Los venezolanos que levantan sus antorchas para celebrar el Nobel a María Corina Machado
La polémica por el premio a la líder opositora llega hasta los preparativos y obliga a una pequeña asociación de expatriados a dar un paso al frente para organizar la tradicional procesión en honor a la ganadora


Se trata de uno de los rituales más simbólicos en las celebraciones del Nobel de la Paz. Tras la ceremonia de entrega del galardón en el Ayuntamiento de Oslo, cientos de personas salen a las calles de la capital noruega desde 1954 para participar en la tradicional procesión de las antorchas en homenaje a los ganadores de cada año y para demostrar que la luz siempre se abre paso en medio de la oscuridad. El acto de este año, sin embargo, estuvo a punto de cancelarse, después de que el Consejo Noruego de la Paz, una coalición de 17 organizaciones civiles, anunciara el 24 de octubre pasado que no iba a encargarse de la organización, como ha hecho en los últimos años, en protesta por la decisión de otorgar el reconocimiento a María Corina Machado, al considerar que el perfil de la opositora venezolana no estaba “en consonancia” con los valores que representan. En medio de la polémica, The Norwegian Venezuelan Justice Alliance, una pequeña y poco conocida organización de venezolanos residentes en el país nórdico, dio un paso al frente para que Machado pudiera recibir los mismos honores que sus predecesores.
“Lo decidimos en cuanto nos enteramos”, explica Sonia Zapata, la fundadora y presidenta de la asociación, que cuenta con un núcleo directivo que no pasa de los seis integrantes y unos 15 voluntarios que los apoyan. “Nos decían que no había nada más qué hacer, que había que aceptarlo, hasta que finalmente nos preguntaron si queríamos hacerlo y dijimos que sí”, cuenta la abogada venezolana de 60 años, en una entrevista concedida este lunes en un café del centro de Oslo, a solo unos metros del Instituto Noruego del Nobel, el principal organizador de las celebraciones.
“Fue el día que nos cambió la vida a todos”, dice entre risas sobre aquel 24 de octubre, justo cuando se cumplían dos semanas desde que se anunciara el Nobel de la Paz a Machado. Así desembarcó el nombre de la alianza, fundada apenas en 2018, en el programa oficial de las celebraciones de este año, que busca seguir a rajatabla la voluntad expresada en el testamento del químico sueco Alfred Nobel, el inventor de la dinamita fallecido en 1896, que ideó el premio para redimirse y promover la fraternidad, la reducción de los ejércitos y los ideales pacifistas.
“El tema ideológico ha pesado mucho”, concede Zapata sobre la polémica que ha rodeado el reconocimiento a Machado. “Cuando ella ganó el premio, se lo dedicó a los venezolanos y le dio las gracias a Donald Trump, y eso es de lo único que se ha hablado en Noruega desde entonces, al menos entre los grupos que se oponen”, señala. La abogada, residente en el país escandinavo desde hace más de dos décadas, reconoce que no ha sido “nada fácil” la tarea de dar a conocer la causa de la oposición venezolana, en parte porque Noruega guardó cierta equidistancia al participar durante años como mediador en los diálogos entre el Gobierno de Nicolás Maduro y los sectores opositores, pero también por las diferencias culturales, por la falta de empatía y por los prejuicios que prevalecen sobre la diáspora.
“Algunos nos ven como las élites que se quejan porque les arrebataron el poder, pero es un mito”, afirma Ramón Barreto, asesor político de la organización. “Somos nueve millones de personas que hemos tenido que salir del país, la mayoría a pie, con lo que llevaban puesto”, señala el politólogo de 33 años, afincado en Oslo desde hace un lustro. “El perfil de los que estamos aquí es muy variado”, agrega la fundadora. Es, con todo, una comunidad pequeña en comparación con otros países. El número de venezolanos que ha solicitado el asilo en Noruega en los últimos cinco años no pasa de las 300 personas, según datos oficiales.

La procesión de las antorchas no es el único acto protocolario que se ha referido a la controversia por la elección de Machado como la ganadora de este año. “La división política global de nuestro tiempo no es izquierda contra derecha, sino democracia contra dictadura”, señaló Kjersti Flogsta, la directora del Centro Nobel de la Paz, en un comunicado para presentar una exposición fotográfica de la líder opositora que se inaugurará al público este jueves, titulada “Democracy on the brink” [Democracia al borde del abismo]. “La exhibición debería llamarse vidas al borde del abismo”, replica Barreto. “Es fundamental reconocer el contexto político en el que nos encontramos”.
“Es difícil defender ciertas cosas que están pasando y ciertas actitudes que nos parecen ilegales o violaciones a derechos humanos”, dice Zapata sobre el momento en que llega el premio, en medio de las tensiones entre el régimen de Maduro y la Casa Blanca por el despliegue militar estadounidense en aguas del Caribe. “Pero entendemos el dilema al que se enfrenta María Corina”, responde sobre la relación de la líder opositora con el republicano. “Estamos en una situación de vida o muerte y cuando pedimos ayuda, nadie nos ayudó. La respuesta internacional fue mínima. Entonces, dar las gracias a la única persona que te ha ayudado es algo que cae por su propio peso”.
“El premio permite llamar las cosas por su nombre: en Venezuela hay una dictadura que perdió las elecciones el año pasado y una lucha por la democracia que ha sido reconocida internacionalmente”, afirma Barreto. “Y es también un reconocimiento a un movimiento entero, como dice María Corina, el Nobel es nuestro porque cada uno de nosotros puede identificarse en esta lucha”, agrega.
El galardón tampoco ha pasado desapercibido para el chavismo. El Gobierno venezolano cerró su Embajada en Oslo tres días después de que se anunció el premio para Machado, a pesar de que el comité que entrega el Nobel es independiente del Gobierno noruego, al argumentar una reestructuración de su servicio exterior.
Los integrantes de la Norwegian Venezuelan Justice Alliance aseguran que trabajan a base de donativos y rechazan como otro mito que tengan vínculos con poderes económicos o políticos. “Llevamos 12 o 15 años machando, escribiendo cartas a miembros del Parlamento, organizando protestas y quisiera pensar que algún impacto hemos tenido”, comenta Zapata, sobre el terreno que ha recorrido la diáspora en Noruega y la lucha que ha enfrentado contra el escepticismo. “Sé que algunos miembros del comité [del Nobel] han estado y escuchado las charlas que he dado, pero obviamente no es una victoria que me pueda atribuir”, agrega sobre el premio. “Sinceramente, no nos lo esperábamos”.
La procesión de las antorchas tiene previsto partir este miércoles a las 17.45 (hora local y de la España peninsular, 12.45 de Caracas) del Centro Nobel de la Paz y concluir frente al balcón de la suite del Grand Hotel de Oslo, donde se espera que se aloje Machado, en caso de que acuda de forma presencial a recibir el premio. Se estima que participen unas 800 personas, entre ellos varios grupos de venezolanos que han viajado miles de kilómetros en algunos casos para darse cita, según los organizadores. “Por fin los ojos del mundo van a estar sobre nosotros”, afirma Zapata, agobiada por los preparativos, pero consciente de que es una oportunidad única. “Llevamos años esperando este momento”.
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