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Una marea de escombros del siglo XIX inunda la playa donostiarra de Ondarrreta

El Ayuntamiento meterá las máquinas el lunes para retirar piedras y cascotes que cubren el arenal, un problema que sucede desde hace décadas

Playa Ondarreta en San Sebastián
Mikel Ormazabal

De nuevo, las piedras se han convertido en un invitado muy molesto e indeseado para los bañistas de la playa de Ondarreta, en San Sebastián. Es un problema recurrente al que no se ha dado una solución definitiva en las últimas dos décadas. Un enorme manto pedregoso oculta la finísima arena de la playa donostiarra y deja esta sumergida bajo toneladas de gravas, piedras y cantos rodados. Como ha hecho en los últimos años, el Ayuntamiento volverá a meter las máquinas en el arenal para proceder a la retirada del mayor volumen de áridos acumulados en la Ondarreta. Será este lunes de madrugada, aprovechando las mareas vivas y “para no interferir en la actividad playera”, afirma el concejal de Mantenimiento y Servicios Urbanos, Carlos García.

Estudios recientes realizados por la sociedad oceanográfica Azti y la Sociedad de Ciencias Aranzadi concluyen que la plaga de piedras sobre la arena de Ondarreta son restos de un antiguo campo militar construido en la playa en 1873 y de una cárcel que se desmanteló a mediados del siglo pasado. Su aparición es un fenómeno cíclico, principalmente en los meses de verano, lo que genera incomodidades e incluso problemas de salud por lesiones a los usuarios, además de deslucir el atractivo turístico de la ciudad, según ha llegado a admitir el consistorio.

El efecto de arrastre que ejercen las pleamares y bajamares sobre la arena acaba alterando todos los años el aspecto natural de la playa de Ondarreta (600 metros de longitud y 60.000 metros cuadrados de superficie), hasta convertirla en una gran pista de piedras y escombros de construcciones antiguas. Es un fenómeno que no se da en La Concha, el arenal que da nombre a la bahía donostiarra, ni en la Zurriola (más alejada, ubicada en el barrio de Gros).

Del análisis de las series de imágenes antiguas de la zona se deduce que durante el último siglo y medio se han producido destrozos y la destrucción de viejas construcciones. Las piedras, cascotes, cantos rodados y lajas de caliza, además de incrustaciones de mortero y piezas de mampostería, son los restos del campo de maniobras militar, la cárcel de Ondarreta, un muro de contención artificial... que ya han desaparecido del paisaje donostiarra. No forman parte del sustrato rocoso de la playa, sino que tienen “un origen antrópico”, esto es, “resultado de la actividad humana”, apunta el informe de Aranzadi dirigido por el biólogo Jon Etxezarreta.

El Ayuntamiento calcula que la playa ha llegado a almacenar 14.600 metros cúbicos de gravas y piedras. Algo más del 90% de estos escombros, sostiene Aranzadi, tienen su origen en las citadas construcciones demolidas, elementos extraños que las mareas cada cierto tiempo sacan a la luz y acaban incordiando a los usuarios.

La concejalía de Mantenimiento y Servicios Urbanos asegura que ya se han retirado durante los últimos años 10.000 metros cúbicos. Aún queda una parte considerable por apartar para que solo sea visible la arena: “Llevamos años eliminando las piedras de las capas más superficiales, pero todavía siguen apareciendo aquellos cascotes ubicados a más profundidad y que cuesta eliminar”, explica el concejal García.

La playa de Ondarreta, este viernes 22 de agosto, cubierta por piedras y cascotes, con el monte Igeldo al fondo.

Rosario, jubilada de 59 años y vecina del barrio del Antiguo, es una asidua de esta playa: “Darse un baño tendría que ser un disfrute, pero aquí es un suplicio. Es tal la cantidad de piedras que estamos obligados a concentrarnos todos en la zona del Pico del Loro”, la zona más próxima a La Concha, donde la arena está limpia de estos residuos.

La bajamar del lunes 25 de agosto será a la 1.04. Es un día de mareas vivas, lo que facilitará la intervención de los operarios. Se emplearán una retroexcavadora, una despedregadora y tres camiones durante la retirada de las piedras, una actuación que se prolongará durante aproximadamente seis horas de forma ininterrumpida (las tres horas previas a la bajamar y las tres posteriores). Esta operación se repetirá, asegura García, durante la noche siguiente y también en la madrugada del 8 al 9 de septiembre, aprovechando de nuevo las mareas vivas.

“La intención es retirar la mayor cantidad de piedras posible, que en las últimas semanas han vuelto a aparecer en Ondarreta debido a las mareas. Aprovechando que esos días hay mareas vivas, se va a trabajar con la retroexcavadora y la despedregadora, que irán llenando camiones de piedras para su tratamiento en la planta de gestión de residuos Ekotrade de Astigarraga”, explica el edil donostiarra. Las máquinas escarban hasta una profundidad de 40 centímetros para extraer las gravas más molestas y visibles.

El año pasado ya se realizaron estas tareas al aflorar de nuevo el pedregal y los cascotes. En una sola jornada las máquinas extrajeron 182 toneladas de piedras y se devolvieron a la playa 132 toneladas de arena recuperada que se había retirado mezclada con los residuos. En 2017 también se procedió de la misma manera. Entonces, el Ministerio de Medio Ambiente dio autorización para que entraran las máquinas en el arenal, aunque puso condiciones. La más significativa fue “la obligatoriedad de compensar el volumen de piedra retirado con un aporte de arena con un coeficiente de sobrellenado de 1,5. Esto es, por cada metro cúbico de piedras retirado, se deberá aportar un metro y medio cúbico de arena”, según el escrito de Costas.

El geólogo Asier Hilario, director científico del Geoparque de la Costa Vasca, (centro ubicado en el entorno del Flysch de Zumaia), opina que las playas son elementos naturales “muy dinámicos”: “Son depósitos de arena que responden a un equilibrio de procesos naturales y geológicos muy concretos. Cuando alguno de estos procesos cambia, la estabilidad de la playa puede cambiar e incluso puede tender a desaparecer”. La disposición de las playas vascas, añade, “no es la misma que la que había hace algunas décadas porque es un fenómeno cambiante”.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.
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