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De Mulino a Milei: los líderes que arropan a María Corina Machado en la entrega del Nobel de la Paz

Los presidentes de Panamá, Ecuador, Paraguay y Argentina viajan a Oslo como invitados de la dirigente de la oposición venezolana

José Raúl Mulino al salir del Grand Hotel de Oslo, Noruega, el 9 de diciembre de 2025.
Santiago Torrado

María Corina Machado se prepara para dar un paso más en su desafío a Nicolás Maduro. Si la líder de la oposición venezolana se presenta este miércoles para recibir en persona el Premio Nobel de La Paz, como se le espera, estará arropada en Oslo por cuatro presidentes latinoamericanos invitados personalmente por ella a la ceremonia: el panameño José Raúl Mulino, el ecuatoriano Daniel Noboa, el paraguayo Santiago Peña y el argentino Javier Milei. Todos ellos han manifestado en voz alta su rechazo al fraude electoral perpetrado por el heredero de Hugo Chávez, sometido ahora mismo a una enorme presión por el despliegue militar en el Caribe ordenado por el estadounidense Donald Trump. “Sus días [en el poder] están contados”, ha insistido el republicano en una entrevista con Politico publicada este mismo miércoles.

Mulino, quien viajó desde el domingo, fue el primero en llegar a Noruega, donde ya ha sostenido encuentros con la madre, la hermana y la hija de Machado. Desde el momento en que asumió la Presidencia de Panamá, el 1 de julio de 2024, manifestó su apoyo a los esfuerzos de Machado por poner en marcha una transición a la democracia, y a finales de ese mes rompió relaciones después de que Maduro se autoproclamó ganador de las presidenciales del 28 de julio sin mostrar ninguna evidencia de ese resultado. Por el contrario, la oposición ha exhibido la mayoría de las actas que demuestran el triunfo de Edmundo González Urrutia, después exiliado en España, quien aterrizó este martes en el país nórdico. Panamá se ofreció a resguardar las preciadas actas, que han sido validadas por el Centro Carter y presentadas ante la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington.

“Aquí estoy acompañándola. No vamos a retroceder ni un centímetro hasta lograr que el Gobierno electo de Venezuela tome las riendas del poder, porque así lo quiso el pueblo de Venezuela”, le dijo Mulino en Oslo a los familiares de la líder venezolana. “Esas actas que confirman el triunfo arrollador de Edmundo y María Corina las tenemos en Panamá”, ha reivindicado. En el tablero de la geopolítica, Panamá fue también el primer país señalado por la agresiva política exterior de Trump, quien prometió en su investidura, a comienzos de año, retomar para Estados Unidos el canal interoceánico que atraviesa el istmo. Aunque Mulino, un pragmático, ha hecho malabares para exhibir afinidad con Washington, también ha reivindicado con insistencia que “el canal es y seguirá siendo de Panamá”. Desde entonces, se ha rebajado la presencia china, un reclamo recurrente del republicano.

Otro de los mayores defensores de la oposición venezolana en la región ha sido el argentino Milei, muy alineado con los intereses de Trump. A mitad de su mandato, Milei partió este lunes desde Buenos Aires hacia Oslo para mostrar una vez más su apoyo a la Nobel de la Paz, informa Mar Centenera. Su hermana y secretaria de la Presidencia, Karina Milei, y el canciller, Pablo Quirno, acompañan al líder ultra en el viaje relámpago. El argentino se ha mostrado como un ferviente aliado de Machado desde las presidenciales de 2024, que tildó de fraudulentas. En ese momento, Milei volvió a llamar dictador a Maduro y le exigió que “reconozca la derrota luego de años de socialismo, miseria, decadencia y muerte”.

La oposición a Maduro ha sido uno de los ejes de la política exterior de Milei. En marzo de 2024 recibió en la embajada argentina de Caracas a seis colaboradores de Machado que vivieron asediados por las fuerzas chavistas durante más de un año. La tensión entre los dos países tuvo su punto álgido en los días posteriores a la votación venezolana, cuando Maduro ordenó expulsar a todos los diplomáticos argentinos y los asilados quedaron al cuidado de Brasil, que asumió el control de la embajada argentina.

El Gobierno argentino ha lanzado dardos contra el chavismo en cada foro internacional en el que ha participado durante los últimos dos años. Sin embargo, Milei ha moderado sus insultos directos contra Maduro para evitar perjudicar al gendarme argentino Nahuel Gallo, detenido cuando cruzó por tierra desde Colombia a Venezuela, hace ya un año. La Cancillería sostiene que su detención es “arbitraria”, “ilegal” y “constituye un claro caso de desaparición forzada y una flagrante violación del derecho internacional”.

También los demás invitados, el ecuatoriano Noboa y el paraguayo Castro, dos mandatarios conservadores, han dado muestras de sintonía con Washington. Noboa se reunió en marzo con Trump en Florida –en anticipo de las elecciones que ganó el 13 de abril–, ha manifestado su apoyo en la lucha contra el narcotráfico y el crimen transnacional en medio del despliegue militar en el Caribe –y en menor medida en el Pacífico–. Incluso sometió a referendo la posibilidad de que regresaran las bases militares estadounidenses a territorio ecuatoriano, aunque perdió esa consulta popular. Castro, por su parte, ha apoyado la agenda de control migratorio promovida desde la Casa Blanca y fue el único presidente sudamericano invitado a la Cumbre de la Paz en Egipto.

A los más escépticos, la entrega del Nobel a Machado, acompañada por los cuatro mandatarios, les recuerda el experimento del diputado opositor Juan Guaidó, que llegó a ser reconocido como presidente encargado de Venezuela por más de 50 países en tiempos del primer Trump. Se presentó al mundo en Cúcuta, en el megaconcierto organizado la víspera del fallido intento por ingresar ayudas a Venezuela el 23 de febrero de 2019, el famoso 23F. Allí fue recibido como un héroe por el entonces presidente colombiano, Iván Duque, promotor del fallido cerco diplomático sobre Maduro; el chileno Sebastián Piñera y el paraguayo Mario Abdo Benítez, todos de corte conservador. Bajo la mirada del mundo, al día siguiente, la prometida “avalancha humanitaria” se estrelló en los puentes fronterizos con las armas y los gases lacrimógenos de los militares leales al chavismo. Para entonces, Guaidó ya había jurado como mandatario interino y logró cruzar de manera clandestina la frontera a pesar de tener prohibida la salida de su país. El objetivo era derrocar a Maduro, poner en marcha una transición y convocar elecciones libres. Pero la estrella de Guaidó se apagó y acabó en el exilio.

Más allá de los ecos, mucho ha cambiado desde entonces. Ni siquiera el colombiano Gustavo Petro, un crítico del despliegue militar en el Caribe enfrentado permanentemente con Trump, ha reconocido el supuesto triunfo de Maduro en las elecciones. Los dos principales vecinos de Venezuela gobernados por líderes progresistas, Colombia y el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva, aunque no estén presentes en Oslo, intentaron mediar para lograr una salida negociada entre el Gobierno y la oposición –acompañados en un primer momento por México–. Incluso Petro celebró en su día, a su manera particular, la noticia del Nobel: “De María Corina espero que ayude a que su país consiga el diálogo para mantener la paz”.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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