Sak-Bahlán, la última ciudad de los lacandones rebeldes, resurge de la selva de Chiapas
Un proyecto codirigido por los arqueólogos Brent Woodfill y Yuko Shiratori con el uso de Sistemas de Información Geográfica ha dado con el mítico lugar devorado por la jungla


La inexpugnable Reserva de la Biosfera Montes Azules, enclavada en la selva Lacandona de Chiapas, guardaba un secreto que los antropólogos intentaron desvelar por décadas. Esa maleza de verde profundo escondía los restos de lo que fue la última ciudad de los lacandones rebeldes, la aguerrida población que peleó para no someterse al dominio conquistador. Los arqueólogos Brent Woodfill y Yuko Shiratori, con el apoyo del investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Josuhé Lozada Toledo, aseguran haber encontrado la mítica ciudad de Sak-Bahlán, descubierta por religiosos en 1695 y pronto arrasada. Más de tres siglos después, los expertos creen haber hallado por fin la “tierra del jaguar blanco”.
El INAH ha informado de que el descubrimiento fue posible gracias al trabajo de Lozada, quien realizó un modelo predictivo con el uso de Sistemas de Información Geográfica (SIG) para localizar el asentamiento, “que había resultado escurridizo para otras expediciones, entre ellas, una de 1999″. El investigador tomó como referencia las crónicas de frailes de aquella época, que mencionaron las ubicaciones que en su momento tenía la ciudad rebelde. Echando mano de los archivos históricos y la tecnología, Lozada pudo dar con la posible ubicación de la escurridiza población.

El experto explica en un primer informe presentado por el INAH que los lacandones-ch’olti’es mantuvieron su independencia durante 110 años después de que su capital, Lacam-Tún o “Gran Peñón” fue tomada por los españoles en 1586. Los lacandones-ch’olti’es son considerados por los historiadores como los últimos mayas rebeldes de Chiapas y su último reducto fue Sak-Bahlán, población que atisbada en 1695 por fray Pedro de la Concepción, al poco tiempo sometida y renombrada como Nuestra Señora de los Dolores.
Uno de los primeros investigadores interesados por hallar la urbe fue Jan de Vos, quien en 1988 publicó La paz de Dios y del rey, en el que analizaba la violencia del sistema colonial. “Este libro trata de un etnocidio”, relató de Vos, quien también participó en la fallida expedición de 1999. El lugar donde estuvo Sak-Bahlán fue abandonado en 1721 y devorado por la selva, afirma el INAH. Hasta ahora y gracias al Proyecto Arqueológico Sak-Bahlán, codirigido por Woodfill, de la estadounidense universidad Winthrop, y el japonés Shiratori, de la universidad de Rissho, con el apoyo del mexicano Lozada.
“Se sabe, por documentación histórica, sobre la referida entrada de 1695 a Sak-Bahlán, entre ellas una carta de fray Diego de Rivas, que el enclave lacandón se hallaba en una llanura rodeada por la curva del río Lacantún”, explica este experto. “Tomé datos de la crónica del fraile De Rivas, de 1698; por ejemplo, narra que, ese año, él y una tropa de soldados partieron de Nuestra Señora de los Dolores (antes Sak-Bahlán) y caminaron cuatro días hasta el río Lacantún. Navegaron por dos días y llegaron a El encuentro de Cristo, lugar donde el afluente se une con el río Pasión, y dejaron sus canoas para luego caminar hasta el lago Petén Itzá, en Guatemala. A partir de esos lugares mencionados, los cuales tenía georreferenciados, hice una conversión de los cuatro días referidos, desde algún punto del río Lacantún hasta Sak-Bahlán”, refiere Lozada.

Fue así que gracias al uso de nuevas tecnologías, este investigador reconstruyó las rutas de comunicación prehispánicas de los mayas y a través de un software conocido como ArcGIS Pro, introdujo capas de información para realizar cálculos y análisis predictivos, explica el INAH. Lozada ha detallado que “consideró diversas variables: el territorio, es decir, las capas de altimetría y de vegetación; la capa de cuerpos de agua y el peso del cargamento por persona. Al juntar todas estas variables, pude hacer la propuesta en el mapa y obtener un rango aproximado de dónde podría ubicarse el sitio Sak-Bahlán”.
El investigador ha comparado el nuevo descubrimiento como los hallazgos realizados por los exploradores del siglo XIX, asombrados por la grandeza de las ruinas de ciudades arrasadas por la conquista. “Es el recorrido de campo más pesado que he tenido en mi vida, pero, finalmente, encontramos la evidencia arqueológica, justo en el punto que había marcado”, asegura.
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