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El representante de ACNUR se despide de México: “Me llevo la sonrisa de muchas personas refugiadas que pensaron que no iban a sonreír más”

Giovanni Lepri hace balance de los cuatro años de su gestión, en la que enfrentó recortes a la ayuda humanitaria y la ofensiva trumpista contra los migrantes

Giovanni Lepri

Sonriente y como si se tratara de una jornada laboral cualquiera, Giovanni Lepri (Milán, 54 años) recibe a EL PAÍS en las oficinas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para su última entrevista como representante, tras cuatro años al frente de la agencia en México. Emocionado, admite que han sido años “turbulentos”, pero también “muy productivos”. Recuerda que antes de su llegada, “México recibía 1.000, 2.000 solicitudes de asilo al año”, mientras que “en los últimos cinco años, ha recibido 600.000 o más”, lo que genera una carga de trabajo considerable en las instituciones mexicanas encargadas de la atención a los refugiados. “La magnitud ha cambiado de manera enorme [y] la capacidad del sistema se ha incrementado”, asegura, aunque reconoce también que aún queda mucho por hacer.

Lepri cuenta que ha tenido que enfrentar muchos retos que han obstaculizado el trabajo de la institución. El último de ellos se mantiene en la Casa Blanca y ha lanzado una férrea ofensiva contra los migrantes que ha cerrado la frontera sur de Estados Unidos a los solicitantes de asilo. Esta situación ha ido acompañada también de severos recortes a la ayuda humanitaria que han afectado a varias organizaciones internacionales que dependían de esos fondos, como la Agencia de la ONU para los Refugiados.

Según datos de la misma entidad, programas esenciales que ascienden a 1.400 millones de dólares tuvieron que ser recortados o suspendidos este año. En México, esto se materializó en el cierre de cuatro oficinas: Palenque, Tuxtla Gutiérrez, Tenosique y Guadalajara. Para Lepri, que cuenta con más de 20 años de carrera como funcionario internacional, la decisión más difícil ha sido en estas circunstancias. “Cada una de las 200 personas [a las] que he tenido que recortar los contratos en estos últimos meses y, sobre todo, la segunda o la tercera ronda”, confiesa. “La primera también fue gravísima, pero digamos [que], tal vez estratégicamente, todavía se podían hacer algunos ajustes. Pero a partir de la segunda en adelante, era ir cortando el esqueleto, cortando la columna de la operación”, explica.

Pero también quiere destacar los logros del ACNUR en México. Uno de ellos es la apertura en Tapachula de un centro de atención a personas refugiadas, en el que se concentran tanto las dependencias gubernamentales como las organizaciones civiles y agencias de la ONU, que tiene capacidad para atender hasta 1.500 personas. El diplomático italiano resalta también el “haberle dado más voz a la persona refugiada” dado que, para él, los organismos internacionales a veces se olvidan de que su trabajo “es darle la posibilidad a la persona de hablar”.

No se olvida de mencionar al sector privado. “Es un actor nuevo, pero que entró con fuerza”, comenta. Subraya que el Premio Nansen, un galardón creado en 1954 y que otorga el ACNUR a personas o grupos como reconocimiento por su trabajo a favor de las personas en movilidad, este año lo recibió una empresa mexicana. “Es un símbolo muy tangible de cómo actores nuevos van entrando y colaborando en estos procesos”, agrega. Recuerda los primeros acercamientos de la organización con un sector privado al que le urgía mano de obra y la “resistencia” que existía en el gremio, un panorama que poco a poco fue cambiando. “Cuando fueron los empresarios que empezaron a hablar con otros empresarios de cómo les había ido bien con el programa de refugiados, esto creó un efecto cadena, un contagio positivo que llegó a 650 empresas. Hoy el programa de integración tiene más de 600 empresas asociadas y hemos trabajado con más de 54.000 refugiados”, sostiene.

Las dinámicas de la movilidad humana se han transformado en México. Según la agencia, el país se ha consolidado como un lugar de destino para los refugiados cuando antes era solamente de tránsito. Lepri opina que esto se debe a que cada vez más personas necesitan protección y a que las otras alternativas, como Estados Unidos, se han vuelto más difíciles. “México ha demostrado tener la posibilidad y la capacidad de brindar protección y soluciones, una segunda oportunidad a personas que lo necesitan”. Y no sólo eso. Los cambios han sido tan profundos que han penetrado a una sociedad que antes era ajena a lo que vivían los refugiados. “La opinión pública mexicana entiende más que los refugiados son personas que llegan a México, no porque no tenían nada mejor que hacer que salir de su país, sino porque estaban amenazados y porque no tenían las herramientas para reconstruir su vida ni avanzar en su plan de vida”, asegura.

Pero el panorama fuera de México es distinto y Lepri se muestra preocupado por una crisis que se ha gestado en este primer año del segundo mandato presidencial de Donald Trump. “Creo que hay en este momento un cuestionamiento de valores de fondo que han regido el sistema multilateral en los últimos 80 años. A mí lo que me impresiona es cuánto costó construir algunos principios que sentíamos que eran intocables [...] y cuán rápidamente se están cuestionando”, expone. A pesar de la complicada coyuntura, Lepri deposita su confianza en el país que lo ha acogido los últimos años. “Es un país que cree en el multilateralismo, no solamente global, sino regional también”, afirma.

En su último día como representante, y antes de su siguiente misión que lo llevará a Colombia, Lepri hace un balance positivo de estos últimos cuatro años y se despide con una buena sensación. “Cuando cierro los ojos me llevo la imagen de la sonrisa de muchas personas refugiadas que realmente pensaron que no iban a sonreír más, y que aquí en México han encontrado la posibilidad de sonreír. No hay valor más grande para un funcionario del ACNUR que poder sentir que, de alguna manera, hemos contribuido a eso”, concluye.

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Sobre la firma

Paulina Flores Ramírez
Es originaria de Querétaro. Es licenciada en Relaciones Internacionales y Derecho y maestra en Estudios Islámicos y de Medio Oriente. Actualmente es becaria del Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS en la edición de México.
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