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La paradoja de Armando Benedetti: el ministro más poderoso de Petro fracasa en el Congreso

Los funcionarios que se enfrentan al jefe de la cartera del Interior llevan las de perder, a pesar de su pobre balance legislativo

Armando Benedetti

En Colombia se suele definir al Ministerio del Interior como la cartera de la política. Entre otras, por ser el responsable de impulsar la agenda del Gobierno en el Congreso. Protagonista de casi todas las peleas internas del Gabinete, Armando Benedetti, el cuarto ministro del Interior de Gustavo Petro, ha encarnado una paradoja a lo largo de este 2025. Es probablemente el colaborador más poderoso del presidente de la República, y los funcionarios que se le enfrentan suelen caer en desgracia mientras él sigue en pie, pero al mismo tiempo su balance legislativo ha quedado marcado por sonoras derrotas.

La controversia ha rodeado desde el primer momento al experimentado político, que carga con varias investigaciones encima. La llegada de Benedetti como jefe de Despacho a principios de año, después de haber comenzado el periodo presidencial como embajador en Venezuela, enfrentó todo tipo de resistencias. El malestar de varios pesos pesados de la izquierda fue manifiesto e inmediato. Su crítica más elocuente fue Susana Muhamad. “Son casi 20 años de militancia política en el progresismo. Presidente, como feminista y como mujer, yo no me puedo sentar en esta mesa de Gabinete, de nuestro proyecto progresista, con Armando Benedetti”, dijo con la voz quebrada la entonces ministra de Ambiente durante un caótico Consejo de Ministros lleno de regaños y acusaciones, el primero televisado en vivo y en directo por orden de Petro.

Gustavo Petro y Armando Benedetti

Muhamad no fue la única. También ventilaron sus reparos a Benedetti ese martes de febrero la vicepresidenta Francia Márquez; el ministro de Minas, Andrés Camacho; el director de Prosperidad Social, Gustavo Bolívar; o Alexander López, cabeza del Departamento Nacional de Planeación. El presidente cerró filas en defensa del exsenador, quien permaneció como una esfinge ante las cámaras. El recién nombrado director del Departamento Administrativo de Presidencia (Dapre), Jorge Rojas, renunció al día siguiente. “Por poco acaba con el Gobierno”, le reprochó el presidente a su otrora aliado.

Todos los que plantearon sus reproches en ese Consejo de Ministros acabaron por salir del Gobierno –o del Ministerio de la Igualdad, en el caso de la vicepresidente–, con la única excepción de Augusto Rodríguez, director de la Unidad Nacional de Protección y antiguo militante del M-19, como el propio Petro en su juventud. “Desde que Benedetti llegó a la campaña yo puse alertas y me enteré de sus artimañas para lograr que no fuera puesto preso”, llegó a deslizar. La crisis de Gabinete avanzó sin pausa. El hasta entonces ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, se sumó a la desbandada para permitirle al presidente reconfigurar su equipo. Lo relevó justamente Benedetti, un operador político camaleónico, encargado de empujar las reformas en el Congreso a partir de ese día.

Aquel recordado remezón no acabó con el “fuego amigo”, síntoma de las abundantes fracturas del Gobierno. Más adelante, la ministra de Justicia, Ángela María Buitrago, presentó su renuncia irrevocable, motivada por “intentos de injerencia” en su gestión. Señaló, en concreto, a Benedetti y a la nueva directora del Dapre, Angie Rodríguez. Y su reemplazo, Eduardo Montealegre, quien se perfilaba como otro nombre de peso en el Gabinete, también acabó por renunciar después de haberse enfrentado con su colega de Interior, al que llegó a tildar de “fantoche”, “corrupto” y “macho alfa del Gobierno” en varios chats de un grupo de WhatsApp.

En el camino, Benedetti fue incluido en la llamada lista Clinton. Las sanciones del Tesoro de Estados Unidos, en medio de los choques constantes con la Administración de Donald Trump, recayeron también en el propio presidente; su esposa, Verónica Alcocer; y su hijo, Nicolás Petro. Con el Gabinete convertido en una montaña rusa, Benedetti ha derrochado sintonía con Rodríguez, la directora del Dapre. Cuando Petro pidió a comienzos de mes la renuncia de su joven funcionaria, Benedetti acudió en su apoyo y terminó ratificada en el cargo. Ambos, Rodríguez y Benedetti, se han enfrascado en una nueva pelea pública, otra más, con el director de la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgo de Desastres, o UNGRD, Carlos Carrillo, un político de izquierdas que no ha ahorrado adjetivos para descalificar al ministro.

Sergio Guzmán, director de la consultora Colombia Risk Analysis, describe a Benedetti como “el sabueso de ataque” del presidente. “Es un actor intimidatorio para el Legislativo y provocador para la opinión pública. Petro lo ha mantenido cerca ante todo por su olfato político, pero también presuntamente por la información que posee. Todos lo escuchamos decir que si él habla, este Gobierno se cae como las Torres Gemelas. Es muy difícil no interpretar eso como un chantaje”, advierte en alusión a unos audios filtrados hace un par de años, cuando Benedetti estaba fuera del Gabinete.

La senadora María José Pizarro contiene a Armando Benedetti durante el anuncio de los resultados de la votación de la consulta popular, en el Congreso, el 14 de mayo.

Al margen de esas luchas intestinas, el Congreso cerró esta semana un semestre de derrotas para el Gobierno. El Senado y la Cámara de Representantes hundieron sus principales apuestas y dejaron en vilo los otros proyectos de ley que abanderaba el Ejecutivo de izquierdas. El mayor revés se produjo el martes, último día de sesiones, cuando la Comisión Séptima del Senado decidió por mayoría absoluta hundir la reforma a la salud. Días antes, las comisiones económicas habían negado la tributaria en la que Petro insistió durante meses.

Si bien el ministro del Interior es el encargado de las relaciones con los legisladores, Benedetti no tiene mucho margen de maniobra debido a que se acerca el final del Gobierno y los congresistas están en campaña, matiza Yann Basset, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario. “Creo que Petro es muy consciente de que depende de Benedetti para su relación con el Congreso. Ha tratado de crear una división del trabajo, en la que él maneja las relaciones con la izquierda personalmente y le ha dado un cheque en blanco a Benedetti para relacionarse con el resto de las fuerzas políticas”, observa. La Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes archivó esta semana 16 expedientes contra el presidente, recuerda como ejemplo de que hay unas relaciones mínimas que siguen en marcha.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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