Vanesa Fernández, psicóloga: “La adolescencia es tan fascinante como agotadora, corta y necesaria”
La experta en ansiedad publica su primer libro, ‘Padres que echan humo, cómo sobrevivir a los hijos adolescentes’, en el que explica que no poner límites en la crianza provoca que los menores sean poco tolerantes a la frustración

La adolescencia es una etapa que todos pasamos una vez finalizada la infancia y antes de llegar a la edad adulta. Sin embargo, no todas las adolescencias son iguales y, desde luego, las de ahora no son como las de hace 20 o 30 años, cuando les tocó vivirlas a los que ahora son padres y tienen que enfrentar esos problemas, a veces pequeños y otras no tanto, de sus hijos.
Vanesa Fernández (Madrid, 45 años) es doctora en Psicología, máster en Intervención de la Ansiedad y Estrés y acaba de publicar su primer libro, Padres que echan humo, cómo sobrevivir a los hijos adolescentes (Ed. Esfera de los Libros, 2025). En él, trata los grandes dilemas que se presentan en la adolescencia y ayuda a padres y madres en el reto de educar en esa etapa tan compleja: “Y fascinante. Tan agotadora como corta y tan necesaria, aunque a veces no se vea el final, ya que en ella se forman los principios más básicos de la vida de adulto”.
PREGUNTA. Vivir con un adolescente puede ser una experiencia fascinante, sin embargo, los padres pueden echar humo.
RESPUESTA. Claro, porque tiene mucho que ver con el estrés que supone convivir con ellos, que es fascinante, pero también te pone a prueba a la hora de ver tus propios límites. Pero hay un término medio que los expertos denominamos “estrés positivo”, que viene a ser que, aunque la situación sea positiva, no implica que no nos genere estrés. Vivir con ellos supone salir frecuentemente de nuestras zonas de confort a la vez que conlleva nuevos aprendizajes.
P. ¿Se parecen en algo las adolescencias de los años ochenta a las de ahora?
R. En las características biológicas y fisiológicas, sí. Son idénticas en cuestiones como la ebullición de hormonas, esas características no cambian en millones de años. Pero en todo lo demás no se parecen. A nivel psicológico y de comportamiento, nuestras conductas y emociones han cambiado mucho por el contexto y la época en la que vivimos.
P. ¿Qué pasa en el cerebro de los hijos para que no hagan ni caso a sus padres y madres?
R. Pues pasa que ha evolucionado y que si queremos saber si nuestro hijo adolescente es sano, solamente habrá que ver si quiere independizarse de nosotros, en el sentido de distanciarse, y vivir su propia autonomía, porque esto es muy importante, porque eso configura su propia identidad. Esto va a dar lugar a muchísimas conductas propias de su etapa, como el aislamiento para encontrarse consigo mismo o la preferencia de estar con sus amigos frente a estar con sus padres, la dificultad para acatar normas, que contestan cuando antes no lo hacían.
P. A veces, los padres no saben por dónde tirar cuando sus hijos les contestan. ¿Qué es lo que ha cambiado?
R. Pues, claramente, ha cambiado el sistema educativo. Antes la educación era muchísimo más dura. Yo recuerdo todavía un refrán de mi padre que decía siempre que “la letra con sangre entra”, y que era lo que les enseñaban a ellos por los años cincuenta. En los ochenta, la cosa fue variando, y aunque siguió siendo exigente, ya no lo era tanto. Y ahora digamos que los padres dialogan más y se atienden mucho más las necesidades emocionales afectivas del adolescente. Y todo eso que se hace ahora, que se supone que debería ir mejor, pues tengo mis serias dudas de si está yendo bien. Creo que se está malinterpretando el dejarle ser él mismo con el no ponerle límites, y un adolescente tiene que tenerlos. Límites y normas, aunque no las acepte o no las comprenda, de la misma manera que los adultos también las tenemos y si voy por la M-30 y me dicen que no puedo superar una velocidad, aunque no lo entienda, tengo que acatarlo. Pues con ellos es lo mismo. No poner límites les hace ser muy poco tolerantes a la frustración y en la edad adulta les puede traer problemas.

P. ¿Cómo se gestiona, por ejemplo, llegar a acuerdos sobre la hora de volver a casa?
R. Poniendo un intervalo, es decir, creo que no es bueno ser rígido, pero tampoco se puede ser extremadamente flexible. Por ejemplo, si tiene que estar a las nueve y él te está diciendo que le dejes hasta y media, se puede llegar a un acuerdo. Se le puede decir que te dé un motivo, una razón y dejándole bien claro que, ya que le estás ampliando ese margen del horario, no vas a aceptar bajo ningún concepto que llegue tarde. Además, hay que llegar a acuerdos diciéndole que si en un momento dado necesitan que lleguen antes, por lo que sea, él también lo deberá aceptar. En ningún caso, un chaval que tenga que estar a las nueve se puede admitir que llegue hora y media más tarde. En resumidas cuentas, haciendo pequeñas concesiones para que ellos también aprendan a negociar y, a su vez, a respetar los límites.
P. Maldito móvil. ¿Está haciendo mucho daño?
R. Desde mi punto de vista, muchísimo. Me parece un arma en manos de personas que no saben manejarlo. El lóbulo frontal no está completamente desarrollado. El control de los impulsos tampoco, por lo tanto, es fácil caer en cualquier tipo de adicción como al móvil o a las redes sociales, como TikTok, Instagram, etcétera. Los chavales son tremendamente vulnerables y no saben interpretar bien la información que ven, se creen todo y eso afecta muchísimo a su autoestima. Además, no está regulado lo que dicen los influencers y pueden decir cosas que sean malentendidas por nuestros hijos.
P. ¿Qué opina de espiar el móvil de un hijo de 13 años si se sospecha que le pasa algo?
R. Antes de espiar creo mucho más recomendable hablar con tu hijo, porque espiar me parece una falta de respeto. Creo que hay muchas maneras de poder controlar y educar más que controlar a tu hijo al uso del móvil. Considero que supone violar la intimidad de tu propio hijo. Hay que estar pendiente del uso del móvil que hace, pero respetar su privacidad porque sigue siendo una persona. Si piensas que tienes un hijo que puede liarla, pues no le des un móvil, y si pensamos que no lo está pasando bien, lo suyo es hablar.
P. ¿Son ahora más solidarios o más pasotas?
R. Quiero pensar que son más solidarios, con más conciencia social.
P. ¿Hay una receta infalible para sobrellevar la adolescencia?
R. Hay una condición básica que es la aceptación. Que te guste tu hijo no quiere decir que se le apruebe todo, pero hay que aceptarle como es porque ellos lo captan perfectamente. La otra es compartir tiempo con ellos. Tienen que sentir que estás ahí de alguna manera. Estar presente en la vida de tu hijo, interesarse por sus cosas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.