Ir al contenido
_
_
_
_

El ‘efecto arrastre’ de Vox marca la radicalización del discurso de Feijóo en inmigración

El actual líder del PP ofreció Galicia para acoger a náufragos del ‘Aquarius’ cuando era presidente de la Xunta. Hoy lo recuerda como “un barco lleno de inmigración ilegal”

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en los cursos de verano organizados por la Universidad San Pablo-CEU en San Lorenzo de El Escorial.
Natalia Junquera

Cuando, en junio de 2018, el Gobierno de coalición decidió recibir a la flotilla del Aquarius, es decir, a 630 personas de 31 nacionalidades rescatadas en las costas de Libia y que se habían negado a recibir los gobiernos de Malta e Italia, el entonces presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, ofreció su tierra para acoger a parte de los náufragos. Era, decía, cuestión de “política humanitaria” y no convenía mezclarla con “la política migratoria”. El pasado miércoles, hablando del “descontrol migratorio que padece España” en una charla organizada por la universidad San Pablo-CEU, el líder del PP describió el Aquarius como “un barco lleno de inmigración ilegal que Italia no había aceptado en su territorio” y que había marcado “un antes y un después”. Al día siguiente, los consejeros autonómicos de su partido plantaron al Gobierno en la Conferencia Sectorial de Infancia que iba a abordar la reubicación de los niños y adolescentes migrantes no acompañados que permanecen en Canarias, Ceuta y Melilla.

Pocos asuntos reflejan mejor que la inmigración la evolución o el endurecimiento del discurso de Feijóo desde que abandonó Galicia para asumir el liderazgo del PP y por tanto, la competición electoral con Vox, que en su comunidad tenía un apoyo residual. Tras varios días de incidentes en Torre Pacheco (Murcia), donde grupos racistas y xenófobos llamaron a “la caza del inmigrante” y dieron una paliza a un menor tras la agresión sufrida por un vecino de la localidad, el presidente de los populares difundió una declaración grabada, sin posibilidad de preguntas. Feijóo condenó “toda forma de violencia con independencia de quién la ejerce”, pero añadió varias coletillas alineadas con el discurso de la extrema derecha, vinculando inmigración con inseguridad y delincuencia. “Mientras hablamos de los inmigrantes ilegales de Torre Pacheco siguen llegando más inmigrantes ilegales a nuestras costas (...) Sé que [el Gobierno] está usando los disturbios para tapar sus cesiones al separatismo y su corrupción, pero lo único que ha hecho evidente es que ni hay política de seguridad ni hay política migratoria”, dijo. En la charla organizada por la Universidad San Pablo-CEU insistió en la misma idea. “La inmigración no da carta blanca para cometer delitos”. (...) “Aquí se viene a trabajar y a insertarse en la población española y a los que no, no los podemos admitir. Un inmigrante irregular que delinque en España tiene que ser deportado de forma inmediata” (...) “Necesitamos inmigración regular, eso sí, que se integre en la cultura española. Y la inmigración irregular que viene a incumplir las leyes o a vivir de políticas sociales, evidentemente, no van a ser bienvenidos”.

Para los politólogos Pablo Simón y Lluís Orriols, ese endurecimiento del discurso responde a un contexto internacional que afecta tanto al PP como a Vox. “La mayor parte de los partidos de centro-derecha europeos”, explica el primero, “están planteando la inmigración como un problema y hablando de expulsión de inmigrantes. Está pasando en todo Occidente, e incluso en partidos socialdemócratas en sitios como Dinamarca. El movimiento del PP se alinea dentro de una corriente general, no solo obedece a la competencia por Vox”. El partido de Santiago Abascal, añade Orriols, “tampoco está innovando. No ha descubierto de repente la tecla, simplemente, aplica un recetario que está funcionando de forma muy eficaz en otros países”.

En el caso del PP, hay, además, un “efecto arrastre”, relata Simón, “por los pactos con Vox en los territorios, que les han obligado a comprar parte de su agenda”. Cuatro meses y medio después de la dana, y tras pactar con la extrema derecha los Presupuestos autonómicos, el presidente de la Generalitat de Valencia, el popular Carlos Mazón, vinculó inmigración y delincuencia y reclamó el listado, por nacionalidad, de quienes participaron en los actos de pillaje tras la riada, cuestión prioritaria, a su juicio, para “la reconstrucción”. Y en Murcia, a principios de este mes, apenas 72 horas después de que el boletín oficial de la región publicara la orden que autorizaba a la Consejería de Política Social a comprar viviendas para instalar centros públicos de acogida de menores migrantes, la consejera del ramo, Conchita Ruiz, tuvo que rectificar el anuncio por exigencia de Vox, que amenazaba con no apoyar las Cuentas.

El discurso de Feijóo sobre inmigración no solo refleja un endurecimiento de las posturas, sino los problemas de su partido para colocar temas en el debate público. “Cuanto más se hable de inmigración”, explica Simón, “más ventaja tendrá Vox sobre el PP porque al PP, aunque haya dado este giro, le interesa que el tema se duerma lo antes posible porque la extrema derecha percute en su votante básicamente en dos aspectos: el voto protesta de desencanto con el bipartidista y la inmigración. Para ellos sería mucho mejor estar hablando de temas en los que a Vox le cuesta más posicionarse, como los aranceles de Trump. Pero a Vox le interesa que se siga hablando de inmigración y sabe que haciendo declaraciones cada vez más llamativas y exageradas lo consigue porque tiene repercusión en los medios y porque lanzando esas propuestas disparatadas sabe que la izquierda también va a responder y todo eso hace que el asunto permanezca en la agenda”. Las encuestas, como la del instituto 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER, reflejan que el saldo de transferencia de votos entre Vox y el PP es claramente favorable a los primeros y que mientras los populares se estancan, la extrema derecha no deja de subir.

Lourdes Reyzábal, psicóloga y presidenta de la Fundación Raíces, que asiste a menores extranjeros no acompañados desde hace más de 25 años, advierte: “Las frases de unos y otros no son más que eslóganes propagandísticos para intentar robarse los votos. Pero lo que para ellos es un juego en la calle se está traduciendo en algo muy peligroso. Es urgente parar estos discursos y las políticas que los sustentan. La mayoría de los políticos tienen relación con personas extranjeras que tardaron años en regularizar su situación. Están cuidando a sus hijos, a su padres; están en los hospitales que les curan, en las residencias... les sirven las cañas en los bares; les llevan los paquetes de sus compras online; construyen sus carreteras, recogen la fruta que desayunan y hasta les hacen ganar la Eurocopa. El nivel de hipocresía es alarmante. Dicen que los extranjeros vienen a violar a nuestras mujeres, a delinquir, a robarnos el trabajo, a vivir de las ayudas y a quitar las pensiones a nuestras abuelas... Las redes están llenas de mensajes absolutamente falsos, diseñados para atemorizarnos primero y salvarnos después por quienes nos metieron el miedo en el cuerpo.Exijamos responsabilidad a nuestros políticos y compromiso con el respeto de los derechos humanos a toda la sociedad”.

José María Lassalle, diputado del PP durante nueve años y secretario de Estado de Cultura y Agenda Digital en los Gobiernos de Mariano Rajoy, advertía hace justo un año en una entrevista en este periódico: “La derecha española debería darse cuenta de que estar cerca de Meloni [Giorgia, primera ministra italiana] ha hecho desaparecer a Forza Italia y a los residuos del centrismo democristiano. El partido que era residual hace cinco años se ha comido a Salvini, a la democracia cristiana y la herencia de Berlusconi. Italia es el laboratorio de España”. Para Orriols, “el PP sigue siendo reconocible, aún no ha hecho la mutación ideológica que han hecho otros partidos, pero no es inmune y si no corrige, podemos terminar viéndola”. “Ahora”, añade, “está en un momento de nervios por la competición con Vox, que es mucho más peligroso de lo que era antes, y lo que muestra, sobre todo, es desorientación e indefinición. Pero el tema más importante de la política española los próximos años es ese: saber qué va a hacer el PP”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_