Los grandes derrotados del Gordo de Navidad de Villamanín, 15 jóvenes de entre 18 y 25 años: “Hoy hemos perdido amigos”
La Comisión de Fiestas que organizó la venta de participaciones ganadoras de la lotería de Navidad en el pueblo leonés renuncia a sus premios para saldar su error

A los 15 jóvenes que forman parte de la Comisión de Fiestas de Villamanín les da pena que su pueblo se muera. Por eso, dedican voluntariamente parte de su tiempo a organizar actividades que atraigan a la gente a esta localidad leonesa. En verano de 2025, como cada año desde hace siete, compraron Lotería de Navidad para los habitantes del pueblo, de los alrededores y viajeros de paso. Vendieron 90 décimos en participaciones de cinco euros, cuatro de ellos jugaban la lotería y el quinto euro se lo quedaba la Comisión para financiar las fiestas. En total, se repartieron 450 participaciones. El día de antes del sorteo, estos chicos cometieron un error muy grave: no consignaron todas las participaciones vendidas en la administración, como se debe hacer para que tengan derecho a premio. 50 se quedaron en casa de uno de ellos, por lo que no se validaron por sus décimos correspondientes. Además del error, tuvieron mala suerte: les tocó el Gordo. Y cuatro millones en premios quedaron en el aire.
Este viernes fue el peor día de la historia de la Comisión. Los jóvenes, que se mueven en una franja de edad de entre los 18 y los 25 años, convocaron a los cientos de agraciados en la segunda planta del bar del pueblo, el Hogar del Pensionista, para explicar de primera mano lo que había ocurrido. Durante las casi cuatro horas que duró la reunión, la tensión fue en aumento. Algunos premiados, no todos, los acusaron de estafadores, aseguran desde la agrupación. Les recriminaban que el descuido no había sido tal, sino un acto deliberado para quedarse con los 250 euros que los jugadores de lotería habían pagado por esas participaciones.
En ese mismo espacio, cuando lo peor de la noche ya ha pasado y las aguas parecen calmarse, los chicos, a pesar de todo, se mantienen unidos. Abrazados, lo primero que les sale es negar cualquier tipo de premeditación en sus actos: “No hemos robado nada y jamás ha existido ningún tipo de trampa”. Con lágrimas en los ojos, el más joven de ellos pone palabras a lo peor de todo: “esta noche hemos perdido amigos”. Ha sido un día de muchas emociones: ansiedad, tristeza, rabia, desesperación. Estos chicos y chicas prefieren no dar su nombre: temen que la situación afecte en un futuro a su carrera profesional.
A la salida de la reunión, a las 10 de la noche, la mayoría de los asistentes marcharon a su casa en silencio e incluso tapándose la cara. Solo unos pocos anunciaron a los medios de comunicación un acuerdo entre premiados y Comisión. Según el pacto alcanzado, la agrupación renuncia al premio de sus papeletas “con el fin de conseguir que lo que empezó con una alegría para todo el pueblo lo siga siendo hasta el final, aunque nos quedemos sin nada”, afirma el comunicado que emitió la Comisión a altas horas de la noche. Su parte no es suficiente para cubrir los cuatro millones de euros con los que han sido premiadas las participaciones que nunca se consignaron. Hasta alcanzar esa cifra, se deducirá un pequeño porcentaje al resto de boletos ganadores.
Sin embargo, el acuerdo es, hasta para los más optimistas del pueblo, frágil. Se alcanzó con una votación a mano alzada, sin censo, con fuertes desacuerdos y nada quedó por escrito. Además, las cifras bailan. Algunos vecinos consultados hablan de que el porcentaje a restar sobre los billetes ganadores ascenderá al 10%. Desde la Comisión apuntaban a menos de un 5%. Tampoco está claro el importe al que renuncian los jóvenes. La cifra se mueve, según a quien se le pregunte, desde los dos millones a los 1,2. El comunicado no aporta ningún tipo de información sobre el acuerdo.
Debajo de la sala donde acaba de finalizar el acalorado debate, se encuentra el último bar de este pueblo en el que en invierno apenas se llega a los 100 habitantes. En uno de los últimos corrillos de la noche, pegados a la barra, varios vecinos dirimen la gran cuestión que flota en el ambiente: ¿fue realmente un error? No lo pueden confirmar, porque aceptan la posibilidad de un fallo humano. Sin embargo, la sombra de la sospecha no se disipa. “Uno nunca piensa que le vaya a tocar el Gordo”, expresa un hombre que ha pasado la tarde en la reunión. Y por ello, especula, se podrían atrever a quedarse con el dinero.
Este hombre, que prefiere no dar su nombre dado que en el pueblo todos se conocen y los ánimos andan caldeados, añade otra capa de duda sobre la Comisión. Asegura que los jóvenes aparecieron en televisión el día que ganaron la lotería anunciando más participaciones y décimos que los que ahora dicen tener. También da fe del mal rato que estos chicos han pasado tratando de defenderse: “Han llegado a ofrecer mostrar sus cuentas bancarias para demostrar que no esconden el cobro de ningún premio”.
Los chicos de la Comisión dicen sentirse respaldados por la mayoría del pueblo y que los que sospechan son los menos. “Queremos que Villamanín sea recordado por el pueblo que le tocó el Gordo, no por el pueblo que se dividió porque tocó el Gordo”, manifiestan. Esta idea de que la localidad pueda quedar partida por la mitad preocupa en muchos de los corrillos que poco a poco se van deshaciendo en sus calles nevadas.
En uno de ellos, Julia González, una joven de 14 años, habla con sus amigos de lo que ha pasado. “¿Qué más da tener más o tener menos si al final todos vamos a tener?”, sopesa. No duda en deshacerse en elogios por la labor que hace la Comisión. Si no fuera por ellos, cree que habría mucha menos gente en el pueblo.
“Vaya día”, comenta uno de los últimos clientes del bar. Ángela, la propietaria de 25 años, recoge los botellines y restos de comida de quienes han pasado la tarde y parte de la noche en el establecimiento. “Y lo que nos queda”, responde. Lo dice porque la batalla que se libra en este pueblo para recuperar entre todos cuatro millones de euros no ha llegado a su fin.
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