Ir al contenido
_
_
_
_

El hallazgo de una fosa común con ocho cadáveres amenaza con intensificar la violencia en el Guaviare

Los líderes religiosos asesinados fueron encontrados esta semana en una zona por cuyo control combaten las disidencias de Mordisco y Calarcá. Los expertos prevén una dura respuesta del Ejército

La última foto con vida de algunos de los líderes sociales y religiosos del Guaviare, cuyos cuerpos fueron localizados el 2 de julio en una fosa clandestina.
Diego Stacey

Guaviare, una de las puertas de entrada a la Amazonia colombiana, atraviesa una grave crisis humanitaria. Después de un junio marcado por un paro armado que confinó a más de 10.000 personas, el departamento comenzó el mes de julio con una noticia que estremeció a todo el país. Las autoridades hallaron el martes una fosa común con los cuerpos de ocho líderes sociales y religiosos que habían desaparecido dos meses antes. El descubrimiento, según afirman los expertos, sumado a otros atentados con bomba ocurridos esta semana, amenaza con intensificar la violencia en la región, azotada por las disputas territoriales de las disidencias de las FARC.

La Fiscalía confirmó que los cuerpos encontrados corresponden a Jesús Valero, Carlos Valero, Marivel Silva, Isaid Gómez, Maryuri Hérnandez, Óscar Hernández, James Caicedo y Nixon Peñaloza Chacón. Los ocho provenían de Arauca, en el oriente del país, pero ya estaban asentados desde hacía unos años en el Guaviare y eran referentes en la comunidad. La última foto con vida de cinco de ellos (Hernández, Valero, Caicedo, García y Peñalosa) fue encontrada en el teléfono celular de un disidente capturado. Según las autoridades, fueron citados por el Frente Armando Ríos, que recibió la orden de alias Iván Mordisco de asesinarlos, supuestamente por sospechas de que tenían vínculos con el ELN, aunque no existiera prueba alguna de ello.

Fuentes de Inteligencia citadas por Blu Radio apuntan, por el contrario, que Mordisco, cabeza del Estado Mayor Central (EMC), creyó que se trataban de ayudantes de alias Calarcá, líder del Estado Mayor de los Bloques y Frente (EMBF), antiguo aliado y ahora su mayor rival por el control de la zona. Calamar, el municipio en el que fue localizada la fosa común, está ahora en disputa entre ambas facciones disidentes y es clave por las rentas que producen la deforestación y el oro.

El caso conmocionó a Colombia. El presidente, Gustavo Petro, indicó en X que es “una grave afrenta al derecho a la vida, a la libertad religiosa y al trabajo espiritual y comunitario que tantas personas adelantan en regiones históricamente golpeadas por la violencia”, pero no dio señales de si esto produciría una respuesta de gran alcance de parte del Ejército.

Andrés Cajiao, coordinador del área de Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz, considera, sin embargo, que es la acción más previsible. “Va a pasar lo mismo que ha pasado en otros sitios, como pasó en el Catatumbo, y es que se producirá una respuesta militar. Los antecedentes nos muestran que la acción ofensiva del Estado se da con posterioridad a un hecho de violencia muy visible o mediático, como es el de ahora”, afirma por llamada.

La entrada del Ejército en la zona puede cambiar la lógica del conflicto en el Guaviare. Cajiao explica que, pese a los controles de la población que ejercen los grupos armados, el departamento no es uno de los más violentos. Incluso, considera, el hecho de que los asesinados hubiesen sido ocultados en una fosa y no expuestos, por ejemplo, en un lugar público, muestra que Mordisco no quiere un combate directo. Pero el efecto puede ser el contrario: “Esa esquizofrenia, o temor, de Mordisco a que entren [otros grupos] en la zona lo expone ahora a, previsiblemente, una ofensiva más grande del Ejército”.

Laura Bonilla, subdirectora de Pares, coincide en el pronóstico. “Veremos más presencia y esfuerzos militares. El problema es que el Ejército es de quitar y poner porque no puede mantener una zona militarizada para siempre”, explica. La presión sobre las Fuerzas Militares crece, además, tras los dos atentados que vivió Calamar esta semana: uno con un dron bomba, que apuntaba a un batallón de infantería. No hubo heridos. Otro, con una motobomba en pleno casco urbano, sí causó heridas a ocho personas, entre ellas cinco soldados y un suboficial.

Fosa clandestina localizada en El Calamar, Guaviare, el 2 de julio.

Las negociaciones se alejan

Los diálogos con Mordisco, en el marco de la estrategia con el Gobierno, ya están rotos, por lo que una operación militar contra el EMC no pondrá en peligro ninguna mesa de negociación, recalca Bonilla. Aun así, Petro abrió la puerta a una nueva fase en las conversaciones durante su última visita en el Guaviare: “La gente de Mordisco puede volver a hablar”. La experta considera que el hallazgo de la fosa común aleja todavía más esa propuesta de la realidad, aunque el Gobierno no ha hecho ningún anuncio al respecto.

Si bien el asesinato de líderes sociales ya se ha vuelto una constante en el país —173 en 2024; y 67 en los primeros cinco meses del año, según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz— Bonilla asegura que Mordisco ha cruzado una línea roja al atacar a líderes religiosos, normalmente protegidos al ser mediadores entre bandas y defensores de la paz.

La Iglesia católica rechazó el “acto infame” que “representa una grave afectación a la vida social y la paz de la región”. El obispo delegado para las relaciones Iglesia-Estado de la Conferencia Episcopal, monseñor Héctor Fabio Henao, manifiesta que hay “un gran riesgo para los religiosos líderes en la región”. “Seguimos haciendo un llamado para que se respeten los liderazgos espirituales y la vida de todos los pobladores”, exhorta en una conversación telefónica.

Al reclamo se unió el pastor Fabián Cárdenas, de la Iglesia Evangélica Alianza de Colombia. De ella eran miembros cuatro de los asesinados. “Nos duele mucho la partida de nuestros hermanos, porque estaban haciendo bien a la comunidad”, dijo en declaraciones a Noticias Caracol.

La pelota está ahora en el campo del Gobierno. El alcance de la respuesta que puede tener en la zona es hasta ahora desconocida. Los expertos advierten que, en caso de seguir adelante con la ofensiva, puede ser una operación compleja. Bonilla pone el ejemplo del Cauca con el secuestro de 57 soldados en El Tambo, un pequeño pueblo del Cañón del Micay, un corredor clave por sus miles de hectáreas de cultivo de coca. Allí, el Ejército lanzó una acción militar a finales de octubre para combatir al frente que controla el municipio, que está bajo la sombrilla del EMC. “No ha habido los réditos que se esperaban y hay que entender que los grupos están prácticamente en su casa”, recuerda.

El experto Cajiao alerta de los impactos que puede haber sobre la población civil si el Ejército decide abrir una guerra directa con Mordisco en el Guaviare. “Además de los controles y toques de queda, es probable que los combates produzcan un desplazamiento masivo y agraven la situación humanitaria”, prevé. Y concluye: “Las cosas ya estaban mal, pero se pueden poner peor”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Diego Stacey
Periodista de la sección Internacional. Anteriormente trabajó en 'El Tiempo', en Colombia. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_