¡Pañal fuera!: cómo acompañar el control de esfínteres de tu hijo de manera respetuosa
Entre los signos que muestran que un niño está preparado para orinar solo está que muestre curiosidad por imitar las conductas que ve en los adultos o exprese que es más consciente de su cuerpo. Algunos menores están dispuestos a intentarlo desde los dos años, pero otros esperan hasta los cuatro y ambas edades son totalmente normales


Con la llegada del calor y el buen tiempo, es común empezar a escuchar hablar sobre la retirada del pañal entre las familias con niños de dos o tres años. Parece que sea el tiempo, y no la madurez del menor, quien determina cuál es el momento idóneo para comenzar con este proceso tan importante y significativo en la vida de un niño. Lejos de lo que muchas veces el adulto cree, el control de esfínteres no puede forzarse, practicarse y de este modo adquirirse, sino que se trata de un hito madurativo que se da a lo largo de la infancia teniendo en cuenta diversos aspectos.
Lo primero a tener en cuenta es conocer que no existe una edad concreta o un momento generalizado para la adquisición de este hito. Y que se trata de un proceso que precisa de madurez e implicación de varios factores, tales como el sistema nervioso central, unos valores hormonales concretos, las conexiones neuronales óptimas, la madurez y coordinación muscular, conciencia corporal, predisposición por parte del menor y cierta autonomía personal, entre otros. Esto quiere decir que habrá niños que comiencen a controlar esfínteres con dos años y otros con cuatro, y ambos estarán cumpliendo con un desarrollo adecuado y esperado para su edad.
Por lo tanto, como un hito madurativo que es, el adulto no debe presionar al menor para su adquisición, sino que será mero observador del desarrollo del niño, permitiendo que siga su desarrollo natural, acompañando el proceso y propiciando un entorno favorecedor para la adquisición del mismo. Tan solo hay que esperar a que el menor se encuentre en el momento idóneo para iniciar el control de esfínteres por sí mismo, siendo él quien marque el comienzo ofreciendo diferentes signos que harán al adulto percibir que está maduro para comenzar con el proceso.
Signos que muestran que el niño está preparado para dejar el pañal:
- La primera señal es la curiosidad que muestra el niño por ver lo que hacen los demás al entrar al baño. Esta inquietud comienza cuando empieza a ser consciente de lo que hacen los adultos o los iguales al ir al baño, y comienza a querer imitar tales conductas, observando lo que hacen sus figuras de referencia, mirando lo que hay dentro del váter, tocando cada elemento del baño, como son el papel o el agua.
- El menor manifiesta tener el pañal sucio cuando hace pis o caca, y avisa para que le cambien o quiten el pañal sucio, porque le incomoda. Es más consciente de su cuerpo, del llenado de la vejiga, de la suciedad y la molestia que esto le causa y avisa para que le ayuden a solucionar su malestar.

- Comienza a haber interés del menor por sentarse en el orinal o en el váter, al inicio a modo de imitación y más adelante cuando siente el pañal sucio o tiene ganas de ir al baño.
- Otro de los signos es que el menor comienza a manchar cada vez un menor número de pañales, siendo habitual que tenga un horario fijo para hacer pis o caca.
- Habrá niños que muestren interés por comprar braguitas o calzoncillos de sus personajes animados favoritos y esto quizás pueda ayudar a que sean más partícipes aún del proceso, a la vez que se sienten importantes y pertenecientes en un hito muy significativo para ellos.
- Como todo hito madurativo, precisa de un tiempo para su adquisición, por lo que habrá niños que lo lleven a cabo en unos días y otros que necesiten de semanas para su total adquisición, y ambos casos son parte natural del proceso. Pero si existe alguna duda, es adecuado consultar con el pediatra de referencia.
El adulto es quien debe acompañar el proceso evolutivo del niño, permitiendo que sea este quien marque los tiempos, propiciando un entorno favorecedor, escuchando las necesidades del menor. Puede ser de gran ayuda preparar un aseo con ayuda del niño con todo lo que vaya a necesitar a su altura y medida, como un orinal junto al váter del adulto, una caja de pañuelos para poder limpiarse o un banquito que le permita llegar solo al lavabo para poder lavarse las manos.
Trabajar y favorecer la autonomía personal del hijo o hija es clave para acompañar este proceso. Para ello, es recomendable practicar hábitos de higiene juntos, como lavarse las manos, limpiarse, sonarse la nariz o subirse, bajarse o abrocharse prendas de ropa sencillas, como un pantalón. Es importante recalcar que el control de esfínteres diurno suele darse antes que el nocturno, siendo habitual que se dé unos meses e incluso algún año después que el primero.
No se debe olvidar que el control de esfínteres es un hito muy invasivo, en el que el adulto debe escuchar y respetar las necesidades del niño, comprendiendo que no es un capricho poder controlar el pis o la caca. El menor es un ser independiente y, si el adulto es consciente de sus procesos y tiempos, esto le proporciona autonomía y responsabilidad, además de favorecer su sentido de pertenencia, autoestima, y una toma de consciencia sobre su cuerpo y sus decisiones.
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