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Gobierno de Colombia
Columna
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Salió bien, porque salió mal

El optimismo del Gobierno colombiano consiste en ver reinvención en el fracaso. El cuentazo del vaso medio lleno o del valle de lágrimas previo al paraíso. Sumémonos

David Racero en la Cámara de Representantes, en mayo de 2023, en Bogotá.

El discurso en Barranquilla para inaugurar el cabildo popular salió bien, porque salió mal. El presidente dijo que en su gobierno no cabe la codicia, que apoya las huelgas indefinidas y que para algunos de sus colaboradores no es claro si rige o no la Constitución de 1991. Fino detalle el del trompetista “espontáneo” tocando notas funerarias cuando el presidente mencionaba a Efraín Cepeda. Numerosos buses y apetitoso fiambre para los “espontáneos” asistentes. Se compran almas, pero no votos.

David Racero contratando empleados salió bien, porque salió mal. El Racero público, que defiende a los trabajadores, sucumbió al Racero empresario, para quien la jornada laboral es de 13 horas, sin prestaciones y con más funciones que una calculadora científica. Racero, que ya venía del rollo de la repartición de puestos en el Sena y de la nube oscura en su Unidad de Trabajo Legislativo, se sigue enredando con sus movimientos en Positiva y Colombia Compra Eficiente. Decepcionante.

Plagiar a Frisby salió bien, porque salió mal. Las argucias legales dieron vida a una marca “espejo” en España, liderada por empresarios privados de la más elemental ética comercial. Pero como “nadie lo hace como Frisby lo hace”, la solidaridad de los colombianos con esta marca ha sido monumental. Siguen las filas en los locales del simpático pollo frito bailarín y se mantiene una espontánea campaña digital contundente, fruto de sincero cariño.

El viaje a China salió bien, porque salió mal. No pasó de ser un ameno tour presidencial, carente de verdaderos acuerdos o de sólidas agendas entre funcionarios de ambos países. Mientras el presidente sacaba pecho junto a Xi Jinping, China les levantaba la visa a cinco países latinoamericanos para visitas de hasta 30 días. Colombia quedó como la guayabera: por fuera. En materia de medios, Petro recomendó su “entrevista en la televisión china, la de mayor audiencia del planeta”. Periodismo en democracia, lo irrita; periodismo en autoritarismo, le satisface.

Lo de la senadora Martha Peralta salió bien, porque salió mal. Su ausencia en el momento clave de votar la consulta popular le reportó la pérdida de simpatías en palacio, donde siguen evaluando su real nivel de compromiso con las reformas. Peralta pasa de los cuestionamientos por las ollas comunitarias de la UNGR, en La Guajira, a estar “en la olla”.

La salida de la ministra de Justicia salió bien, porque salió mal. Ángela María Buitrago no resistió que le convirtieran los cargos que dependen de su cartera en festín burocrático y, además, eligió no quedarse a presenciar las conversaciones con peligrosos delincuentes (como reconoció Petro en Barranquilla), a los que seducen con beneficios y gabelas. ¿Quiénes son los funcionarios y congresistas que viven metidos en las cárceles y de qué están hablando con el hampa? Ilústrenos, senadora Isabel Zuleta.

Las movilizaciones, cabildos (sin efecto jurídico alguno) y huelgas saldrán bien, porque van a salir mal. Cultivar malos humores, movilizar indígenas, enardecer sindicalistas, manipular campesinos y poner a la gente a quemar energía, en vez de trabajar, tendrá repercusiones en la vida económica del país. Muchos siguen sin entender por qué el presidente, garante de la institucionalidad, anima protestas contra esa institucionalidad.

El asilo de Ricardo Martinelli salió bien, porque salió mal. El señor presidente pasó de sostener que el rumberísimo exmandatario panameño era un delincuente apoyado por el uribismo, a darle cobijo. ¿Por qué el presidente le brinda refugio a un personaje de tan destempladas notas morales? Cierto diario neozelandés publicó, en 1873, una frase que algunos atribuyeron a Groucho Marx. Quien quiera que la haya parido, no pierde vigencia: “Estos son mis principios. Pero si no les gustan, ¡los cambio!”.

La fiebre amarilla en ciudades con climas no aptos para el mosquito transmisor salió bien, porque salió mal. El testarudo aedes aegypti no le hizo caso a la orden presidencial de adaptarse a zonas más frías. Lo de la epopeya de la vacunación gubernamental en todo el país se archivó en la misma gaveta donde reposa la conexión interoceánica férrea (como base de un gran cerebro planetario con flujo del conocimiento en forma horizontal y no vertical). Mientras, al ministro de Salud, que mantiene a las EPS en cuidados intensivos, se le sigue muriendo la gente por falta de atención y drogas. Paciencia, que pronto Jaramillo inaugurará la primera fábrica progresista de medicamentos. Debería gerenciarla algún familiar que le quede desempleado.

***

Retaguardia. ¿Alguien ha podido entender a qué se refería el presidente, en Barranquilla, cuando dijo que “los santos cachones son los adictos, drogadictos del poder (…) no quiero volverme drogadicto del poder, porque me volvería asesino”?

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