La amenaza constante de Vox enturbia el momento álgido de Feijóo
El endurecimiento de las exigencias de Abascal y su solidez electoral, incluido el liderazgo entre los jóvenes, ensombrecen el futuro del PP


“Si esto no es inmediatamente retirado”, la Región de Murcia “no tendrá presupuestos”. El mensaje en X de Santiago Abascal el martes no dejaba lugar a dudas. Era una amenaza. Y surtió efecto. “Esto” —es decir, un proyecto del Gobierno de Fernando López Miras (PP) de compra de viviendas para acoger a menores inmigrantes— fue retirado menos de dos horas después.
El tuit, además de una exhibición de poderío, fue un incómodo recordatorio para Alberto Núñez Feijóo. ¿Recordatorio de qué? De que el desafío del presidente de Vox y su voluntad de torcerle el brazo siguen vigentes. El liderazgo del PP en las encuestas y la crisis del PSOE han propiciado un plácido Congreso Nacional para Feijóo, cargado de optimismo por el caso Cerdán y con aguas calmadas por la renuncia de Isabel Díaz Ayuso a la batalla sobre el modelo de primarias, pero el órdago ganado por Abascal en 170 caracteres deja patente que Vox sigue siendo un problema sin resolver para el principal partido de la derecha española.
Si esto no es inmediatamente retirado y recibimos garantías de que nada parecido volverá a suceder, Murcia no tendrá presupuestos... o tendrán que aprobarlos con el PSOE. https://t.co/Mw4WO1eq4I
— Santiago Abascal 🇪🇸 (@Santi_ABASCAL) July 1, 2025
La Comunidad revoca la orden por la que se contemplaba la adquisición de viviendas para la acogida de menores extranjeros no acompañados.
— Conchita Ruiz Caballero (@contxaruiz) July 1, 2025
Rectificar es de sabios.
No volverá a suceder.
Vox es varias cosas a la vez para el PP. Por un lado, es —encuestas en mano— su complemento más probable para alcanzar en el futuro los 176 diputados que harían presidente a Feijóo. Por otro, es un azote diario y un correoso competidor electoral que reduce al mínimo las opciones de mayoría absoluta del PP y a la vez obstaculiza cualquier otro pacto. “En condiciones normales, el PP sería un aliado casi natural del PNV y Junts, pero Vox lo pone imposible”, resume el politólogo Roger Senserrich.
Aunque la dirección popular resta importancia al desafío que supone, la presencia de la ultraderecha flota incluso en la ponencia del congreso del partido, que da vía libre —aunque sin mencionar a Vox— a pactar con la ultraderecha. Es la constatación de una evidencia: Feijóo no puede excluir a Abascal de sus cuentas, sencillamente porque quienes pronosticaron que Vox sería el postre del mismo almuerzo en el que el PP engulló a Ciudadanos se equivocaron. Más de seis años después de su irrupción electoral, la media de encuestas que publica Politico le asigna un 15% del voto, frente al 12,4% de las generales de 2023. La última encuesta de 40dB., publicada este viernes por EL PAÍS, le da un 15,2%. La transferencia de voto del PP a Vox es del 13,2%; de Vox al PP es mucho menor, del 3,2%.
Los números hablan: el PP tiene rival en el campo derecho. Ni los conflictos internos, ni los vaivenes estratégicos, ni la pérdida de aliados mediáticos —como Federico Jiménez Losantos—, ni la irrupción de un competidor directo —Alvise Pérez—, ni el alivio del conflicto que detonó su eclosión —el procés— han podido con Vox, que “ha construido un suelo de 30 escaños del que es difícil que baje”, señala el consultor político Jordi Sarrión-Carbonell. Y añade: “El PP ya ha comprobado que no está ante un fenómeno coyuntural, sino consolidado. Y no solo en las encuestas. Vox tiene importantes aliados internacionales y lidera la batalla cultural, una forma de hacer política con mucha capacidad de penetración, especialmente entre los jóvenes, aunque haya temas, como los derechos LGTBI o el aborto, en los que aún va por detrás".
La fuerza de Vox entre los jóvenes
La palabra “jóvenes” es clave para medir el desafío al que se enfrenta el PP. En el barómetro de 40dB., el partido ultra supera holgadamente en intención de voto al PP entre los 18 y los 24 años (27,9% a 12,3%) y entre los 25 y los 34 (26% a 15,3%). También lo hace, aunque por poco (18% a 17,7%), en la siguiente franja, que ya es más atrevido meter en el cajón joven: 35-44. En los tres tramos Vox se impone no solo al PP, sino a todos. La ultraderecha lidera la intención de voto en España hasta los 44 años.
Su fortaleza también queda patente al preguntar a los encuestados qué partido ven más afín o próximo a sus ideas. Vox vuelve a superar al PP en las tres franjas, con más diferencia cuanto menores son las edades. Esta ventaja se explica sobre todo por la marcada preferencia de los varones por la ultraderecha entre los centennials, de 18 a 27 años, y en menor medida entre los millenials, de 28 a 43. No obstante, en ambas generaciones, aunque con márgenes menores, también ellas prefieren a Vox.
“No sabemos si Vox tendrá siempre este tirón entre los jóvenes, cuyas posiciones son más proclives a los extremos, no necesariamente a la derecha. Lo seguro es que ahora hay un descontento joven canalizándose hacia Abascal, que proyecta la imagen del hombre fuerte que viene a poner orden frente al supuesto caos del sanchismo”, indica Sarrión-Carbonell, que recalca cómo esta “primera socialización política” en el regazo de Vox “mejora las perspectivas de futuro del partido”.
Vox está además sólidamente implantado en un espacio óptimo para cortejar al electorado joven. Si el 54,5% de los españoles suelen usar las redes sociales para informarse, el porcentaje ronda el 85% entre los menores de 35, con datos del CIS. Y en ese terreno digital Vox lleva la delantera al PP. Las cuentas nacionales de cada partido en dos redes de uso masivo entre los jóvenes muestran esa superioridad: Vox tiene en Instagram 869.000 seguidores, frente a 182.000 el PP; en Tik Tok, Vox suma 683.000, por 67.000 el PP. Además, su lenguaje corrosivo se adapta mejor que el de los partidos tradicionales al filtro de unos algoritmos que premian la polémica. Si el partido es en las redes, Vox juega en casa.
El precio de ceder
Habrá que esperar para saber si la ventaja de Vox en el electorado joven se traduce en que llegue a ser capaz de medirse de tú a tú con el PP, del que aún está lejos en estimación general de voto: 33,3% a 15,2%, según 40dB. Eso se verá en el futuro. Otros desafíos, en cambio, son presentes. Desde la ruptura de los cinco gobiernos autonómicos de coalición hace un año, Vox se ha instalado en una actitud mucho más dura con el PP y ha subido el listón de todas sus negociaciones, empujando al partido de Feijóo a extremar sus posiciones contra la inmigración, el Pacto Verde o la memoria histórica para sellar pactos. Cuando hay acuerdos, por ejemplo de presupuestos en la Comunidad Valenciana, Baleares o Murcia, los dirigentes de Vox los usan para denunciar por contraste una supuesta tendencia de Feijóo al abrazo con el PSOE. La amenaza se repite: si el PP quiere el apoyo de Vox en España, tendrá que abandonar el “socialismo azul”, término con el que menosprecian la ideología de los populares.

“La presión de Vox es constante y siempre busca dividir al PP”, observa Sarrión-Carbonell, para quien Feijóo no está encontrando una respuesta equilibrada: “En vez aceptar el debate fijando posiciones más moderadas, ha comprado el relato de Vox en al menos en dos temas sensibles: inmigración e identidad nacional”. Esta aproximación a postulados de su rival derechista entraña riesgos para el PP. Una investigación publicada en 2022 por Cambridge University Press que analiza estrategias partidistas y trasvases de voto durante cuarenta años en 12 países europeos concluye que la radicalización de posturas de los partidos históricos para neutralizar a los extremistas suele deparar el efecto contrario, porque legitima sus posiciones primero y engorda su bolsa de votos después.
El politólogo Jaime Bordel, que ha estudiado el caso italiano para el ensayo Salvini & Meloni (Apostroph, 2022), recuerda que allí los ultras ascendieron aprovechando que las derechas tradicionales “renunciaron a confrontar ideológicamente” y prefirieron amoldarse. “Se suele cumplir aquello que dijo Jean-Marie Le Pen: ‘Los votantes prefieren el original a la copia’”, añade.
Los números del CIS indican que, pese a sus esfuerzos, Feijóo ha perdido atractivo en el electorado de Abascal. Desde que se hizo con el mando del PP hace ya más de tres años, ha caído con fuerza el porcentaje de votantes del partido ultraderechista que muestran confianza en Feijóo y el de quienes lo citan como preferido para la presidencia.
Un círculo vicioso
La dureza de las posiciones del PP sobre los nacionalismos periféricos tiene un coste añadido: un deterioro de la opinión sobre Feijóo de los votantes del PNV y Junts, lo que a su vez estrecha el margen de sus dirigentes para pactar con el PP y refuerza la condición de Vox como único socio viable, en una especie de círculo vicioso. Cuando fue aupado al liderazgo del PP, cerca de un tercio de los votantes jeltzales declaraban confiar en Feijóo. Tres años después, ese porcentaje ha caído a cero. Entre los votantes del partido de Carles Puigdemont, quienes confiaban en Feijóo se acercaban al 10% y ahora son el 2,7%.
También han caído la puntuación que dan a Feijóo los votantes del PNV y Junts y el porcentaje de los que lo citan como preferido para ser presidente, descenso muy marcado entre los nacionalistas vascos: del 9,1% al 1,2%. Este retroceso, observa el politólogo Jaime Bordel, es fruto de Vox, que al empujar al PP a posiciones restrictivas en el debate territorial hace “imposible” una buena relación con el PNV y Junts.
El “plan” del PP es “ganarles”
El PP, a través de un portavoz, afirma que Feijóo ya ha demostrado tener claro “cuál es el plan” con Vox: “Ganarles, como hemos hecho ya. Cuando llegamos, les sacábamos 37 escaños [89 a 52]. Hoy les sacamos 104 [137 a 33]”. Sin cerrar la puerta a acuerdos, añade que el PP pretende “gobernar con autonomía”, un discurso que enfatiza la necesidad de concentrar el voto en el partido mayoritario y retira el foco de los posibles pactos.
En cuanto al ascenso de Vox entre los jóvenes, al citado portavoz le preocuparía más que fuera la izquierda la que se hiciera fuerte ahí. “Es más sencillo convencer a un votante de Vox que lograr un tránsito de voto de un bloque otro”, señala el portavoz, que reivindica el esfuerzo del PP por llegar a los jóvenes “dinamizando contenidos”, llevando a Feijóo a espacios como el canal de Youtube de Pedro Buerbaum, con 1,37 millones de seguidores, o dando protagonismo a perfiles como la diputada treintañera Noelia Núñez.

En cuanto a Vox —que no atendió a EL PAÍS para este artículo—, sus dirigentes suelen insistir en que el PP debe dejar de dar por sentado su apoyo, un discurso clásico de los de Abascal que ha ganado credibilidad a raíz de la ruptura autonómica. Al escritor Enrique García-Máiquez, miembro del consejo asesor de Disenso, la fundación de Vox, le produce a estas alturas “desconcierto” que el PP parezca decidido a mantener el “chantaje” de exigir a Abascal que llegado el caso le facilite gratis su llegada al poder para no ser acusado de favorecer al PSOE. Con su actitud “torpísima”, Feijóo “contribuye a la demonización” de Vox, lo que redundará en “escándalo” en caso de pacto, añade.
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