María Corina Machado llega a Oslo después de más de un año en la clandestinidad
La opositora venezolana desafía al régimen de Maduro con su llegada a la capital de Noruega tras recibir el Nobel de la Paz


La clandestinidad ha terminado para María Corina Machado. Después de más de un año oculta por razones de seguridad, la líder opositora venezolana, premio Nobel de la Paz de este año, ha llegado la medianoche del jueves a Oslo. La dirigente tendrá este mismo jueves su primer acto oficial en el Parlamento de Noruega, que incluye una reunión y una rueda de prensa con el primer ministro, Jonas Gahr Store. Altamente anticipada y con una enorme carga simbólica, la llegada de Machado a la capital noruega marca un hito para la oposición al régimen de Nicolás Maduro y para millones de venezolanos que han seguido minuto a minuto cada pista que se ha dado a conocer en los últimos días sobre el paradero de la líder opositora. Su salida de Venezuela supone también un desafío para el Gobierno chavista y plantea nuevas incógnitas de cara al futuro en un momento álgido en la historia política del país.
En las últimas 24 horas, la historia sobre la travesía de Machado para salir de Venezuela y llegar a Noruega ha sufrido una cadena interminable de giros inesperados. A primera hora de la mañana del miércoles, el Instituto Noruego del Nobel anunció que la ganadora de este año no estaría presente durante la entrega en el Ayuntamiento de Oslo. Alrededor de una hora antes de la gala, sin embargo, la institución afirmó en un comunicado que la opositora venezolana se había embarcado “en un viaje en una situación de extremo peligro” y que “había hecho todo lo posible para asistir a la ceremonia”. “Estamos profundamente felices de confirmar que ella está a salvo y que estará con nosotros”, agregó. Apenas unos minutos más tarde, se difundió una llamada entre la dirigente y el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jorgen Watne Frydnes.

“Estaré en Oslo, estoy en camino”, aseguró Machado en la ´conversación telefónica. “Sé que hay muchos venezolanos que sí han podido llegar a Oslo, así como mi familia y mi equipo”, prosiguió la líder opositora. “Tan pronto como llegue, podré abrazar a mi familia e hijos, que no he visto en dos años, así como a tantos venezolanos y noruegos que sé que comparten nuestra lucha y esfuerzo”.
En medio de un mar de dudas y de emociones encontradas ha sido la hija de la galardonada, Ana Corina Sosa, la que ha tenido que dar un paso al frente, recoger el premio en su nombre y leer su discurso de aceptación. “A nuestros presos políticos, a los perseguidos, a sus familias y a todos los que defienden los derechos humanos”, afirmó la opositora en su mensaje, “a ellos pertenece este honor. A ellos pertenece este día. A ellos pertenece el futuro”.
Durante el acto, su hija puso en palabras la ilusión de quienes esperaban a la Nobel venezolana. “Debo decir que mi madre nunca rompe una promesa. Y por eso, con toda la alegría de mi corazón, puedo decirles que en solo unas horas podremos abrazarla aquí en Oslo”, aseguró Sosa durante una ceremonia en la que, a pesar de no estar en persona, la figura de María Corina Machado fue omnipresente.

Allí estaban sus familiares, sus colaboradores y aliados más cercanos, su mensaje, su determinación para seguir en la lucha. “Esta es la historia de un pueblo y su largo camino hacia la libertad. ”Qué honor escuchar mi discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz 2025 en la voz de mi hija, y saber que muy pronto podré abrazarla a ella y a mi familia de nuevo”, escribió Machado en su primera publicación en Twitter después de tres días de silencio, cuando ya era de noche en la gélida Oslo y poco después de que cientos de venezolanos salieran a las calles para participar en la tradicional procesión de las antorchas, un símbolo que se repite año con año después de cada entrega del Nobel para recordar como la luz se abre paso en medio de la oscuridad.
“¡Libertad, libertad, libertad, Venezuela, libertad!“, rugió la diáspora venezolana afuera del Grand Hotel de Oslo, donde la suite del Nobel seguía esperando la llegada de la galardonada de este año. Por su balcón, salió Ana Corina Sosa. Las antorchas se elevaron al cielo. Una enorme bandera venezolana se colocó en las escalinatas del Parlamento noruego. Y la multitud gritó, cantó, lloró. El Nobel marcó la mayor conquista simbólica para la oposición venezolana después de dos décadas de oscuridad, represión e impotencia. Y después, finalmente, llegó María Corina.
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