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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La extrema debilidad de Europa

La sumisión comercial y militar a Trump evidencia que es necesaria una reacción urgente para adaptar la UE a las amenazas actuales

Editorial UE 3 de agosto de 2025
El País

Los ciudadanos europeos, y el mundo entero, constataron hace una semana la debilidad de la Unión Europea en una época marcada por el recurso descarnado a la fuerza para ganar espacios de poder geopolítico. El pacto comercial firmado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, brilla como ejemplo de la fragilidad y dependencia de un bloque europeo que no está preparado para afrontar el desafío de lidiar con grandes potencias gobernadas con instintos avasalladores. Faltan muchos detalles por aclarar, pero no cabe duda de que el pacto es una claudicación política ante la coerción; la relación fundamentada en la fuerza se asume no solo sin rechistar, sino con lamentables palabras y gestos de sumisión al matón norteamericano en su propio campo de golf.

La lógica de la sumisión es doble: evitar una escalada en la guerra arancelaria y evitar un abandono en la guerra de Ucrania. La primera hubiese sido sin duda dañina; la segunda, catastrófica. Si a ello se suma la resignación de los aliados europeos de la OTAN ante la imposición de un exagerado objetivo de gasto militar, la conclusión es cristalina: Europa carece de los instrumentos y de la confianza en sí misma para la geopolítica actual. Faltan capacidades, falta cohesión política para construirlas, y falta utilizar adecuadamente las que sí hay.

Los ciudadanos europeos deben ser conscientes del momento y exigir a sus representantes nacionales y en Bruselas un salto en la construcción común que garantice la soberanía europea. Ello no significa independencia, pero sí disponer de suficientes capacidades militares, económicas, tecnológicas y de los instrumentos para aprovecharlas adecuadamente como para no ser avasallados. El proyecto común es no solo la mejor, sino la única esperanza de preservar en el futuro la libertad, la prosperidad y la seguridad de los europeos.

El camino hacia delante es obvio desde hace años. Los acontecimientos recientes solo muestran su urgencia. Se trata de culminar el mercado interior para superar la fragmentación que todavía nos debilita, por ejemplo, causando la salida de 300.000 millones de euros anuales de ahorros europeos hacia EE UU, porque aquel sí es un verdadero mercado único. Invertir de forma coordinada, construir bienes públicos europeos y fomentar la innovación. Fortalecer capacidades militares y estrechar la coordinación en este campo, primero en el sector industrial, pero también con nuevos mecanismos de cooperación operativa, no para sustituir a la OTAN, pero sí creando un pilar europeo dentro de ella.

Esta amarga sensación de debilidad económica y militar coincide además con la vergüenza por la irrelevancia autoimpuesta de la UE ante la matanza en Gaza. Independientemente de su calificación jurídica, lo que está haciendo Israel es una monstruosidad con resonancias en siglos pasados. Ante algo así, el silencio de la UE como bloque, incapaz de tomar la más mínima acción colectiva para presionar al Gobierno de Netanyahu, supone una abdicación imperdonable de su liderazgo moral en el mundo.

La actitud miedosa o pusilánime ante la amenaza comercial de Trump, la militar de Putin o la moral de Netanyahu constata sin ambages que hace falta una reconstrucción. La UE se fundó para evitar nuevas guerras entre sus miembros. Ahora debe cambiar para actuar como bloque y protegerse ante amenazas de fuera. Un obstáculo es el auge de fuerzas nacionalpopulistas que se oponen a una mayor integración, o incluso abogan por un retroceso. El otro es el miope interés nacional que ralentiza o bloquea de forma exasperante el progreso incluso en el momento más exigente y peligroso para la UE desde su fundación. La tarea no es fácil. Pero si los europeos ven que la UE no cree en sí misma, empezarán a votar en consecuencia.

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