Cumbre CELAC-UE, una oportunidad desperdiciada
Muchos países de Europa y Latinoamérica dicen buscar alternativas a la diplomacia impositiva de Trump, pero deslucen el encuentro de Santa Marta


La cuarta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE) celebrada este domingo en Santa Marta (Colombia) ha sido una oportunidad desperdiciada. El presidente anfitrión, Gustavo Petro, no pudo garantizar el número de jefes de Estado que merecía un encuentro de esta envergadura. Fue determinante la elección de un balneario caribeño a trasmano de las rutas aéreas convencionales tradicionales y sin un aeropuerto preparado para recibir aviones de gran porte, habituales en el traslado de delegaciones internacionales.
Petro pretendió aprovechar la presencia de medio centenar de autoridades de todo el mundo en la previa de la cumbre del clima COP30 celebrada en Belém do Pará (Brasil), pero dejó entre uno y otro encuentro un día sin actividades que terminaría por desalentar el viaje de los más dubitativos. El resultado fue una cumbre vaciada, con unos pocos líderes de primera línea, entre ellos el español Pedro Sánchez, y decenas de representaciones menores.
Entre las grandes ausencias estuvo la de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que pese a estar en Belém el viernes decidió enviar en su lugar a la Alta Representante de Exteriores comunitaria, Kaja Kallas. La máxima autoridad de la Unión fue el presidente del Consejo, António Costa, que ofició de coanfitrión de la cumbre junto a Petro. Ha sido un traspié imperdonable de política exterior. Más allá del contenido del documento final —que la Venezuela de Nicolás Maduro decidió a última hora no firmar por una alusión al “inmenso sufrimiento humano” causado por la invasión rusa de Ucrania— la cumbre de Santa Marta debía ser una exhibición de multilateralismo hacia los desvaríos diplomáticos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Si Europa pretende plantar cara a la unipolaridad pregonada por Washington, arropar la CELAC con una amplia presencia de autoridades era la mejor estrategia.
No alcanza con manifestar buenas intenciones si no se las lleva a la práctica. La Unión Europea tendrá ahora la oportunidad de profundizar esa vía con la aprobación definitiva del acuerdo de libre comercio con Mercosur, la alianza que integran Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Las partes confían en que todo estará ya cerrado el 20 de diciembre, cuando los presidentes del bloque sudamericano se reúnan en Río de Janeiro. Será el final esperado de 25 años de negociaciones y una nueva oportunidad para mostrar, de una vez por todas, una agenda alternativa a Trump. A la guerra arancelaria del republicano se debe responder con más acuerdos comerciales. Y a las decisiones diplomáticas unilaterales, con más diálogo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.






























































