Un Carlos Alcaraz redefinido se cita con Sinner en la final de Cincinnati
El murciano supera a un lastrado Zverev (6-4, 6-3) y jugará en Mason su octava final de la temporada, séptima seguida desde el Masters 1000 de Montecarlo


Se le ha criticado en redes sociales por la energía, para muchos excesiva, con la que celebró este viernes el triunfo ante Andrey Rublev en los cuartos de final de Cincinnati, pero Carlos Alcaraz, risueño, siempre feliz, es incapaz de adentrarse en controversias ficticias. “Es que disfruto mucho estos momentos”, resumió tras sellar el billete a las semifinales, las séptimas que alcanza en sus últimos siete torneos, un pleno insuficiente, al parecer, para quienes le critican por su aparente falta de consistencia en la élite.
Campeón esta temporada de Roland Garros, Montecarlo, Roma, Róterdam y Queen’s, Alcaraz aguardaba a la ansiada batalla con Zverev en el gimnasio, protegido de una tormenta, la enésima de la semana, que retrasaba el arranque de la semifinal. Ahí, otros se tensan, escuchan música, liman su concentración al detalle o, presos de los nervios, calientan hasta revolucionar el motor en exceso. Alcaraz agarra un pequeño balón medicinal, de esos que pesan lo suyo, lo eleva, apunta y, como en una bolera de Las Vegas, busca el strike ante un puñado de botellas de agua colocadas por su equipo en pirámide invertida.
Ya fuera, con algo de tregua en el cielo, la novedad llegó en las gradas del Lindner Family Tennis Center, donde un incidente de salud detuvo el partido durante algo más de once minutos con Alcaraz y Zverev apoyados en silencio sobre la red. Deambuló el murciano hasta su banquillo y ahí, Samu López, el jefe, volvió a arrancarle una sonrisa. Comprende a la perfección el alicantino, líder del equipo esta semana en ausencia de Juan Carlos Ferrero, que el discípulo solo saca su mejor versión cuando la diversión le rasga la mirada.
Sheeesh @carlosalcaraz 🤯 pic.twitter.com/A9GomSEDDW
— Cincinnati Open (@CincyTennis) August 16, 2025
Surtió efecto al instante. Alcaraz, 0-30 abajo con servicio justo antes del parón, dio vuelta al entuerto, apretó los dientes y comenzó a orquestar una lluvia fina, esta vez tenística, con la que Zverev comenzó a hundirse en el marcador sin ser capaz de entender los motivos. Pronto llegó el break y Carlitos, ya en ebullición, disfrutando de lo que otros solo son capaces de sufrir, cerró con un ace el primer set.
El español, cómodo en los peloteos, mucho más que un Zverev trotón, empapado en sudor y tal vez aquejado por unos problemas de espalda que ya le lastraron este viernes ante Ben Shelton, arrancó la segunda manga birlándole el servicio al gigante alemán. “Aunque te gane algunos rallies, tú insiste; no dejes de insistir. Juégale igual. Y cada vez que le tengas, a por él... Non ti preocupare“, requería López, siempre provisto de una broma interna con la que destensar al joven de El Palmar.
Sobrevivió al quite Zverev, que rompió el servicio de vuelta pese al lento hundimiento de su energía, y Alcaraz, ya algo más inquieto, comenzó a frustrarse, signo habitual de las segundas mangas a lo largo de la semana. Poco tardó el murciano, sin embargo, en darse cuenta de que su rival, consumido por la humedad, el calor y por su propio físico, llevaba tiempo sin estar presente en el partido. Serenó entonces Alcaraz sus nervios, se dejó llevar hasta el triunfo (6-4, 6-3) y, entonces sí, se citó en la final de Cincinnati con su querida némesis, Jannik Sinner.
Pocas horas antes, aún con el sol en lo más alto de Ohio, el italiano había vencido con más de tensión de la esperada al sorprendente Terence Atmane (7-6, 6-2), cenicienta del torneo que, sin agente ni marca deportiva que le vista y ubicado en el puesto 136 del ranking mundial, llevó al número uno al desempate de la primera manga. Resolvió Sinner el escollo y pronto dejó el partido visto para sentencia. El de San Candido, 26 choques consecutivos sin ceder un solo set en pista rápida, ya espera a Alcaraz en la final de Cincinnati (el lunes a las 21h, en Movistar+). A una semana de que arranque el US Open, será el decimocuarto enfrentamiento entre ambos. Y hasta la fecha, la balanza todavía sonríe al español (8-5).
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