Ecopetrol le da luz verde a un pozo petrolero al sur del país que atenúa los escándalos recientes en la empresa
La capacidad del campo bautizado Lorito (Meta) se anticipa como la más importante en una década. Su entrada en operación, sin embargo, aún puede tardar un par de años


Los sedimentos encontrados en 2018 en el piedemonte llanero colombiano dieron carta blanca a Ecopetrol, la mayor compañía del país, para anunciar que en el subsuelo del departamento del Meta existía un importante manto de hidrocarburos. Con un volumen total proyectado en 2.154 millones de barriles de crudo, se trataba de uno de los grandes hallazgos recientes. De ellos, sin embargo, solo serían recuperables unos 250 millones. Esta semana, la petrolera estatal ha certificado la buena noticia desde este campo bautizado Lorito: la fase previa de exploración ha resultado exitosa y la viabilidad comercial para explotar el bloque es un hecho.
Se trata de un anuncio que cae como una cura de alivio en medio de la crisis operativa e institucional que atraviesa la tercera petrolera de Latinoamérica. De hecho, el gerente, Ricardo Roa Barragán, ha aprovechado la coyuntura: desde un congreso gremial celebrado la semana pasada en Cartagena de Indias, ha reafirmado que su liderazgo al mando de la compañía sigue intacto: “Hoy estoy cumpliendo 26 meses frente a la presidencia del Grupo Ecopetrol y, hasta donde sé, ni en el orden del día ni en la agenda de ninguna junta directiva durante este tiempo ha estado la posibilidad de que yo presente mi carta de renuncia. O que la junta directiva me la exija”.
Un cambio de tono evidente tras sus últimas intervenciones públicas. Hoy las investigaciones de los órganos de control en su contra por su papel como gerente de la campaña presidencial de Gustavo Petro, y el escándalo a causa de la millonaria auditoría para evaluar el impacto de su reputación sobre el valor de la petrolera, de momento, han pasado a un segundo renglón. Ahora los focos se dirigen hacia la confirmación en el yacimiento Lorito. Ecopetrol ha informado que durante el proceso de sondeo del bloque se han logrado añadir unos 1.450 barriles diarios a la producción nacional, una cifra residual frente a las 714,200 unidades diarias que hoy se extraen en Colombia.
Aún falta, sin embargo, superar la fase de socialización y consultas previas con las comunidades aledañas al campo. Luego vendrá el proceso de licenciamiento. Dos trámites que, según los conocedores de los laberintos burocráticos, podría tardar cuando menos un par de años más. Daisy Cerquera, ingeniera de petróleos con maestría en derecho minero energético, precisa que de los 1250 millones de barriles de crudo totales proyectados, solo entre el 20 y el 30% será recuperable: “No hay que magnificar el resultado de todo esto. Se trata de una cantidad que no va a superar la reserva actual del país ni tampoco nos quita la preocupación por la autosuficiencia”.
Las reservas probadas de Colombia giran en torno a 2.035 millones de barriles, según un informe del Ministerio de Minas y Energía de 2024. El ingeniero geólogo de petróleos Jairo Garavito añade otra realidad a tener en cuenta: el tipo de aceite hallado es pesado. “Ocho grados API (American Petroleum Institute) es un crudo muy denso. Eso significa, en términos de producción, que para extraerlo se requiere implementar tecnologías especiales de recobro para crudo más espeso”.
Garavito agrega que, por ahora, el visto bueno para su comercialización resulta positivo para sumar fuerzas a unas reservas que se han mantenido estables, a pesar de la renuencia del Gobierno de izquierda a firmar nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos: “Mientras no se implemente la tecnología necesaria, la producción será mínima porque los crudos pesados no fluyen solos. Son muy viscosos. Aún falta trecho para desarrollar un proyecto de ingeniería y financiero. Además, la profundidad del campo, a 2.500 metros, es importante. Todo esto para decir que antes de un año y medio o dos no va a haber resultados relevantes”.
El grupo de mayoría pública Ecopetrol, que controla 17 empresas, atraviesa tiempos difíciles. A los bandazos en la cotización del barril, que hoy está en 66 dólares, se ha unido el cambio de enfoque en el negocio pilotado desde el Ejecutivo, propietario del 88,49% de las acciones. La idea es desenganchar al país de su dependencia del crudo como uno de los motores de la economía. Pero el proceso ha resultado confuso y farragoso: Colombia aún no tiene claridad sobre cuál será el renglón productivo que reemplace a los hidrocarburos, fuente del 34,7% total de las exportaciones de Colombia.
“La viabilidad comercial de Lorito muestra por qué es importante aumentar la exploración de hidrocarburos”, argumenta la académica de la Universidad de los Andes Brigitte Castañeda. “En efecto, tenemos reservas y hay potencial para aumentarlas. Sobre todo hay que tener en cuenta que, en el caso de este anuncio del bloque de explotación que hicieron, está ubicado en una zona cercana al centro del país. Eso indica que hay muchos recursos que se están desaprovechando por tener parada la explotación”, añade la también ingeniera de petróleos.
Roa Barragán aprovechó para sacudirse tras semanas en el centro de la polémica: “En momentos en los que existen muchos cuestionamientos a la actividad exploratoria de Ecopetrol, anunciamos la terminación de la fase de exploración del bloque Guamal del CPO-9. Declaramos la comercialidad de los recursos en Lorito, ubicado en Meta”, dijo la semana pasada el presidente. Los comunicados de la petrolera también se han servido de la coyuntura para subrayar que se trata del hallazgo más importante en una década. “La noticia es positiva en cuanto a la proyección de reservas probadas, pero esto aún está en desarrollo”, concluye Garavito, “aún no sabemos cuál va a ser la producción diaria. En este momento no hay una infraestructura construida en el campo. Los datos públicos no dicen aún cuántos pozos tendrán que perforar, ni cuál será la inversión total del proyecto”.
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