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‘House sitting’: Una fórmula en auge para veranear casi gratis en casas de ensueño

Cada vez son más los propietarios que, en vacaciones, ofrecen sus residencias a viajeros de todo el mundo a cambio del cuidado de la residencia y de sus animales de compañía

Ana Lorite y Sergio Aguilar en una vivienda en Huskisson, en la costa este de Australia, en una imagen cedida. 

Si quiere vivir unas vacaciones diferentes (y gratuitas), el mercado inmobiliario le ofrece una opción: cuidar casas y las mascotas que en ellas habitan mientras su dueños están fuera. Hay todo tipo de viviendas y alojamientos a su alcance. El destino corre a cargo del sueño de cada uno para sus vacaciones estivales. Desde fincas de ecoturismo, ranchos al más puro Lejano Oeste americano o cabañas de madera en islas perdidas para los más aventureros. Pero también lujo en estado puro. Villas italianas al sol de la Toscana o casas, al estilo resort, con piscina, lagos y playas privadas en Australia, Nueva Zelanda, Tailandia o Sudamérica. La opción urbanita-celebrity también se sube a este carro con oferta de apartamentos en barrios exclusivos de Nueva York, como la de un triplex en el Lado Oeste de Manhattan (Upper West Side). Todo un mundo de establecimientos a los que acceder, sin pagar una factura, a cambio del mantenimiento de los mismos o del cuidado de las mascotas de sus propietarios.

El único requisito para ser admitido como cuidador de una de estas magníficas viviendas tiene que ver con pasar el filtro de confianza de los dueños de la finca. Una vez superado, se podrá disfrutar de una casa de estas características totalmente gratis, durante los días o meses acordados, en los que los dueños se hallen ausentes. Un sistema cada vez más demandado en la esfera internacional, que comienza a ganar adeptos en España. Su principal objetivo: evitar dejar las casas solas en períodos vacacionales pero también no sacar de su entorno a los animales y mascotas que habitan en ellas.

Este movimiento, que intercambia cuidados por hospedaje sin ningún desembolso, es conocido como house sitting. Entre sus webs más conocidas y de mayor confianza, según relatan en sus reseñas los usuarios, figuran Trusted Housesitters, Nomador, Luxury Houses Sitting o MindMyHouse. En todas ellas, los propietarios demandan, en su ausencia, un servicio que incluye pasear a sus mascotas, darles de comer o llevarlas al veterinario, para lo que incluso dejan las llaves de su automóvil. O bien regar plantas y mantener limpia y ordenada la vivienda. A cambio el huésped puede disfrutar de la casa así como de sus instalaciones adyacentes sin pagar por conceptos de agua, luz, gas, wifi ni nada por el estilo. Las estancias abarcan desde días a meses, según la necesidad del propietario.

Prácticamente todas las plataformas exigen el pago de una membresía. Unas lo hacen vía cuota fija como MindMyHouse (29 dólares al año) y otras ofrecen paquetes de precios. Es el caso de Trusted Housesitters, cuya oferta contempla la tarifa básica por 139 euros al año año; tarifa estándar por 199 euros y tarifa premium, 269 euros al año. Con ella viaja Aran Parms, ingeniero informático catalán de 26 años, que reside en París. “Aquí vivo en un pequeño estudio y tiro de house sitting para alojarme en mejores casas. Mi empresa es flexible y me permite teletrabajar en el área europea, sobre todo en verano”, explica.

Parms añora Barcelona y a su perrito y este sistema le viene como anillo al dedo. “He cuidado de dos labradores negros y un Yorkshire en una casa enorme, solo para mí”. Ubicada en el pueblo de Mersch (Luxemburgo) “contaba con tres pisos y un amplio jardín”. Este ingeniero destaca que “podía comer las cosas que tenían en casa y, en países como Suiza, (Zúrich) me dieron wifi gratis porque allí es carísimo. Negocias no poder hacer fiestas, pero sí recibir la visita de amigos”. Y subraya como negativo que “estas plataformas no protegen al huésped”. Al menos en el paquete de precio más económico. Y ejemplifica: que el propietario te cancele a última hora el servicio: “me ha pasado por una huelga de controladores en Poitiers y ya había sacado los billetes”.

Con este sistema Ana Lorite y Sergio Aguilar se han alojado en cerca de 40 viviendas. “Hemos cuidado perros y gatos, lagartos, ponis y animales de granja en todo tipo y estilos de casa”. Ambos son titiriteros. Han viajado así durante los tres años que han desarrollado un proyecto artístico-educativo en 21 escuelas, que les ha llevado a vivir en 14 países. Ahora lo hacen por vacaciones. “Con el house sitting todos ganamos, propietarios y cuidadores. Los animales son atendidos sin tener que llevarles a una perrera y como huéspedes siempre hemos sido muy bien acogidos”, dice Lorite. Pero advierte “no son vacaciones al uso, ni te puedes ausentar de la vivienda. Hay que respetar el acuerdo. Estás allí para dar un servicio”. De entre las casas que más le han impactado, destaca una de Nueva Zelanda “muy bonita y con chimenea, situada en un pueblo donde pasaban pingüinos por la calle”.

Recuerdos imborrables

Lorite también recuerda otra “fascinante” ubicada en Huskisson, un pueblo de la costa este de Australia, al sur de Sydney. Allí permanecieron dos meses. “Construida en adobe con un gusto exquisito, en dos plantas. Tenía una monumental cocina con isla en el centro. El salón conectaba con un porche con hamacas y un horno de leña. Allí cuidamos de dos gatas. Su vista era espectacular porque se hallaba situada frente a la Bahía Jervis, donde pasan ballenas y delfines”, describe. Por su parte, Aguilar señala una villa de Tailandia como la más “increíble”, donde permanecieron tres semanas. “Con forma de U y en su centro una gran piscina. Un lateral dedicado a un gimnasio, solo para nosotros, con todos los aparatos imaginables y un salón acristalado por el que entraba una bocanada de luz natural impresionante.” Y añade “lo más increíble fue contemplar el magnífico lago situado a espaldas de la casa”.

Aguilar aprovecha para dar algunos consejos a quienes estén pensando en probar esta fórmula vacacional: “Elabora reseñas y cuélgalas en tu perfil porque esto atrae a los propietarios y les genera confianza”. Pero avisa “Si no cumples, una mala reseña te cerrará, probablemente, el acceso a este tipo de alojamiento”. Y asegura: “Jamás hemos tenido una mala experiencia. De hecho, hay propietarios con los que hemos repetido hasta cinco veces”. La clave reside “en sentirte como en tu casa y ser igual de responsable”. Su experiencia es tan positiva que han desarrollado su propio blog, Naranjarte, con todo tipo de recomendaciones para los que quieran descubrir el House Sitting.

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