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Cómo consensuar las vacaciones de verano con los adolescentes con flexibilidad, pero sin perder la autoridad

Planificar el tiempo de descanso estival con los hijos evita roces y garantiza el disfrute de toda la familia, pero los adultos deben dirigir las decisiones relacionadas con los viajes teniendo en cuenta las necesidades de todos y sabiendo poner límites

Verano con adolescentes
Carolina Pinedo

Los hijos adolescentes comienzan a tener sus propias ideas a medida que crecen y las vacaciones no son una excepción. En el periodo estival pasan menos tiempo con la familia y hacen más planes con sus amigos. Pero la búsqueda de su propia identidad lejos del nido puede crear polémica a la hora de disfrutar del verano con los progenitores, porque pueden tener su propia opinión sobre cómo disfrutarlas. “Es habitual que comiencen a mostrar menos interés en irse de viaje con sus padres a partir de los 13 o 14 años. Este cambio suele estar relacionado con su necesidad de independencia, el deseo de pasar más tiempo con amigos, la búsqueda de privacidad y la aparición de intereses distintos a los del resto de la familia”, explica Montse Díaz, docente de Psicología de la Universidad X el Sabio y creadora de contenidos en Neuropsicoteca.com. “También puede influir la presión social con su grupo, ya que no quieren perderse lo que ocurre en su entorno durante el verano”, añade.

Entonces, ¿conviene incluir a los hijos en la planificación del esperado descanso estival? “Es aconsejable hacerlo, porque así se fomenta su autonomía y responsabilidad al convertirles en partícipes de la planificación”, explica la experta. “También se mejora la comunicación familiar al dar la oportunidad de expresar sus expectativas o deseos y mejora la motivación al sentirse escuchados e incluidos”, continúa.

Pactar con los jóvenes las vacaciones es una buena opción para garantizar unos días de disfrute para toda la familia. “Se contribuye a una experiencia más positiva para todos y se evitan imposiciones que podrían generar rechazo o conflictos durante el viaje”, afirma la experta. La implicación de los jóvenes en la agenda vacacional debe plantearse de manera adecuada. “Pueden llegar hasta donde no se obstaculice la logística ni la responsabilidad de los adultos. No significa ceder en todo, sino construir juntos unos días de descanso para que se respeten tanto sus deseos como los del grupo familiar”, prosigue Díaz.

“La organización general debe recaer en los padres, porque ellos son quienes tienen que compaginar sus horarios laborales y el cuidado del resto de los hermanos, si lo hubiera”, recalca por su parte Belén Robles, socia fundadora del centro de psicología e inteligencia emocional Escuela Afectiva, situado en Madrid. La planificación familiar de los días libres veraniegos debe hacerse con margen de tiempo para lograr quórum. “Si se inicia la conversación con suficiente tiempo de antelación, todos los implicados pueden dar su opinión y los adultos exponer cuestiones logísticas, como el presupuesto disponible”, retoma Díaz. “Comenzar por los destinos, las actividades, o los alojamientos que puedan interesar a todos. De forma que, si surgen diferencias, se puede negociar y combinar momentos en familia con tiempo libre para que los adolescentes disfruten a su manera”, añade.

Una vez alcanzado el acuerdo, se pueden tomar decisiones conjuntas. “Así se logra reforzar el compromiso con lo que se ha elegido y se reduce la posibilidad de conflictos. No obstante, conviene dejar un margen de flexibilidad con el plan, para readaptar nuevas ideas que surjan sobre la marcha”, sostiene la experta.

Existe el riesgo de que los adolescentes quieran imponer sus condiciones si no se establecen unas normas adecuadas. “Esto puede ocurrir si desde el principio los adultos ceden constantemente para evitar discusiones y no se establecen unos límites claros”, advierte la especialista, a la vez que aclara cómo evitarlo: “Hay que marcar en todo momento los aspectos que no son negociables, como las fechas, o el presupuesto, y dejar claro que se trata de llegar a acuerdos y no de que una sola persona imponga su voluntad”. “Conviene hablar de la importancia del bienestar común, lo que ayuda a desarrollar en el joven la empatía y la comprensión, pero también es esencial mantener la autoridad con respeto, porque ser flexible no significa renunciar al rol de adulto”, prosigue Díaz.

Hay que marcar los aspectos que no son negociables durante las vacaciones con adolescentes, como las fechas o el presupuesto.

También hay otras formas de hacer partícipe al menor de la planificación del verano para que se sienta integrado. “Es el caso de invitar a algún amigo, si se tiene posibilidad. Por ejemplo, si se tiene una casa en la playa. De esta forma, habrá más libertad para que tenga su propio espacio durante la estancia”, apunta por su parte Robles, a la par que destaca la importancia del grado de madurez del niño. “Los hay en los que se puede depositar confianza y delegar más responsabilidad y otros que necesitan más tiempo para llegar hasta ahí. Los padres son quienes mejor pueden dilucidar en qué punto de maduración están sus hijos”, aclara la especialista. No obstante, el consenso con los hijos respecto a las vacaciones puede comenzar a plantearse antes de la adolescencia, adaptándose siempre al nivel de madurez del niño. “Se puede comenzar a partir de los seis o siete años. A esta edad pueden expresar preferencias sencillas, como si eligen playa o montaña. De esta forma se sienten escuchados, aunque su participación sea solo simbólica”, añade Díaz.

Cuando son más mayores, el margen de implicación se puede ampliar. “Entre 10 y 12 años, ya pueden opinar sobre cuestiones más concretas. Por ejemplo, entre varios destinos o actividades. A partir de los 14 es recomendable involucrarles más y con 16 años su participación se equipara más a la de los adultos”, aclara la experta. “Hay situaciones en las que los padres pueden tomar decisiones sin consultar todos los detalles, como por ejemplo cuando se trata de un viaje sorpresa que les guste”, prosigue Díaz, “cuando hay una urgencia familiar o cuando las circunstancias económicas o logísticas limitan las opciones disponibles”.

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Sobre la firma

Carolina Pinedo
Periodista desde hace 30 años, gran parte de los cuales los ha ejercido en varias secciones de EL PAÍS, en la actualidad colaboradora en Mamás&Papás y Estilo de Vida. Licenciada en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, ha trabajado en radio y televisión, además de publicar varios cuentos infantiles y dos poemarios.
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