Colombia enfrenta la prórroga de los aranceles de Trump en un punto crítico de crisis con Washington
Líderes gremiales no prevén cambios al impuesto aduanero del 10%. El canal diplomático se halla en suspenso tras la llamada a consultas del responsable de la Casa Blanca en Bogotá


Los últimos desencuentros diplomáticos entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos se suceden en uno de los momentos más delicados para la configuración del comercio mundial. El próximo 1 de agosto finaliza la prórroga decretada por el presidente Donald Trump para renegociar con cada país la catarata de gravámenes impuesto desde Washington a medio mundo el pasado abril. La Casa Blanca, entre tanto, ha llamado a consultas este 3 de julio a su encargado de negocios en Bogotá por “declaraciones infundadas y reprobables” provenientes de altos funcionarios de la Casa de Nariño. El presidente, Gustavo Petro, también respondió convocando al embajador en el país norteamericano, Daniel García-Peña, para sondear la agenda bilateral. En otras palabras, no hay peor momento para negociar.
Ante ese escenario, la directora de la Cámara Colombo-Americana, María Claudia Lacouture, afirma que la mejor noticia para Colombia sería que el arancel general del 10% ya impuesto, del que se ha eximido a los hidrocarburos, quedara inalterado. Los últimos encontronazos, sin embargo, podrían frustrar los tímidos avances que el Gobierno de Petro ha hecho en estos 90 días para renegociar lo que el Ejecutivo estadounidense ha catalogado como “puntos de irritación”.
Se sabe que la Ministra de Comercio de Colombia, Diana Marcela Morales, habría radicado dos peticiones formales para que el país fuera parcial, o completamente, eximido del gravamen. Pero Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), cuenta que, al parecer, a la misión de Petro le ha faltado fuerza. Se trata de una conclusión tras reunirse con funcionarios de la Oficina del Representante Comercial estadounidense, de la Secretaría de Agricultura y del Departamento de Estado en Washington.
“Ellos han estado a la expectativa, porque Colombia no ha presentado una posición firme de negociación que busque la reducción del 10%. Y nos han dicho que, por el contrario, Ecuador o Argentina han estado muy activos”, explica el representante del mayor gremio industrial. Razones de sobra para reconocer que el clima se antoja grisáceo. Por eso Mac Master entiende que el Gobierno de Petro está “jugando con candela”. Basta recordar que Estados Unidos recibe hoy entre el 29 y el 30% de las exportaciones colombianas. Y de ellas, el 51% se concentra en el componente de hidrocarburos.
Por si fuera poco, el presidente estadounidense ha advertido de que habrá un arancel adicional del 10% a los países que se alineen con los BRICS, un grupo de naciones que incluye a China, Brasil y Rusia. Esta amenaza coincide con el reciente ingreso de Colombia en el banco de desarrollo creado, en efecto, por la misma organización de economías emergentes. “Es importante precisar que nuestra participación es financiera, no política”, precisa la también exministra de Comercio Lacouture. No es claro si a Trump le interesa ese matiz.
En Bogotá, donde la saliente canciller Laura Sarabia presentó una carta de renuncia al cargo el pasado viernes, ha trascendido que la única vez que Washington había llamado a consultas a su embajador fue en 1903, cuando el país debatía la escisión de Panamá bajo la presión de Estados Unidos. Más de un siglo después tambalea la armonía con el mayor socio comercial del país sudamericano. No sobra recordar que incluso el presidente, Gustavo Petro, había moderado su tono. De su estilo frentero por cuenta de las deportaciones de colombianos en vuelos militares estadounidenses en enero pasado, había cultivado uno más diplomático.
Hasta el mes pasado. Cuando deslizó entre líneas, durante un discurso en Cali, que el complot del excanciller Álvaro Leyva en su contra tendría el apoyo de sectores políticos de Estados Unidos. Elementos de sobra para que Bruce Mac Master anticipe una suerte de vía sin salida: “El escenario que todo el mundo ha considerado del arancel del 10% es muy malo en todo caso. Muchos de nuestros productos compiten, por ejemplo, con artículos mexicanos que quedaron con 0% de impuestos. El más notorio, quizás, es el de los aguacates. Pero incluso en el largo plazo puede ser que las nuestras flores también resulten reemplazadas por las mexicanas”.
Así mismo, Lacouture reconoce que, aunque “Estados Unidos no es el mundo”, la relación bilateral sí es seminal: “Entre enero y mayo las exportaciones agrícolas crecieron 37,5%. Eso no es ‘pereza rentística’. Es esfuerzo productivo, empleo formal, trabajo rural y competitividad real”. Se trata de declaraciones que responden a los mensajes publicados en días pasados por Petro en X. El presidente instó en la red social a buscar alternativas en los mercados internacionales. Y sugirió falta de iniciativa de parte del empresariado colombiano.
En últimas, parecía que el primer Gobierno de izquierdas había entendido que lo suyo, en la esfera comercial, era apostar por el equilibrio. Mientras tocaba puertas en mercados como el chino o el indio, el objetivo era no hacer mucho ruido en Washington. Sin embargo, las diferencias ideológicas con Trump, y especialmente con el secretario de Estado, Marco Rubio, han terminado por reventar las costuras. Hoy incluso el Tratado de Libre Comercio parece, por momentos, quedar en un tercer renglón. “Estados Unidos le había pedido a Colombia hace tiempo que corrigiera unos temas que ellos llaman ‘irritantes’”, recuerda Mac Master.
Se refiere a los estándares para la importación de automóviles a Colombia. Pero también abarca la discusión sobre el control de la información digital. Y los amagos de Bogotá de imponer licencias obligatorias a la industria farmacéutica estadounidense. A estos se suman los alegatos para renegociar las condiciones de entrada del maíz amarillo y la leche en polvo norteamericana. “Pero el Gobierno ha tomado la relación con Washington como una herramienta de política interna y si no atiende con cuidado la alianza más importante que tenemos, podría dejar al país en el peor de los mundos”, concluye el líder gremial.
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