La UE se resigna a aceptar un arancel del 15% a sus exportaciones para cerrar un pacto comercial con Estados Unidos
El acuerdo alcanzado contempla que Europa compre energía a Washington por valor de unos 640.000 millones de euros durante tres años
La Unión Europea se ha resignado a aceptar un arancel del 15% general a sus exportaciones hacia Estados Unidos. No habrá una imposición similar, en cambio, para los productos estadounidenses que compre Europa. Este es el principio básico del pacto al que han llegado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, este domingo en un campo de golf propiedad del propio Trump en Escocia. No hubo sorpresas, pese a que el estadounidense ha mantenido la presión hasta el momento antes de comenzar la reunión, cuando ha dicho que creía que había un 50% de opciones de cerrar la guerra comercial que él mismo abrió con la Unión Europea entre marzo y abril y que ha alterado la relación comercial más intensa del mundo.
“Va a ser el mayor de los acuerdos”, ha proclamado Trump con su habitual grandilocuencia. “Lo hemos logrado y es bueno”, se ha felicitado Von der Leyen, quien ha liderado una Comisión Europea que ha perseverado en la negociación y en la salida pactada hasta el final. Este arreglo, que evita una escalada que podría ser peor, es claramente desequilibrado para los intereses europeos.
Que Estados Unidos ha logrado imponer su posición queda claro en el resultado, pero también en las propias palabras de Von der Leyen. Antes de entrar a la reunión aseguraba que se trataba “de reequilibrar la situación”. “Tenemos un superávit. Estados Unidos tiene un déficit y tenemos que reequilibrarlo”, concedía. Al acabar, en su encuentro ante la prensa habló de un “acuerdo que crea certeza en tiempos inciertos, da estabilidad y predictibilidad para ciudadanos y empresas a ambos lados del Atlántico”. Para evitar valoraciones, no puso énfasis en los números y huyó de los calificativos que había utilizado Trump.
A falta de conocerse todos los detalles del pacto alcanzado en Escocia, el acuerdo, discutido durante semanas entre los dos bloques que más bienes y servicios intercambian en el mundo, consolida el punto de partida desigual en el que empezaron estas negociaciones. Porque cuando en abril empezaron las conversaciones, Washington aplicó a la UE los falsamente llamados “aranceles recíprocos” con un 10% adicional que se sumaba al 4,8% general que ya gravaba los productos europeos que entraban en Estados Unidos antes de que Trump llegara a la Casa Blanca. Ahora toda la imposición se englobaría, según lo que ya se sabía antes del encuentro de este domingo, en el 15%.
Si estos números se confirman, el resultado es claramente desigual. Los datos del centro europeo de estudios Bruegel concluían hace unas semanas que el arancel medio aplicado a las importaciones europeas a Estados Unidos era del 1,45% en 2023. Y a la inversa, del 1,32%. Ahora, ese cálculo sería muy diferente teniendo en cuenta que Washington va a aplicar un 15% de arancel general.
Esa tasa también se aplicará a los coches. El daño que podía provocar a este sector una escalada arancelaria ha estado muy presente en todo momento en las negociaciones. “No deberíamos olvidar de dónde venimos, hoy los coches pagan 27,5% y hemos logrado bajarlo al 15%. Es lo mejor que podíamos lograr”, ha admitido la alemana con resignación, recordando que este último porcentaje también se aplicará a los productos farmacéuticos, para semiconductores y para la agricultura. Habrá algunas excepciones en productos estratégicos para Estados Unidos. Así, el arancel será inexistente en la aviación, algunos chips, materias primas críticas y algunos productos agrícolas.
Que Von der Leyen haya incluido al sector farmacéutico en el listado de productos que pagarán el arancel general ha generado cierta confusión porque al comienzo de la reunión Trump había dicho que Estados Unidos quiere que los medicamentos se fabriquen en su país. Cuando se le han pedido explicaciones sobre esto, la alemana ha asegurado que lo expresado por el presidente estadounidense afectaría al resto del mundo, pero no a Europa.
Trump también ha subrayado, además, que la UE se comprometía a comprar combustibles de procedencia estadounidense por valor de 750.000 millones de dólares (unos 640.000 millones de euros). Bruselas ha confirmado estos datos, pero ha matizado que será a lo largo de tres años y l ha presentado como una forma de desvincularse más del crudo y el gas ruso. También habría compromisos de inversión y de compras de armamento estadounidense, pero no hay cifras por el momento.
A Escocia, la delegación europea llegó encabezada por la presidenta del Ejecutivo comunitario y el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, junto a técnicos y personal de apoyo de sus gabinetes. Del lado estadounidense, estuvieron Trump, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el representante de Comercio, Jamieson Greer. Todos estaban sentados unos frente a otros en una reunión en la que Trump ha ocupado la escena hablando y respondiendo sobre todo lo que se le preguntaba: aranceles, Gaza, migración, el Reino Unido... El republicano ha dejado claro con su actitud que los europeos estaban como invitados en su casa, un club de golf de su propiedad en el sur de Escocia, y Von der Leyen ha asumido ese rol secundario.
La relación comercial más intensa del mundo
La de Washington y Bruselas es la relación comercial más intensa del mundo. Cada día, con datos de 2024, cruzan el Atlántico en un sentido o en otro productos por valor de 2.400 millones de euros. En total fueron 870.000 millones de euros el año pasado, con un déficit del lado estadounidense cercano a los 200.000 millones. La balanza, pese a todo, se nivela mucho cuando se añade el intercambio de servicios, unos 50.000 millones con datos de 2023.
Las negociaciones entre Bruselas y Washington comenzaron hace ya más de tres meses, en la primera mitad de abril. Apenas unos días después de que Trump lanzara su guerra comercial contra el mundo entero con una andanada de aranceles masivos, reculó por la presión de los mercados, que se cebaron con la deuda estadounidense. Desde entonces, la Administración de Trump ha ido cerrando acuerdos, con el Reino Unido, Vietnam, Indonesia, Filipinas y Japón.
Este último, también con un 15% de aranceles para las exportaciones niponas hacia el gigante norteamericano, cambió el escenario de las conversaciones entre la UE y Estados Unidos. Muchos diplomáticos, políticos y analistas empezaron a verlo como el ejemplo de lo que podía servir a Europa. De hecho, fue apenas un día después cuando empezó a vislumbrarse la posibilidad de un punto de encuentro, tras una llamada entre Sefcovic y Lutnick.
No se acaba aquí la lista de negociaciones comerciales pendientes para Washington. Este lunes y martes el secretario del Tesoro, Scott Bessent, viaja a Estocolmo para negociar con una delegación china. Entre las dos grandes potencias, hay vigente una tregua después de la escalada arancelaria inicial en la que ninguna parte cedía. Entonces, tras un primer golpe estadounidense, se sucedía la réplica de Pekín; a esta, la contrarréplica de Trump. Y así sucesivamente hasta que se llegó a un nivel en el que las exportaciones chinas a Estados Unidos pagaban un arancel de entrada del 145% y el 125% en sentido contrario. Después se pactó una tregua y ahora la tasa es del 30% y el 20%, respectivamente.
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