas han notado que a las oficinas llegan jóvenes que no han cumplido los 30, un segmento que nunca antes había confiado en la figura del matchmaker, casamentera en inglés.
Uno de cada cinco clientes que se inscriben en Harmony actualmente tiene menos de 30 años, explica Del Valle por videollamada. Este es un segmento inédito para un modelo de negocio que estuvo históricamente enfocado en personas que sobrepasaban la cuarentena y que habían atravesado un divorcio o la ruptura de una relación larga. Los nuevos usuarios vienen de romper con sus cuentas de Tinder, cuenta Del Valle, quien más allá de recibir a la generación Z en sus oficinas, ha creado todo un sistema de apoyo en su negocio para que estos perfiles tengan éxito en su búsqueda.
El uso intensivo de la tecnología, cuenta Del Valle, ha desgastado la capacidad que tienen algunos jóvenes para relacionarse a nivel sentimental, sobre todo en las primeras citas. “Por lo que el servicio incluye sesiones de coaching y terapia psicológica para que aprendan a gestionar las expectativas y el rechazo”, resume Del Valle.
El paso de la pandemia llevó a una serie de cambios importantes en el comportamiento de los jóvenes, apunta Isabel Fuster, de la agencia Lazos en Valencia, una firma que opera en España desde hace 14 años. El teletrabajo, las compras en línea, la banca virtual y la manera de relacionarse en las plataformas digitales han trastocado cómo las generaciones que crecieron junto a los teléfonos inteligentes entienden las relaciones.
“Este segmento percibe los vínculos sentimentales de otra manera”, cuenta Fuster, quien estudió psicología en la Universidad de Valencia. “Algunos apuestan por el poliamor, otros encadenan varias relaciones cortas. En consecuencia, cuando llegan a un ambiente más formal como el de las agencias, quieren encontrar el amor en la primera cita y se estrellan contra un muro”, expone Fuster, quien confirma que en las agencias más tradicionales están aterrizando cada vez más veinteañeros.
Gran parte de los perfiles que llegan a estas oficinas acumulan frustración e incluso síntomas de ansiedad, remarca Clara Soto, de la agencia Lazos en Madrid. Las relaciones efímeras o encuentros superficiales que son el común denominador en los espacios virtuales son la raíz de este malestar que pesa sobre esta generación, según Soto. “Esa saturación digital ha abierto paso a un nuevo perfil de jóvenes que valoran espacios más serios, humanos y personalizados para conocer a alguien afín”, aclara Soto, quien también es socióloga.
Conocer a alguien a través de una agencia, sin embargo, no es apto para todos los bolsillos. El servicio, que no garantiza que los usuarios que ingresan salgan emparejados, oscila entre los 700 y 2.000 euros por una serie de citas —normalmente entre 5 y 10— o por un periodo de tiempo definido —de seis meses o un año—. Aun así, esto no ha detenido a los más jóvenes, que preguntan por modalidades de pago flexibles. En algunos casos, indica Del Valle, son los padres quienes pagan por el servicio. Las agencias consultadas concuerdan en que un 80% de los clientes de estas edades encuentran una pareja estable después de un año.
Pero el negocio de la soledad se ha visto forzado a readaptarse para sobrevivir. No todo se resume en citas privadas producto de un emparejamiento estudiado y calculado previamente. De este rígido esquema se desprenden otros modelos que giran alrededor de la presencialidad y el cara a cara.
En ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia, por ejemplo, es difícil encontrar un asiento libre para los encuentros conocidos como speed dating (citas rápidas), donde los participantes van rotando entre mesas para conocer y conversar con distintas personas y finalmente seleccionar con cuál les gustaría volver a tener una cita. En la mayoría de eventos, solo hay que ser mayor de edad para poder participar.
Las plataformas digitales también han aprendido de su periodo en declive. En una entrevista para el New York Times, Whitney Wolfe Herd, cofundadora de Tinder y creadora de Bumble —al timón de esta última empresa actualmente—, explicaba que busca lavar la imagen de Bumble para que la aplicación sirva de un espacio de “autoconocimiento” a través de cuestionarios reflexivos para los usuarios y, en paralelo, también mostrar dónde hay reuniones sociales o locales para que los usuarios puedan apartar la app y salir al mundo. El equipo de Tinder también está creando formas de conocerse sin presión en la aplicación, con el objetivo de atraer a la generación Z. Una nueva función permite a los usuarios concertar citas dobles con sus amigos con mayor facilidad.
Pero las agencias no solo se alimentan de la necesidad de escapar de la burbuja digital. Según Del Valle, muchos de los jóvenes perfiles que acuden a su oficina expresan que simplemente no disponen de tiempo para hallar pareja. “Hay un nuevo perfil que es el del joven con una vida académica o profesional muy ocupada o que acaba de venir de estudiar o trabajar en el extranjero, y que no encuentra los espacios para encontrar pareja”, especifica la fundadora de Harmony.
El psicólogo Sergio García Soriano subraya que los espacios habituales donde se solía encontrar pareja se han ido difuminando con el tiempo. “Antes era muy probable encontrar novia o novio en tu barrio, durante el paso por la universidad o el trabajo, pero parece que se ha relegado esa responsabilidad a los espacios en internet”, suscribe García Soriano: “Durante mucho tiempo la tecnología nos hizo pensar que estábamos acompañados, cuando realmente no era así”.
Este psicólogo cree que los jóvenes han interiorizado esta idea y que ahora empiezan a buscar relaciones personales y cercanas, abandonando poco a poco los entornos virtuales. Aplicaciones como Tinder o Bumble han sufrido una constante pérdida de usuarios en los últimos años. Estas dos plataformas perdieron 17 millones de suscriptores en el segundo trimestre de 2024 y las descargas bajaron un 20%, según The Economist.
También se ha desplomado su valor en Bolsa con pérdidas que superan los 40.000 millones de dólares desde 2021. “Los usuarios ya no buscan más coincidencias, sino mejores”, escribió Spencer Rascoff, consejero delegado de Match Group, el grupo empresarial propietario de Tinder y Bumble. Una encuesta realizada por la consultora de mercados británica Savanta en 2024 reveló que el 90% de los miembros de la generación Z se sienten frustrados con estas plataformas.
El negocio de las agencias matrimoniales saborea, en cambio, un momento dulce, según Del Valle, con un aumento generalizado de usuarios. En la mayoría de ciudades, la aparición de las aplicaciones de citas supuso el fin para un número importante de agencias. “En Madrid solo sobrevivimos las más conocidas”, comparte Del Valle. La tendencia parece revertirse. Ahora se está normalizando el acompañamiento a la hora de encontrar pareja, sostiene Sara Radaideh Fuertes, de 37 años, quien dirige su propia agencia de citas en Valencia. “Aunque también es cierto que en algunas ocasiones no podemos decirles que sí a todos los jóvenes que llegan porque la bolsa de clientes con esas edades no es tan abultada todavía”.
Radaideh recuerda que cuando sus padres fundaron el negocio hace 45 años, este tipo de oficinas no solo arreglaban citas, sino también fiestas para que los solteros encuentren el amor. Concretamente, rememora los encuentros en el Hotel Astoria en Valencia (ahora nombrado Only you) los fines de semana. Si esos espacios desaparecieron, ahora están resucitando en forma de clubes para correr o hacer senderismo, cuenta Radaideh. Las agencias también buscar renovar la idea que proyectan. Algunas han pasado a llamarse simplemente “agencias de citas” con el objetivo de no espantar a los usuarios más jóvenes que buscan, principalmente, relaciones estables y serias.
Hubo un tiempo que las aplicaciones hicieron daño a este modelo de negocio. Definitivamente, ese momento se ha terminado, señala Del Valle. “Internet ya no conecta más”, es la conclusión Fuster, quien cree que la red de redes “te puede ayudar a conectar más con las personas que ya tienes en tu vida, pero no para establecer nuevas relaciones sentimentales”.
Tendencias es un proyecto de EL PAÍS, con el que el diario aspira a abrir una conversación permanente sobre los grandes retos de futuro que afronta nuestra sociedad. La iniciativa está patrocinada por Abertis, Enagás, EY, Iberdrola, Iberia, Mapfre, Novartis, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Redeia, y Santander, WPP Media y el partner estratégico Oliver Wyman.
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