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Entre una denuncia contra Petro y una millonaria recompensa avanza la investigación del atentado contra Miguel Uribe

Se conocen detalles del crimen, mientras el presidente se defiende de una acusación por hostigamiento que le interpuso la familia del senador

Varias personas se reúnen a las afueras de la Fundación Santa Fe, donde se encuentra internado el precandidato presidencial Miguel Uribe.
Emma Jaramillo Bernat

La Fundación Santa Fe de Bogotá se ha convertido en un punto de peregrinación al que siguen acudiendo los ciudadanos para rezar por la recuperación del senador Miguel Uribe Turbay, quien fue herido de bala en la cabeza el 7 de junio. Fue allí, a las afueras del hospital, donde este martes el abogado de la familia, Víctor Mosquera, anunció una denuncia penal contra el presidente de Colombia, Gustavo Petro, por el delito de hostigamiento al político opositor. “Son más de 43 trinos en una red social donde [Petro] generó un ambiente hostil, discriminatorio y de odio contra Miguel Uribe. No estoy relacionando que sea directamente con el atentado que sufrió, pero sí generó un ambiente que pudo haber llevado a este atentado”, explicó el penalista ante la prensa.

Ante dicho anuncio, este miércoles el mandatario aseguró que tomaría acción: “He decidido denunciar por calumnia a quien me calumnia”, aunque no especificó hacia quién estaría dirigida la querella. Más tarde, en el discurso que dio en el acto de firma de la reforma laboral, indicó que aún se desconoce el autor intelectual del crimen: “Hay muchas hipótesis, ninguna tiene que ver con este presidente. Así que pedí que se denuncie penalmente al calumniador que anda por ahí”, reiteró.

El abogado Víctor Mosquera a las afueras del hospital Fundación Santa Fe de Bogotá, el lunes 9 de junio de 2025.

El cruce de acusaciones muestra el nivel de tensión alrededor del intento de magnicidio, el primero de un aspirante presidencial colombiano en 35 años. El estado de salud de Uribe, que lleva 18 días hospitalizado, sigue siendo crítico. Sin embargo, el último parte médico alimenta la esperanza. El más reciente comunicado de la Fundación Santa Fe, publicado este martes, informa que la condición del precandidato presidencial ha pasado a una “fase subaguda”, al superar 16 días de evolución del incidente, en los que le han practicado varias intervenciones quirúrgicas. No obstante, el centro médico especifica que su “pronóstico neurológico [es] reservado”.

Mientras tanto, la presión se mantiene sobre las autoridades de investigación criminal, que han señalado en una rueda de prensa este martes que ya suman cuatro capturas, siete allanamientos, 43 entrevistas a testigos y la revisión de 89 cámaras de seguridad, entre otras actividades. Ese mismo día la Policía lanzó una recompensa de 300 millones de pesos, unos 70.000 dólares, por información que lleve a la captura de Elder José Arteaga Hernández, también conocido como El Costeño o Chipi, e hizo pública su foto en un cartel con la frase: “Gracias a usted, lo capturaremos”.

Pese a los intentos de la Fiscalía por mantener el hermetismo respecto a los avances en la investigación del atentado, siguen haciéndose públicos, mediante filtraciones a la prensa, nuevos detalles. Este lunes, la revista Semana dio a conocer apartes del interrogatorio a la tercera capturada, Katherine Martínez, alias Gabriela, una mujer de 19 años señalada de haber sido la encargada de llevar el arma y entregarla al joven sicario de 14 años que perpetró el crimen. Su testimonio confirma que habría sido alias El costeño quien estuvo a cargo de coordinar la logística del atentado.

De acuerdo con Gabriela, —que había trabajado en ocasiones previas como mensajera del grupo sicarial— un mes antes Elder estaba buscando un atacante suicida y le preguntó si ella conocía a alguien con ese perfil. “Me dijo que si lo podía conseguir, que le ofreciera cien o 150 millones de pesos, que solo tenía que disparar y entregarse a la Policía (...) que era mejor si tenía de pronto antecedentes, o no tenía padres. Que no tuviera a nadie que estuviera tan pendiente de él. Me dijo que debía tener entre 14 y 16 años, porque si estaba por cumplir los 18 podía sufrir cárcel, entonces que necesitaba que tuviera por ahí 14 años para que lo metieran a una correccional y de ahí lo dejaban en libertad”. Todas esas condiciones las cumplía el menor que disparó contra Uribe Turbay.

Conferencia de prensa del martes 24 de junio de 2025.

Según el testimonio, en el vehículo Spark gris al que subió el sicario minutos antes de dirigirse al parque El Golfito para cometer el ataque, lo esperaban alias Gabriela y El costeño. Allí, el hombre le indicó al sicario: “Todos [los disparos] a la cabeza”, relató Martínez. El menor respondió: “Le voy a dar uno o dos en la cabeza y me voy”, pero El costeño “le dijo que no, que eran mínimo tres o cuatro y que sí se lo tenía que descargar todo, que para eso tenía munición”. En efecto, la pistola Glock había sido modificada para disparar en ráfaga. Varias versiones apuntan a que al joven le prometieron 20 millones de pesos, poco menos de 5.00 dólares, que le entregarían después del ataque, y que dependían —como los montos acordados con todos los implicados— de que la víctima muriera.

La mujer sostiene que ella solo transportó el arma y que conoció al sicario el mismo día del atentado. El costeño le dijo que lo había encontrado gracias a personas de Cali, y que él robaba, que lo habían entrenado y “era de los buenos”. Tras el atentado, Martínez y Arteaga, que estaban en el parque, huyeron caminando, y estuvieron juntos en las horas posteriores, en las que él le habría confiado más detalles. Entre otras cosas, le mencionó que lo que seguía en el plan era “acabar con la cola”, es decir, asesinar a quienes habían participado en la operación para evitar problemas. “Primero iba a ser el venezolano [Carlos Eduardo Mora, capturado] del Spark gris [el vehículo en el que ellos le entregaron el arma al sicario] y luego el menor de edad”.

La captura de Arteaga es, según han indicado las autoridades, clave para establecer quién dio la orden de atentar contra Miguel Uribe. De El costeño se sabe que tiene 41 años y antecedentes de hurto agravado y porte ilegal de armas. Habría iniciado su trayectoria criminal en Antioquia y tendría influencia en el barrio El Muelle, en el occidente Bogotá, así como en el departamento de Caquetá, a donde envió a Gabriela para que se ocultara. Allí, cuenta ella, le dijo que estaría protegida y podría estudiar. Se refería a un curso de seis meses, de drones o para ser francotirador, con algún grupo disidente de las extintas FARC. En el interrogatorio, la mujer también reveló las últimas palabras que intercambió El costeño con el sicario. Comenta que el joven “estaba muy eufórico, acelerado, como contento”. “Lo vamos a hacer real, le voy a pegar todos [los tiros] en la cabeza”, dijo. “Dios lo bendiga, ahorita lo recogemos”, respondió Arteaga. Pero no era verdad, le revelaría El costeño horas después. La moto que supuestamente recogería al sicario no iba a estar en el lugar acordado.

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Sobre la firma

Emma Jaramillo Bernat
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Ha trabajado en 'El Tiempo', como editora web, y en la Agencia Anadolu, de Turquía, como jefe de corresponsales para Latinoamérica. Graduada de Comunicación Social de la Universidad Javeriana de Bogotá y máster en Creación Literaria de la Universitat Pompeu Fabra.
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