Triángulo tóxico
En la más pintoresca cultura española, la expresión remite a una comedia de líos entre señores en calzoncillos con problemas de celos. Ojalá sólo fuera eso


Empieza a coger vuelo (un vuelo impredecible, divertido) la expresión “triángulo tóxico” que la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, lanzó al público de forma sorpresiva hace ya dos semanas. Es un nombre potente. Se evita además “trío”, que tiene resonancias oscuras con todo lo que se está sabiendo. “Trío tóxico” es echar leña a la hoguera. Tuvo que ser interesante la reunión en la que se abordaron los mensajes que se debían transmitir desde el Gobierno cuando cayó Santos Cerdán. Con dos lados no se hace un polígono. Con tres, sin embargo, se forma el polígono más elemental de todos. En La Moncloa debieron de pensar que con eso era suficiente: ya tenían para un triángulo, y en modo alguno valoraban algo más. Si salen más nombres, se espera a que formen otro triángulo. Mejor dos triángulos que un hexágono. Desde que Alegría anunció el triángulo tóxico, el 17 de junio, fuentes del Gobierno replican la expresión aquí y allá. Se trata de hacer ver que lo que caía en ese triángulo, como en el de las Bermudas, desaparecía del radar. Koldo García, José Luis Ábalos y Santos Cerdán. Seguro que alguien en el gabinete de crisis apuntó que el triángulo, además, es un instrumento musical muy básico del que se dice, en orquestas sinfónicas, que a pesar de tener una sola nota puede arruinar toda una sinfonía si entra mal. La elección de nombres comerciales es todo un trabajo. Nada supera el nombre de la ofensiva que Estados Unidos realizó sobre Irak en 2003: Impacto y Pavor. Los norteamericanos han titulado las suficientes películas malas para dar la talla en cuanto empiezan a bombardear algo. Pero triángulo tóxico, en la más pintoresca cultura española, remite a una comedia de líos entre señores en calzoncillos con problemas de celos. Quizá eso es, al final, lo más español del triángulo tóxico: no su geometría política ni su capacidad destructiva, sino su aire de vodevil a cuenta del resto. Señores firmando contratos millonarios en pandemia y un partido que trata de dibujar figuras limpias con reglas torcidas.
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