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México gana tiempo en la guerra comercial gracias a un inminente acuerdo de seguridad

Sheinbaum se apunta un tanto en medio de la incertidumbre y con la renegociación del TMEC en el horizonte

Claudia Sheinbaum, presidenta de México y Donald Trump, presidente de EEUU.
Carmen Morán Breña

El nuevo orden comercial al que Donald Trump está sometiendo al mundo tiene un capítulo especial para México, por algo son principales socios y se intercambian 800.000 millones de dólares al año en mercancías. Pero eso no es lo único que les une y les separa, también lo es una frontera de más de 3.000 kilómetros por la que cruzan armas y drogas que al norte dejan miles de muertos por fentanilo y al sur, miles de muertos por violencia. Esas circunstancias, sumadas a la migración, han contaminado unas relaciones que desde hace décadas se negociaban en distintas ventanillas y que hoy permiten al presidente estadounidense jugar al poli bueno y poli malo con su socio débil.

Este jueves tocaba la cara buena: México mantendrá sin subidas el 25% de los aranceles que atañen a productos fuera del Tratado de Libre Comercio que los une, mientras el restante 84% de las mercancías quedan exentas de castigo. La presidenta Claudia Sheinbaum consigue un trato especial que se traduce en otros 90 días de respiro para seguir negociando. Algunas ambigüedades en el mensaje amable que ha mandado Trump dejan entrever, sin embargo, que la guerra no puede darse por finalizada. “Trump no es fiable, mientras dure su mandato todo estará en entredicho, nada garantiza que en las nuevas negociaciones para esos acuerdos a más largo plazo que ha mencionado la presidenta no use las mismas estrategias”, dice el experto internacionalista Carlos Bravo.

Es importante que la guerra arancelaria se haya reconducido hacia el respeto por el tratado comercial (TMEC), pero eso no significa que la estrategia de amenazas a cambio de resultados en otras políticas, usada por el republicano hasta ahora, no se alargue lo que queda de este año y todo el que viene, cuando se discutan otros aspectos de dicho tratado que nada tienen que ver con los aranceles, sino con políticas laborales, sindicales, de origen de los productos o patentes, por citar algunos de los mencionados por el secretario de Economía, Marcelo Ebrard. Un acuerdo entre ambos países sobre seguridad, es decir, sobre organizaciones criminales y su combate, está a punto de firmarse, a decir de la presidenta Sheinbaum, y se da por hecho que ha sido necesario para alcanzar este alivio de tres meses. Pero no es descartable que el fantasma del narcotráfico, las drogas o la migración no se agitará de nuevo en lo que queda por negociar.

Por ahora, la presidenta Sheinbaum se apunta un tanto, ha recibido las alabanzas de su equipo, los parabienes de los empresarios y ha sido despedida con aplausos en su conferencia matutina, en la que ha informado de que ya preparan el informe del primer año de gobierno, para el que contará con este as en la manga. Falta, sin embargo, conocer los términos del acuerdo de seguridad mencionado y qué posibles concesiones haya hecho México o esté por hacer bajo esa ambigua alusión de Trump a la “eliminación inmediata sus numerosas barreras comerciales no arancelarias”. Las conversaciones prosiguen. “Aún estamos frente a un ambiente informativo muy pobre, basado en declaraciones de ambos gobiernos, que administran lo que quieren y no quieren contar, sus tiempos y sus costes. La credibilidad empieza a flaquear”, dice Bravo, aunque se mantiene optimista con los nuevos 90 días de plazo, que también suponen un alivio para el empresariado y la economía mexicana en su conjunto.

Al contrario de lo ocurrido con Brasil, donde el presidente Lula da Silva no ha consentido que la situación judicial del expresidente Bolsonaro sea moneda de cambio y se ve obligado a aceptar aranceles del 50%, México tiene muchas más dependencias y tiene que seguir usando esa táctica de “cabeza fría” y respeto mutuo que este jueves se ha vuelto a exhibir como clave de éxito. “Lo importante con Trump es no confrontar, defender lo nuestro y buscar salidas a sus planteamientos”, ha dicho Sheinbaum, quien previamente había mantenido una llamada telefónica de 40 minutos con su homólogo estadounidense. “Un manejo espléndido” de la negociación por parte de la mexicana, ha dicho el secretario Ebrard “sin ánimo adulatorio”. En similares términos se ha expresado el canciller Juan Ramón de la Fuente.

Todos parecen dar por cerrada una crisis que dará pie a acuerdos “que cubran los siguientes años”, acercándose en estos 90 días a la renovación del TMEC y a cierta estabilidad en las relaciones. “No se trata de una prórroga”, ha dicho Ebrard, quien también asegura que lo obtenido ha llegado “sin concesiones por parte de México. Mejor no se puede”. Las alusiones al fentanilo y a otras barreras que no tienen que ver con los aranceles, deslizadas en el mensaje de Trump anuncian, sin embargo, que la paz completa no ha llegado. A pesar de ello, la presidenta ha calificado el fin de este capítulo como “el mejor acuerdo posible comparado con lo obtenido por las demás naciones”. “Yo creo que ya no volverán los asuntos de los aranceles, pero bueno…”, ha dejado en puntos suspensivos ante las veleidades del republicano.

“Si estamos en una nueva etapa en las relaciones con Estados Unidos es en la de la diplomacia por mensualidades”, ejemplifica el analista Carlos Bravo. “Tenemos que cultivar el escepticismo”, dice, ante posibles explosiones futuras de Trump a cuenta de la seguridad en la frontera y con los carteles. México se concede hoy el aplauso a la vista de lo obtenido por otras naciones, pero su futuro es más complejo. Queda por delante el tratado de libre comercio, del que todavía se desconoce si será una simple renegociación o una revisión completa a gusto de Trump y si seguirá manteniéndose entre “los tres amigos”, Canadá, Estados Unidos y México, como un pilar para el fortalecimiento económico de América del Norte o se negociará por separado, un divide y vencerás que el estadounidense podría jugar.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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