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Red de redes
Columna
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Cuidar, nutrir, obedecer: la mujer según Chicharito

El sermón misógino del jugador mexicano pone el foco en un ecosistema, el de las redes, en el que imperan los masculinistas

Javier "Chicharito" Hernández en un video difundido en sus redes sociales.
Carla Mascia

Confieso que no sabía ni quién era cuando una compañera de trabajo me pasó el vídeo. Vi a un hombre sentado cómodamente en el sofá de su casa, soltando una perorata misógina de una ranciedad difícilmente igualable con ese tono monocorde característico del que ha visto la luz. Supe al poco que no se trataba de un machista cualquiera cuyo cerebro se hubiera quedado atrofiado tras una estancia prolongada en un áshram masculinista, sino de una de las figuras más destacadas del fútbol mexicano. Chicharito, un tipo al que siguen en redes millones de jóvenes en todo el mundo. Y sentí vértigo. En un post de Instagram que publicó esta semana, el delantero del Chivas acusaba a las mujeres de haber “destruido la masculinidad” y las llamaba a “responsabilizarse de su energía” (sic), “a permitirse ser lideradas por un hombre que lo único que quiere es verlas felices”, “cuidando, nutriendo, recibiendo, multiplicando, limpiando, sosteniendo el hogar que es el lugar más preciado para [ellos]”.

Las críticas no tardaron en llover dentro y fuera del mundo del fútbol, por parte de mujeres legítimamente indignadas ―desde el equipo femenino del Chivas hasta la propia presidenta de México, Claudia Sheinbaum― y también de hombres conscientes de que lo que fundamenta estos discursos que exhortan a las mujeres a reencontrarse con su esencia perdida no es el amor, como pretende el jugador. Lo que los mueve, en realidad, es el odio profundo hacia el otro género, el resentimiento por intuir que ya no dominan el mundo, y la frustración sorda que eso genera en ellos. Además, claro, de una buena dosis de estupidez para dar un atisbo de sentido a una narrativa ―la de un mundo en el que las mujeres borrarían a los hombres― que parece salida de la órbita complotista.

Aunque la condena en redes a sus palabras ha sido unánime, un discurso de estas características nunca es anodino en un país como México en el que la violencia sistémica contra la mujer es insostenible. No quiero ni pensar en la cantidad de hombres que habrán recibido el vídeo como un bálsamo en medio de tanta furia feminista, como una legitimación de su dominación sobre unas mujeres que solo ven como objetos. Imagino que para espetar semejante sermón misógino ante sus millones de seguidores, Chicharito se habrá sentido envalentonado por el contexto actual, marcado por el continuo backlash que acompaña todo avance feminista.

De un tiempo para aquí, hemos asistido a la irrupción de bros de toda índole ―criptobros, technobros, gymbros, etc.―, que se han convertido en coaches e influencers masculinistas que arrasan entre los más jóvenes. Estos personajes, legitimados por los discursos de líderes políticos que ya no esconden su misoginia, sino que han hecho de ella una arma electoral, han liberado a todos esos odiadores de mujeres que solían limitarse a destilar su desprecio escondidos tras el anonimato de una pantalla. Ahora reivindican públicamente y con orgullo su animadversión, amparados por un entorno ―el de las redes― que les permite verter esa clase de retórica como si fuera una forma más de compromiso reaccionario y no una auténtica barbaridad.

Un caso paradigmático de esta realidad es, a mi juicio, el de los autodenominados passport bros: hombres occidentales que viajan a países no occidentales para conocer a mujeres en las antípodas del feminismo, y, si la cosa va bien, casarse con ellas. En Instagram o TikTok sus contenidos generan millones de visualizaciones con vídeos donde nunca falta el argumento preferido de los masculinistas: las mujeres occidentales seríamos mucho más felices si volviéramos a abrazar los roles de género tradicionales, el orden natural. Lo han comprobado en sus viajes, aseguran. Pero aún hay más. La frustración, por lo visto, desarrolla la imaginación. No contentos con tratar a las mujeres de los países que visitan como meras mercancías, estos colonizadores 2.0 incluso pensaron en crear una agencia, la Passport Bros LLC, que ofrece consejos a estas pobres víctimas del feminismo “para superar los obstáculos en un entorno de hiper anti masculinidad, un sistema de tribunales de familia altamente sesgado (...) y casi el 70 % de todos los divorcios iniciados por mujeres”.

La incitación al odio que queda disfrazada en este movimiento masculinista también deriva en actos violentos. El estadounidense Andrew Tate, objeto de una investigación en Rumanía por un caso de proxenetismo y violaciones, o el francés Mickaël Philétas, en prisión por haber asesinado a su mujer tras asestarle 80 puñaladas, son una prueba de ello. O qué decir de la ideología incel, la más radical entre la manosfera, compuesta por hombres que atribuyen su soltería exclusivamente a las mujeres, y que ha llevado a un joven francés de 18 años armado con dos cuchillos a querer asesinar el pasado junio a cuatro de sus compañeras de curso. En Francia ya se han frustrado este año tres atentados contra mujeres reivindicados por esta corriente, y esta última causa está siendo investigada por la justicia antiterrorista. Algo inédito hasta la fecha, como apunta el diario Mediapart en un reciente reportaje que dedica a este fenómeno que las autoridades galas se están tomando muy en serio.

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Sobre la firma

Carla Mascia
Periodista franco-italiana, es editora en la sección de Opinión, donde se encarga de los contenidos digitales y escribe en 'Anatomía de Twitter'. Es licenciada en Estudios Europeos y en Ciencias Políticas por la Sorbona y cursó el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Antes de llegar al diario trabajó como asesora en comunicación política en Francia.
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