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El miedo se propaga entre los productores de cítricos ante la violencia en Veracruz

El asesinato de un empresario en Álamo Temapache pone en evidencia el ambiente de inseguridad que asfixia al principal productor de naranjas de México

Verónica M. Garrido

El terror se extiende entre los productores de cítricos. Javier Vargas Arias, un empresario de 43 años dedicado a la compra y venta de naranjas, fue asesinado a balazos en México en la madrugada de este jueves mientras cargaba en una empacadora local, en el municipio de Álamo Temapache, el corazón de la producción de naranjas del país. Se trata del segundo ataque en una semana, tras el asesinato en Michoacán de Bernardo Bravo Manríquez, presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán.

El ataque en Veracruz, un Estado donde la violencia resuena ante la extorsión de grupos criminales, ha dejado su marca en un territorio que, además, fue golpeado por las lluvias torrenciales de días atrás. Un grupo de hombres armados en una camioneta blanca, marca Chevrolet, abrió fuego contra Vargas en seis ocasiones. Según medios locales, el agricultor había recibido amenazas de muerte días antes. Algunos testigos describieron que los agresores portaban equipo táctico con apariencia militar. Vargas fue trasladado aún con vida por su hermano al Hospital General de Álamo, donde falleció horas después. Originario de Zacatlán, Puebla, era un empresario conocido, de alto poder adquisitivo y líder en la región. Hasta el momento no hay detenidos.

En Álamo Temapache, municipio de poco más de 100.000 habitantes, la economía gira en torno al cultivo y la venta de cítricos. En la plaza principal, un monumento al cortador de naranjas recuerda la importancia de esta actividad. Las lluvias e inundaciones que han afectado a cinco Estados del país —con 80 muertos y 18 desaparecidos— afectaron duramente a este municipio, que sigue sin recuperarse. El agua dejó daños en cerca del 80% de las hectáreas dedicadas a la producción de naranjas en Álamo.

El asesinato de Javier Vargas Arias ocurrió en medio de ese clima de tensión y precariedad. La alcaldesa Blanca Lilia Arrieta Pardo visitó el municipio el miércoles y fue recibida a gritos y lodazos. Los vecinos reclamaron que tardó 14 días en visitar a los afectados. Al siguiente día, la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, llegó a Álamo para supervisar las labores de limpieza y entrega de apoyos.

El crimen en Álamo sucedió apenas cuatro días después del asesinato en Michoacán de Bernardo Bravo, dirigente de productores de limón que había denunciado amenazas y extorsiones por parte del crimen organizado. Bravo apareció con impactos de bala en la cabeza. Contaba con tres escoltas y un vehículo blindado, pero no los usó el día del crimen. Hay dos detenidos. Uno de ellos es Rigoberto López Mendoza, identificado por la Secretaría de Seguridad como uno de los jefes criminales de una célula de extorsionadores a productores limoneros de Apatzingán, a los que Bravo denunciaba recurrentemente. Ambos casos dejan en evidencia el alcance de la violencia hacia el sector agrícola.

En el norte de Veracruz, donde se ubica Álamo, opera La Mafia Veracruzana, un grupo criminal surgido en 2017 como una escisión del Cártel del Golfo bajo el nombre de Grupo Sombra. Su disputa con el Cártel Jalisco Nueva Generación por el control de rutas y cobros de extorsión nutre la violencia en el municipio. La extorsión es una de sus actividades centrales. Los criminales exigen pagos o cuotas a cambio de permitir las labores cotidianas. Y quien se niega, enfrenta amenazas o ataques.

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Sobre la firma

Verónica M. Garrido
Periodista de EL PAÍS México. Antes estuvo en la sección de Ciencia, Salud y Tecnología. Graduada en Comunicación Social por la UAM-Xochimilco y Máster de Periodismo UAM-El País. Escribe ocasionalmente sobre deportes y en los tiempos libres disfruta haciendo fotografías.
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