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Sergio Blanco, el barrista antifascista que murió tras el fallido concierto de Damas Gratis

El hincha de Santa Fe fue atropellado por una camioneta cerca del Movistar Arena, en Bogotá, donde se iba a presentar el grupo argentino. Sus amigos lo recuerdan por sus iniciativas sociales y claman justicia

Sergio Blanco

Por un momento, Juan Trujillo tuvo esperanza: le dijeron que a su amigo Sergio Blanco, de 30 años, lo habían reanimado. Pensó que podría hacer su rehabilitación física en la Red de Hinchas con Capacidades Diversas, una organización que lideraban ellos dos y otros integrantes de barras futboleras de Bogotá. Pero la esperanza se desvaneció pronto: en los grupos de WhatsApp de la Guardia Albirroja Sur, que agrupa a aficionados del tradicional club Santa Fe, empezaron a reportar la muerte de Blanquito.

Blanco murió en medio del caos que se apoderó de los alrededores del Movistar Arena, uno de los principales escenarios para conciertos de la ciudad. El 6 de agosto, una presentación del grupo argentino de cumbia villera Damas Gratis, terminó en enfrentamientos a cuchillo y con objetos contundentes. La banda no alcanzó a tocar. Además de la muerte de Blanco, varias personas quedaron heridas.

El líder nunca entró al Movistar Arena, pero afuera también había desmanes. Aún no es claro qué pasó, pero lo atropelló una camioneta que no paró a auxiliarlo. Laura Chaparro, sobrina de Blanco, le dijo a El Tiempo que cinco policías que se movilizaban en una patrulla lo vieron herido en el asfalto, pero no les prestaron ayuda. “Los hechos son materia de investigación por parte de la Seccional de Tránsito y Transporte de Bogotá”, aseguró la entidad en un comunicado de prensa.

La Guardia Albirroja Sur y algunas colectividades antifascistas le dieron la última despedida a Blanco el domingo 10 de agosto. Un cortejo de unas 500 personas acompañó el féretro hasta el cementerio de Suba, al noroccidente de Bogotá. En medio de cerveza, humo blanco y rojo, banderas y cánticos, expresaron el dolor por perder a un líder que intentó construir la paz entre barras rivales y derrotar al fascismo.

Un hincha por la paz

Santa Fe era parte crucial de la vida de Blanco. Incluso entró al estadio Atanasio Girardot en la final del primer torneo de 2025 fingiendo ser hincha del local Deportivo Independiente Medellín. Si lo descubrían podía ser golpeado y expulsado, como les pasó a otros. Él logró presenciar un final épico: Hugo Rodallega hizo un gol a pesar de tener una pierna lesionada y los cardenales se coronaron campeones.

Esa pasión no le impedía trabajar con otras hinchadas. Desde el Ministerio de la Igualdad impulsó el programa Aguante popular por la vida, que busca crear espacios de diálogo entre las barras.

Trujillo, su amigo, tiene clavado un recuerdo. En 2024, la Red de Hinchas hizo una actividad junto a Los del Sur, la barra del medellinense Atlético Nacional en Bogotá. Era un sector deprimido del barrio Patio Bonito. El ambiente era tenso porque había desconfianza entre la hinchada y algunos migrantes venezolanos. A Blanco le correspondió estar con los niños que llegaran. Intentó ordenarlos, para que todos aprovecharan las pinturas y los tableros que llevaron, logró que varios padres de familia se involucraran y les habló sobre el ejercicio artístico de sus hijos. Así, ayudó a disipar las tensiones.

La Red reúne a barristas de varios equipos. Blanco llegó al espacio buscando ayuda para la rehabilitación física de una lesión en la rodilla, le gustó y se unió. Trujillo calcula que han beneficiado a unas 100 familias, con el apoyo a barristas que han sufrido lesiones gracias a fisioterapeutas que les ayudan con las rehabilitaciones y a sus gestiones para aminorar los impactos sociales y económicos. Blanco era uno de los coordinadores: “Siempre tenía la intención de aportar y ayudar”, afirma Mauricio Salas, integrante de la barra Nación Verdolaga (de Nacional). La Red ha logrado que las seis principales barras de la ciudad la reconozcan como un espacio para el bienestar de sus integrantes. Parecía imposible, pero ahí se encuentran los más fervientes hinchas de Millonarios, Santa Fe, Nacional y América de Cali.

Desarmar las barras

Blanco también participó en iniciativas que buscan reducir la violencia en las barras, a sabiendas de que los choques se seguirían dando y con la meta de reducir sus impactos. “Lo último que hablamos fue promover las artes marciales mixtas en la barra, generar conciencia frente al no uso de armas, respetar la vida y tener códigos. En este ámbito es imposible evitar la violencia, pero tras un encontrón todos podríamos llegar a casa tranquilos y con vida”, explica David Ulloa, amigo de Blanco, que hace varios años lidera un proceso deportivo en Bosa. Cuenta que Sergio era muy activo en las gestiones sociales, como las entregas de regalos en Navidad o de útiles escolares. “En la organización que él no estuviera era porque no existía, estaba en todo”, dijo.

La marcha de las honras fúnebres de Blanco interrumpió el domingo el tráfico de la Avenida Suba durante una hora. Los asistentes se saludaban con dolor: abrazos prolongados y cabezas apoyadas sobre los hombros del otro durante varios segundos. Mabel Villa llevaba una bandera que decía “Antifas Santafe”, en la que se apoyaba con gestos de incomprensión ante la muerte. “Estuvo trabajando hasta el último momento por dejar de matarnos por un color”, contó.

Una noche de 2010 o 2011, un Blanco de unos 16 años y otros compañeros llegaron a un bar al sur de Bogotá, administrado y visitado por neonazis. Cuando estaba en medio de ellos, gritó: “¡Buenas noches, bebecitos ¡Llegó el Rash Bogotá!“. Rash, SkinHeads Rojos y Anarquistas, aglutina jóvenes de izquierda que llaman a combatir a los fascistas. Para entonces, en Bogotá hacía presencia el grupo neonazi Tercera Fuerza, comandado por Alfredo Devia, señalado de cobrar extorsiones para la banda criminal Los Rastrojos y asesinado en 2014. El llamado de Sergio dio inicio a una pelea con puños, patadas, hachas, piedras y botellas. “Salieron personas a hacer tiros al aire y a perseguirnos”, cuenta Pote, líder de Rash, que estuvo allí y este domingo participaba el entierro, vestido de paño negro con corbata del mismo color y zapatos lustrados. “Es la anécdota más memorable que tengo con él”, recuerda con una expresión de satisfacción y picardía.

Con el tiempo, Blanco se distanció de Rash, pero no del antifascismo, señala Villa. ”Nunca separamos nuestra ideología antifascista de la pasión por Santa Fe”, dijo ella. Para Blanco, el antifascismo era otra vía para apaciguar la violencia entre las barras. Su amiga señala que él ayudó a articular organizaciones antifascistas de otros equipos, buscando vías de diálogo para, por ejemplo, garantizar la integridad de las hinchadas visitantes.

El antifascismo santafereño en el que militaba Blanco se vio reflejado en la caravana hacia el cementerio. La barra cantaba “Blanco querido/ esta banda jamás te olvidará” y, cuando daba una tregua, los integrantes de Rash arengaban: “Porque el que murió peleando/ vive en cada compañero”. Unas banderas eran rojas y blancas. Otras rojas, blancas y negras. Una tenía la esvástica nazi tachada. “Blanco es un rojo: antifascista y santafereño hasta el último suspiró de su vida”, concluyó Villa.

Andrés Celis, hincha de Millonarios y quien vive en el exilio, fue uno de los mentores de Blanco en Rash. “Es gente que creció en contextos de violencia muy difíciles, ellos mismos fueron violentos, lograron salir de eso y trabajaron por sacar a la gente de esos contextos… que termine muerto así es muy hijuemadre”, se lamenta vía telefónica

La venganza y la justicia

La idea de vengar a Blanco ha pasado por la mente de algunas personas consultadas para este artículo. Sin embargo, ellos mismos se moderan. “Uno a veces quisiera actuar de la misma manera, pero ya estamos en otro proceso, en otra etapa de la vida, sabemos que no es la solución”, dice Ulloa. Trujillo tiene una reflexión similar, que asocia a la vida de Blanco. “Sería como ir en contra del legado de Sergio. La violencia solo genera más violencia”. Pese a esas reflexiones, el riesgo de retaliaciones está vivo y por eso piden celeridad en la investigación sobre la muerte de Blanco. “Lo mínimo es que se haga justicia, que se encuentre a la persona (que manejaba la camioneta)”, explica Villa.

La barra ha criticado a la Alcaldía y los organizadores del concierto. “Yo le manifesté a la Secretaría de Gobierno mi preocupación porque no me parecía responsable la manera en la que el organizador vendía esas entradas (…) Otras personas ingresaron armas, no había control policial”, dijo a La W Diego González, líder de la Guardia Albirroja Sur. “Le pedimos a la Policía que se tomaran medidas adecuadas y la Policía conceptuó en ese sentido pidiéndole al privado que extremara medidas de seguridad”, explicó Gustavo Quintero, secretario de Gobierno de Bogotá a Noticias Caracol. “Esto trasciende por la negligencia en el evento, si no hubiera sido así, Blanco estaría aquí por nosotros”, concluye Villa.

El cuerpo de Blanco quedó en la bóveda número siete del cementerio de Suba. La entrada del cajón a su destino final fue acompañada con humo rojo y blanco. Los integrantes de la barra se subieron a varias columnas: los trapos tenían los colores de Santa Fe, de la bandera de la ciudad y se ondeó una bandera comunista roja con la hoz y el martillo en color amarillo. Un hombre grande, rollizo, con la camiseta del equipo, se sentó en una piedra a llorar. Se agarraba la cabeza, miraba al suelo con gemidos de dolor que se escuchaban a varios metros. Detrás de él, una mujer joven vestida de negro hablaba por teléfono apoyada en varios osarios. Se ocultaba un poco de la multitud para soltar su llanto sin tantos ojos encima. Blanco murió un día que iba a escuchar música.

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