Marco Rubio aterriza en México para abordar la disputada cooperación con EE UU en seguridad
El secretario del Departamento de Estado estadounidense, en su primera visita oficial, se reunirá con Sheinbaum con la relación bilateral marcada por la fricción


La llegada a México este martes del secretario del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, tiene al Gobierno de Claudia Sheinbaum con el aliento contenido. Es la primera visita de uno de los hombres fuertes del gabinete de Donald Trump y supone un paso crucial en el equilibrio de las relaciones entre ambos países, que se han tensado en los últimos ocho meses ante la política agresiva de Washington en migración, aranceles o drogas y sus exigencias en la lucha contra el crimen.
La presidenta Sheinbaum se reunirá el miércoles con Rubio en el Palacio Nacional en Ciudad de México y espera, tal como ha apuntado en rueda de prensa, que el encuentro permita llegar a un entendimiento con el secretario. La mandataria quiere mayor colaboración no solo en temas como tráfico de drogas, la inmigración irregular y los acuerdos comerciales, sino también en un reclamo recientemente reiterado al país del norte: mayor transparencia en el intercambio de información sobre narcotraficantes mexicanos juzgados en territorio estadounidense.
Rubio —un político cubanoamericano, ultraconservador, ferozmente proteccionista y que siempre ha mostrado un marcado carácter crítico con México— llega al país en su primera visita oficial como titular del Departamento de Estado y después viajará a Ecuador. Hasta ahora, su agenda no había incluido a su vecino fronterizo pese a la intensa relación que Estados Unidos ha mantenido con el Gobierno de Sheinbaum desde el regreso de Trump a la Casa Blanca el pasado enero. México quedó fuera de las dos primeras giras que realizó el secretario por Latinoamérica y el Caribe este año.
Washington ha insistido en que “profundizarán los lazos bilaterales” y ha planteado que se deben “repartir cargas” con México para “desmantelar los carteles, detener el tráfico de fentanilo, poner fin a la inmigración ilegal, reducir el déficit comercial y promover la prosperidad económica y contrarrestar a los actores malignos extracontinentales”.
Por su parte, Sheinbaum ha recalcado que busca firmar un acuerdo para una mayor colaboración en seguridad que incluya investigaciones conjuntas así como el intercambio de información entre ambos países, un reclamo pendiente que se ha agravado con las últimas detenciones de capos de la droga para ser procesados penalmente al norte de la frontera.
México ha pedido a Estados Unidos que comparta los detalles de los acuerdos de colaboración a los que ha llegado con dos narcotraficantes rivales, Ismael El Mayo Zambada y Ovidio Guzmán, para que se declararan culpables. Ante la sombra de que haya actores políticos y empresariales mexicanos implicados en los engranajes del narcotráfico que va hacia Estados Unidos, Sheinbaum ha criticado las afrentas a la soberanía mexicana en la detención de El Mayo. En el caso de Guzmán, ha cuestionado la falta de coordinación con la Fiscalía General de la República y ha reprochado a Estados Unidos que negocie con “terroristas”.
Otro desencuentro con las autoridades estadounidenses fue el anuncio que hizo la agencia antidrogas de Estados Unidos, DEA, sobre el Operativo Portero, un programa en conjunto con México para desmantelar a los agentes que controlan los corredores de contrabando a lo largo de la frontera suroeste. Sheinbaum salió a desmentir de forma abrupta y tajante dicho programa, señalando que desconoce la razón por la que la DEA anunció un operativo que no existe y añadió que el único acuerdo que hay sobre la mesa está todavía por firmarse. “Es con el Departamento de Estado y se basa fundamentalmente en la soberanía, la confianza mutua, el respeto territorial, es decir, que cada quien opere en su territorio, y la coordinación, sin subordinación”, subrayó.
El terreno ya estaba en tensión por las sanciones que anunció el Departamento del Tesoro en julio a tres instituciones financieras mexicanas por supuestos actos de lavado de dinero en beneficio de los principales cárteles del país. México inició sus propias investigaciones, pero matizó que no se podía emprender ninguna acción legal sin evidencias del delito, ya que Estados Unidos no las había compartido. “No ha enviado ni una prueba que indique que hay lavado de dinero. Son dichos, no hay pruebas de dónde está el lavado de dinero”, zanjó.
Rubio tiene el desafío de reconciliar, en su cita con la presidenta mexicana, esos puntos de fricción y buscar un espacio de encuentro para la cooperación. Su primera visita oficial está cargada de expectativas después de que Rubio designara a los cárteles mexicanos como terroristas y señalara la crisis de violencia que vive el país, además de las contradicciones entre ambos países sobre la colaboración en seguridad. Sheinbaum siempre mantuvo los esfuerzos para aliviar los mordaces señalamientos del secretario y se lo recordó a principio de año cuando Rubio estrenaba su cargo: “Esperamos que cuando se den las condiciones podamos tener diálogos de alto nivel para la colaboración y la coordinación”.
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