Del silencio a “la pudrición” de Tabasco: la crisis que acorrala a Adán Augusto López
El escándalo del poderoso coordinador de los Senadores de Morena, por la estrecha relación con un capo prófugo que fue su jefe de Seguridad en Tabasco, golpea también a Morena y su bandera de renovación ética


La temporada de lluvias en México está dejando este mes de julio su mayor chaparrón sobre el partido gobernante, Morena, el de la presidenta Claudia Sheinbaum. Desde Tabasco, el Estado del expresidente Andrés Manuel López Obrador, ha salido el escándalo que acorrala a uno de sus hombres de confianza, el actual coordinador de los morenistas en el Senado y uno de los líderes de más peso en la formación guinda, Adán Augusto López. En su etapa como gobernador del Estado sureño fichó a Hernán Bermúdez Requena como secretario de Seguridad, de quien se reveló el pasado 12 de julio que estaba huido y perseguido por la Interpol desde febrero, acusado de liderar el grupo criminal La Barredora, que en sus peleas con el Cartel Jalisco Nueva Generación ha dejado Tabasco con fuertes episodios de violencia que nunca antes se habían conocido. Bermúdez Requena, apodado Comandante H, es un individuo muy conocido en la capital tabasqueña, Villahermosa, y no era la primera vez que Adán Augusto López cruzaba su vida política con él. A estas alturas del escándalo, que ha escalado hasta convertirse en un problema nacional para el partido y el gobierno, pocos creen que el hoy senador no supiera de sus andanzas criminales.
El partido lleva dos semanas haciendo equilibrios entre la defensa del senador López, a quien se le recibió con coros de “no estás solo” en el Consejo Nacional de Morena celebrado el pasado domingo y al la presidenta concede el beneficio de la inocencia hasta que no se demuestre lo contrario. Pero suenan con más contundencia los mensajes que se dejan caer sin pronunciar su nombre: “No vamos a cubrir a nadie, sean o no militantes”, ha dicho también Sheinbaum, las mismas palabras que le ha dedicado la presidenta del partido, Luisa María Alcalde, en un intento por sofocar el nubarrón que se cierne sobre la fama de un partido fundado en la renovación ética de la vida política mexicana. Morena llegó al poder con la promesa de erradicar del país la corrupción y las colusiones con el crimen organizado. Han sido tantas las veces que han acusado al presidente Felipe Calderón (2006-2012) de conocer los vínculos con el narcotráfico de su secretario de Seguridad, Genaro García Luna, hoy encarcelado en Estados Unidos por ese delito, que la comparación con el caso de Adán Augusto les cae irremediablemente encima.
El silencio que han mantenido el senador en los últimos días no contribuyó a calmar los ánimos. El 18 de julio, Sheinbaum envió un recado público a Adán Augusto para que abandonara el mutismo. Las vacaciones le permitían permanecer oculto, pero no le quedó más remedio que atender el reclamo de la presidenta y escribió un mensaje en sus redes poniéndose a disposición de las autoridades que le reclamaran. Dos días después, acosado por la prensa, acudió al Consejo Nacional del partido, donde ocupó un lugar discreto y despachó el asunto diciendo que se trataba de “politiquería”. Pero las aguas ya estaban muy crecidas y durante esta semana se han sucedido algunas detenciones del grupo criminal tabasqueño que han mantenido la atención sobre el caso. El jueves fue arrestado Ulises Pinto, número dos del cartel, y se han conocido otros supuestos ilícitos que alcanzan a un hermano y sobrinos del Comandante H. Meses antes habían caído otros colaboradores y se desmantelaron centros logísticos de robo de combustible, el famoso huachicol. La podredumbre del territorio iba saliendo a la luz.

Ni Adán Augusto es un militante cualquiera, ni lo es el Estado de Tabasco, cuna de Andrés Manuel López Obrador y el lugar donde se gestaron los orígenes políticos de Morena. El núcleo tabasqueño guarda todavía las esencias del movimiento que llamaron Cuarta Transformación y que les aupó al inmenso poder político que atesoran. Cuando López Obrador, líder moral del partido, nombró en 2021 a Adán Augusto secretario de Gobernación, el segundo puesto de mayor importancia política en México, en Tabasco lo sustituyó un dirigente de su cuerda y el Comandante H siguió al frente de la policía. Pero en octubre del año pasado, las elecciones situaron a un nuevo gobernador en el Estado, Javier May, que ha hecho saltar por los aires toda “la pudrición”. Con esas palabras lo advirtió su secretario de Gobierno, curiosamente uno de los hermanos de López Obrador, José Ramiro. El “mugrero” ha salido del propio partido, para regocijo de la oposición, que no acaba de salir del coma. El general Miguel Ángel López, jefe militar de Tabasco, fue quien reveló el pasado 12 de julio que la justicia buscaba al Comandante H y desde entonces se han desatado rumores que sitúan el golpe contra el senador en las más altas oficinas del poder, porque, en contra de lo que pudiera parecer, la presidenta Sheinbaum no resulta la más perjudicada, al revés, los mentideros políticos señalan el provecho que podría sacar de este asunto.
Sheinbaum ganó la presidencia con la misma mayoría que logró para el Congreso, pero heredó del anterior mandatario un diseño que lastra sus iniciativas políticas con fuego amigo. Fue López Obrador el que diseñó unas primarias en Morena que compensaba a los candidatos perdedores con la promesa de ocupar los puestos más relevantes en el Legislativo. La coordinación de la Cámara de Diputados la lleva Ricardo Monreal, y Adán Augusto comanda a los morenistas en el Senado. Desde esos cargos se operan las propuestas legales que parten de Presidencia y más de dos veces Sheinbaum ha tenido que comerse un sapo por parte de sus colaboradores, que han impedido que sus proyectos salieran adelante. Ocurrió, por ejemplo, con la ley contra el nepotismo que mandó al Congreso para impedir que los gobernantes de cualquier nivel pudieran colocar a sus parientes como candidatos electorales, una práctica muy común en México que afecta también al partido de Sheinbaum y que no se compadece con los principios que defiende. En su paso por el Legislativo, aquella ley se aplazó hasta 2030.

México celebra en 2027 unas elecciones intermedias en las que la presidenta se juega su potencial político. Con la renovación de los candidatos podría ir ganando terreno a su favor y soltando el lastre heredado. El partido está implementando nuevas formas de selección de candidaturas que garanticen limpieza y cierren la puerta a personajes indeseables que todavía campan por la política mexicana. No será fácil deslindarse de la sombra de López Obrador, sin embargo, habida cuenta de que el secretario de Organización es uno de sus hijos, también de nombre Andrés Manuel. Pero Sheinbaum necesita agarrar las riendas del movimiento político y el caso Adán Augusto se revela como una buena jugada para ello. Esa es la razón de que muchos lo consideren ya al senador un cadáver político. La regañina pública que ha dedicado Sheinbaum a Ricardo Monreal por sus días de lujosas vacaciones en España, y no es la primera, tampoco augura tranquilidad política para el coordinador morenista de los diputados.
El terremoto que ha sacudido la política mexicana con epicentro en Tabasco anuncia cambios en el partido gobernante, que podría desplazar el núcleo de poder hacia la capital de México, territorio de la presidenta, donde en los nueve meses escasos que lleva de gobierno se ha ido rodeando de sus propios lugartenientes en quienes los analistas ven ya el posible inicio del Claudismo. Habrá que hacer mucha limpieza para ello, porque el partido cuenta entre sus filas todavía, para disgusto de la militancia, con demasiados náufragos del priismo y algunos líderes sindicales de la peor fama que de tarde en tarde sobresaltan al partido con escándalos públicos. Sheinbaum no ha perdido popularidad, al menos no en las últimas encuestas que se publicaron antes de esta sacudida, pero un bajón en las elecciones de 2027 limaría su fama como lideresa.
En el ejercicio del poder, otra urgencia llama a la puerta de la presidenta, la necesidad de ofrecer resultados a Estados Unidos contra el crimen organizado, una exigencia en la que el presidente Donald Trump basa sus castigos arancelarios contra México, que debería tener un trato de favor respecto al resto del mundo, porque ambos están atados a un tratado comercial que los convierte en socios principales. Pero esa espada pende sobre el país latinoamericano, que ha reforzado sus políticas de seguridad, detenidos a numerosos capos mafiosos, desarticulado laboratorios de drogas, incautado toneladas de fentanilo y otros estupefacientes y entregado a Estados Unidos criminales que ya estaban encarcelados. Todo para calmar la sed de Donald Trump. En esas políticas contra el crimen se enmarcan las operaciones que se pusieron en marcha también en Tabasco, a la vista de una violencia creciente.
Todo el mundo conoce a Hernán Bermúdez en la capital del Estado, Villahermosa, tanto dentro como fuera del ámbito político. Si el secretario de Seguridad recibía la llamada de una vecina porque unos ingratos no le dejaban dormir con su música a toda pastilla, él mismo agarraba la patrulla y salía a poner fin a la parranda: “Ya puede usted dormir, doña”, le gritaba después desde la calle a la quejosa. Recuerdan también los tabasqueños que en plena pandemia de covid se quitaba el cinturón y disolvía a quienes se saltaban de juerga las reuniones prohibidas. El personaje, dicen, era campechano y dicharachero y Tabasco “es muy chiquito”. Todos lo conocían, pero Adán Augusto más, porque él fue quien lo nombró.
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