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Colombia y España entrelazan la memoria de sus fosas comunes en una exposición en Bogotá

‘Exhumar la memoria’ muestra un diálogo entre las fotografías de Francesc Torres, de víctimas de la Guerra Civil española, y documentos forenses de una excavación en la capital colombiana

Una mujer recorre la exposición ‘Exhumar la memoria’, en Bogotá, el 2 de mayo de 2025.
Diego Stacey

La memoria histórica es un campo de batalla político y cultural. Lo saben bien en Colombia y España, dos países atravesados por la guerra, en los que escarbar el pasado se ha convertido en una tarea titánica, muchas veces relegada a los historiadores y a los arqueólogos. Desde el arte, apuestas como la exposición Exhumar la memoria, presentada en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR) de Bogotá, buscan que ambas sociedades se enfrenten con una parte dolorosa su historia, con un tema tan espinoso como las fosas comunes y sus desaparecidos.

La exposición fotográfica y documental, inaugurada en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) —de la que España es el país invitado—, recopila las instantáneas tomadas por Francesc Torres, uno de los creadores españoles más internacionales, de la excavación en 2004 de una fosa común de víctimas de la Guerra Civil. El artista quiso documentar la recuperación de los 46 cadáveres que fueron enterrados en los años treinta en una carretera comarcal en la provincia de Burgos, en el norte de España.

Entre las imágenes resalta una, en el centro de la exposición, de varios cadáveres en la fosa dispuestos casi a tamaño real. Junto a ella, otras fotografías de los cuerpos dan cuenta de que se trataba de civiles y no de milicianos: un peine, una cartera de cuero, anillos o un par de gafas, detalles mínimos pero significativos en la tarea de identificación. Al final de la exhumación se contabilizaron 74 disparos, de los cuales 51 se hicieron a la cabeza. La identidad de todas las víctimas, excepto dos, pudo ser descubierta.

Varias personas recorren la exposición en el Centro de Memoria y Reconciliación, en Bogotá.

“Me interesaba poder visibilizar todo el proceso de recuperación de desaparecidos en España porque hasta ese momento no se había hecho”, cuenta Torres en una llamada telefónica desde Nueva York, donde reside. “Es importante que haya una conciencia visual, que el público general tenga acceso a esas imágenes para darse cuenta de lo que representan, que no solo se queden en archivos académicos”.

Que las fotos de Torres, galardonado con el Premio Velázquez de Artes Plásticas en 2024, se hayan expuesto en el CMPR no fue una decisión aleatoria. Antonio Monegal, comisario de la participación española en la FILBo, explica que la institución es un “ejemplo envidiable” para su país. “Queríamos aprender de cómo los colombianos, aun en medio de un conflicto que sigue en marcha, han empezado a instaurar políticas e instituciones de memoria. En España no tenemos eso todavía, a tantos años de la muerte de Franco [en 1975]”, asegura el académico.

Fotografías de Francesc Torres en la exposición 'Exhumar la Memoria'.

El CMPR se inauguró en 2012 tras un proceso de exhumación de cientos de cuerpos del Cementerio Central de Bogotá, en donde se ubica el centro. Muchos de los cuerpos corresponden a fallecidos de finales del siglo XIX y a inicios del XX. Ana María Cuesta, directora del CMPR, afirma que casi todos los más de 3.000 huesos correspondían a personas pobres: “Había muchas personas con desnutrición, enterrados muy pegados los unos de los otros, sin una sepultura digna”.

Es la larga documentación de esta exhumación la que conversa con las fotos de Torres. Cientos de documentos han sido dispuestos en mesas bajas frente a las fotografías, para que los asistentes puedan consultar lo que se encontró hace casi 20 años en el suelo del sitio que ahora pisan. Los interesados en conocer, por ejemplo, el número de zapatos y de botones encontrados allí, o la ardua investigación previa detrás de un desentierro, deben agacharse y escudriñar “como investigadores forenses” para descubrir la historia de ese lugar.

Un grupo de estudiantes revisa las fichas del inventario óseo de los cuerpos encontrados en el antiguo Cementerio Central de Bogotá, hoy Centro de Memoria y Reconciliación.

Para Torres, el CMPR es el “lugar perfecto” para mostrar su obra, que estará abierta al público hasta el 18 de junio. El artista sostiene que en las últimas dos décadas expuso estas instantáneas en museos de arte moderno “para darle visibilidad al proyecto”, pero nunca se sintió cómodo en estas muestras. Monegal recalca esta visión: “Es el mejor de los sitios porque es un centro de sanación, a donde van las familias de las víctimas, donde se pueden compartir experiencias y relatos. Eso nos emocionó mucho”.

El debate de la memoria

La exposición no escapa a la lectura política, menos aún cuando la memoria histórica es un tema de debate peliagudo en los dos países, ambos con gobiernos progresistas y con oposiciones en las que hay grupos negacionistas. Mientras que en España, varias comunidades autónomas gobernadas por el PP (conservadores), con el apoyo de los ultras de Vox, impulsan leyes para ignorar el pasado franquista; en Colombia, la mayor fuerza de la oposición, el derechista Centro Democrático, asume la narrativa de que la cifra de falsos positivos (civiles asesinados presentados como combatientes) es menor a la entregada por el tribunal de paz que investiga estos crímenes.

Ana María Cuesta, en Bogotá, el 2 de mayo de 2025.

Cuesta es consciente de las dificultades de liderar una institución como la suya, dependiente de quien sea alcalde de la ciudad. “El negacionismo es conveniente de acuerdo al contexto político y social que se viva en el momento. Vemos a ciertos sectores cuestionar los hechos y justificándolos de alguna manera, pero no queremos que la violencia se naturalice”, asevera. Para la directora, es fundamental la aprobación de una política de Estado de memoria que “blinde” espacios como el CMPR.

A pesar de estos retos, Torres aplaude los avances de Colombia y reprocha la “falta de coraje” de la clase política española, independientemente de su ideología. “Todos los políticos prefieren ahorrarse los posibles problemas que puede causar la memora histórica, que en realidad no es ninguno. Lo que hace es abrir un debate para pasar página, pero parece que en España eso da mucho miedo de un lado y del otro”. El ministro de Cultura español, Ernest Urtasun, inauguró la muestra a finales de abril y la destacó como un medio para aprender “a cómo cuidar la memoria y a hacer las cosas mejor”.

En Exhumar la memoria, las fotografías de Torres están divididas en dos bloques. En uno, las imágenes de la exhumación, hechas con una cámara análoga e impresas a blanco y negro; en otro, las instantáneas tomadas el día en el que las familias de las víctimas realizaron un funeral colectivo. Esas fotos del presente están hechas con una cámara digital y están a color, el único lugar de la muestra que irradia cierta vida. Una de ellas destaca: el epitafio de la tumba en la que reposan ahora aquellos que estuvieron desaparecidos durante 70 años y que lee “fuisteis arrancados brutalmente de la vida; ausentes en las nuestras, pero nunca olvidados”.

Epitafio de la tumba colectiva de las víctimas recuperadas en la exhumación en Burgos, en 2004.

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Sobre la firma

Diego Stacey
Periodista de la sección Internacional. Anteriormente trabajó en 'El Tiempo', en Colombia. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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