El asesinato de Miguel Uribe devuelve a Colombia al horror de la violencia a nueve meses de las elecciones
La muerte del senador, 65 días después de recibir varios disparos en un mitin, se produce en plena escalada de la polarización y sin avances en la investigación del crimen

Sesenta y cinco días después de recibir varios disparos durante un mitin en Bogotá, este lunes ha muerto Miguel Uribe Turbay, senador de 39 años, precandidato presidencial de la derecha para las elecciones de mayo de 2026 y fuerte crítico del Gobierno de izquierda de Gustavo Petro. El ataque revivió un trauma colectivo que Colombia parecía haber dejado atrás: entre 1989 y 1990 fueron asesinados tres aspirantes presidenciales, en una espiral de horror y violencia que postró al país.
A diferencia de entonces, cuando era claro que Pablo Escobar libraba una guerra a muerte con el Estado colombiano, en el caso de Uribe Turbay no se sabe aún quién lo mandó matar. Aunque desde el primer día fue capturado el sicario, un menor de edad de 15 años y en las semanas siguientes las autoridades han detenido a quien lo contrató y a otras personas que participaron del atentado, se desconoce aún quién está detrás del magnicidio. Esa falta de certezas, a nueve meses de la convocatoria a las urnas y cuando hay decenas de aspirantes y ningún aspirante claro, tiene al país sumido en la inquietud.
La duda por los motivos del crimen y la capacidad del Estado de llegar a quienes lo ordenaron marca el que también es el inicio del último año del primer mandato de izquierda en Colombia en décadas. Con un presidente que no ha logrado concretar sus mayores ambiciones y que encara la recta final con la posibilidad de entregar el mando a un opositor, el asesinato de un aspirante presidencial ha tensado más las fibras.
Especialmente cuando la muerte ocurre solo dos semanas después de que su mentor político y cabeza de su partido, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, hubiera sido condenado en primera instancia por los delitos de soborno y fraude procesal. El líder de la derecha no solo ha reiterado su inocencia, sino que ha señalado al fallo de tener motivaciones políticas. Muchos de sus seguidores, que salieron a marchar en su defensa el jueves pasado en plena fiesta nacional, tornan cada vez más a un discurso antisistema.
Esa es una prueba grande de intranquilidad. En Colombia, país que se suele preciar de haber tenido tan solo cuatro años de dictadura en todo el siglo XX; y que con esa excepción celebra elecciones periódicas hace más de un siglo, la derecha ha sido institucionalista. Cuando ha sido derrotada en las urnas —en 1994, cuando el liberal de izquierda Ernesto Samper venció al conservador Andrés Pastrana; en 2014, cuando Juan Manuel Santos logró la reelección frente al uribista Óscar Iván Zuluaga, o en 2022, con la victoria de Petro—, su reacción ha sido la de resignarse o, como mucho, la de denunciar ante la justicia alguna presunta irregularidad.
Pero no existe antecedente de que se sumen un Ejecutivo de izquierdas, el asesinato de uno de los suyos y la condena de quien ha sido su líder durante el último cuarto de siglo. “El mal todo lo destruye, mataron la esperanza. Que la lucha de Miguel sea luz que ilumine el camino correcto de Colombia.”, ha escrito Uribe tras conocer la muerte del senador de su partido, en un tono más tranquilo que el que usó al reaccionar a su sentencia, cuando habló de continuar “la lucha contra la naciente mordaza neo-comunista”. La elección entre esos dos tonos puede marcar el camino para la derecha en un proceso que mezcla lo judicial con lo electoral.
Desde la tarde del ataque, Uribe Turbay estuvo en la unidad de cuidados intensivos de la prestigiosa Fundación Santa Fe. Los primeros días, la campaña electoral también entró en terapia. Varios candidatos independientes que recogen firmas, como la exalcaldesa de Bogotá Claudia López, el exsenador David Luna o el exministro Mauricio Lizcano, suspendieron sus eventos ante las dudas por su seguridad. Lo mismo hicieron los cuatro copartidarios de la víctima que aspiran a ser candidatos del derechista Centro Democrático.

Distintas tesis
Incluso el presidente, que suele manejar la agenda política del país con incesantes iniciativas, proyectos y mensajes novedosos, se enfocó durante varios días en el atentado. Rechazó “los intentos de utilización política” del crimen e indicó que la responsabilidad parecía recaer en lo que ha llamado la “nueva junta del narcotráfico”, de la que no existen mayores datos.
Esa tesis compite con la del director de la Policía Nacional, Carlos Triana, para quien detrás del atentado está la Segunda Marquetalia, la disidencia de las extintas FARC que lidera Iván Márquez. Por el momento, como ha dicho el presidente este lunes, se trata tan solo de teorías. “La investigación debe profundizarse. Y serán las autoridades competentes para ella, ayudada por expertos internacionales, quienes se pronunciarán en su momento”, ha escrito en X, tras afirmar que las causas están “en averiguación”. La fiscal general, Luz Adriana Camargo, ha refrendado esa realidad en su comunicado de condolencias de este lunes: “Continúa el compromiso de identificar y judicializar a los determinadores de este crimen, tarea en la que no se descarta ninguna hipótesis”, se lee en él.
Miguel Uribe Turbay será velado en el recinto del Congreso hasta el miércoles. En los días siguientes a su atentado, la Fundación Santa Fe, donde fue atendido, se convirtió en lugar de peregrinación de congresistas, uribistas de a pie y personas del común. La tristeza se mezcló con una breve tregua política, un respiro en un país crispado desde la campaña electoral de 2022 y con un presidente que domina la agenda con trinos electrizantes, que coquetean con el populismo, con la poesía o con la lírica. Pero duró poco, menos de una semana.
En la mañana del lunes, la emoción parece repetirse. No solo por el mesurado mensaje de Uribe, sino por el igualmente tranquilo de Petro: “Mi sentido pésame a la familia del senador Miguel Uribe Turbay, y a las y los colombianos todos. La vida está por encima de cualquier ideología”, ha escrito. Pero por delante están la selección de candidatos de todas las orillas, la segunda instancia del proceso contra Uribe Vélez, los anuncios del Gobierno de una nueva reforma tributaria, el futuro de la muy debatida reforma del sistema de salud. Los motivos para nuevos choques políticos están a la vista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
