Mar López, pediatra y creadora de contenido: “No es bueno cortar la rabieta de un niño. Hay que enseñarle a descargarla sin hacer daño”
Con más de un millón de seguidores en redes sociales, la también autora lanza el segundo cuento de su serie dedicada a las emociones. En ‘El monstruo de las rabietas’ trata de enseñar a padres y niños a gestionar las pataletas


Para la mallorquina Mar López (Palma, 38 años) la covid fue un revulsivo que le cambió la vida. En primer lugar, porque nació su hija. En segundo, porque, por fin, tras darle vueltas durante meses, se decidió a crear un perfil en Instagram (@marlopez_pediatra) en el que informar a las familias sobre asuntos de salud infantil. La pediatra tiene hoy más de 558.000 seguidores en esta red social — cuenta con otros 778.000 en su cuenta de TikTok—. En ese momento, además, las dudas de los padres sobre el virus eran muchas: “Me llegaban consultas sobre si era conveniente o no llevar a los niños a urgencias, sobre medicación o pruebas de antígenos. Creo que responder a todas esas cuestiones me dio bastante popularidad. También que fui aprendiendo a hacer mejor las publicaciones y los reels”.
Fue así, a base de práctica y de prueba y error, como aprendió a manejar la red social y a entender qué necesitaban los padres: ideas prácticas y mensajes claros sobre los temas que más les preocupan: el sueño, la alimentación, las infecciones respiratorias en invierno y las cremas solares en verano, cómo quitarles el chupete a los niños o cómo retirarles el pañal. “También es muy habitual que me pregunten por las rabietas y los límites. He detectado que a los padres, a veces, les cuesta poner límites porque les da miedo la reacción de sus hijos”.
Cuatro años después, se lanzaba al mundo editorial con una serie de cuentos infantiles. En el primero de ellos, El monstruo de los abrazos (Beascoa, 2024), hablaba de la importancia de estas muestras de afecto, y en el segundo, publicado el pasado abril, El monstruo de las rabietas (Beascoa, 2025), trata de desmitificar las pataletas como algo negativo. “Nos han educado con el prejuicio erróneo de que hay que aguantarse la rabia. He querido hacer educación para las familias, sobre cómo gestionarlas para que no sean un suplicio ni para mí ni para mis hijos, que no supongan un problema más que les incremente el peso en su mochila el día de mañana”, explica López.
PREGUNTA. ¿Qué es la rabia?
RESPUESTA. Es una emoción más, como cualquier otra, como la alegría o la tristeza. Una emoción que sentimos todos y que si no sacamos de forma sana, y nos la quedamos dentro, puede producir ansiedad o depresión, que son la pandemia de nuestra generación.
P. Pero se asume que es una emoción mala, ¿por qué?
R. Porque nos han educado con esa idea. Cuando éramos pequeños no nos dejaban expresar nuestra rabia, porque los niños suelen expresarla pegando, empujando, gritando… Y eso se consideraba una falta de respeto hacia los padres y los abuelos. Esa es la razón de que tradicionalmente se haya tratado cortar esa emoción, sobre todo en mujeres; a los hombres se les cortaba más el llanto y la tristeza. La consecuencia es que ahora los hombres expresan más su rabia; y las mujeres su tristeza.
P. Su libro está protagonizado por una rabieta, Rabiotón, a quien un niño le enseña a canalizar la ira. ¿Cuál es la relación entre ambas?
R. Las rabietas no son más que una forma de expresar la ira. Pero al ser un niño quien las tiene, suele hacer una demostración más intensa de esa emoción, aunque es importante recordar que no son los únicos que las tienen: los adultos también sentimos rabia e incluso podemos tener rabietas.
P. ¿Tienen algún tipo de utilidad?
R. Todas las emociones tienen su función, claro. La de la rabia es defendernos o poner límites. Por ejemplo, si me empujan y siento rabia, me defiendo, es decir, pongo límites a quien me hace sentir así, a quien me hace mal. Se puede decir que la rabia ayuda a cambiar situaciones que no nos gustan.

P. ¿Es normal que las rabietas vayan acompañadas de agresividad?
R. Sí, precisamente porque son la expresión de la rabia y la ira. Por eso hay que enseñar a los niños a no utilizar esa rabia provocando daño contra otros o contra sí mismos, y se consigue dejándoles descargar esa ira, por ejemplo, pataleando contra el suelo, un cojín o un colchón blandito, saliendo a gritar al campo, rasgando papeles o telas viejas o mordiendo una pelota suave. Cada niño tiene que averiguar cuál es el sistema que le resulta más eficiente. Pero no se les puede permitir que rompan cosas, salvo si son cosas que ya tienen esa utilidad asignada.
P. Entonces, ¿cómo deben los padres gestionar las rabietas de sus hijos?
R. Mi recomendación es que nos quedemos acompañándoles mientras sacan su rabia, poniéndoles límites como no pegar, pero sin gritarles, porque en realidad no están haciendo nada malo. Y eso lo tienen que entender. Una vez se le haya ido pasando, el niño se sentirá aliviado, más relajado. Es entonces cuando podremos comunicarnos mejor con él e incluso negociar. Todo esto funciona mejor si tenemos muy claro que la rabieta no es algo que hagan contra nosotros porque no es personal.
P. ¿Qué pasa si les castigamos cuando tienen una rabieta?
R. Que capamos la rabia, lo que puede provocar que acaben sacándola contra sí mismos autolesionándose, porque pueden sentir que no valen nada, que no son importantes. Son situaciones que pueden generar problemas de depresión y ansiedad a largo plazo.
P. ¿Es buena idea abrazarles en plena rabieta?
R. Algunos padres lo hacen porque observan que a su hijo le va bien. Pero no funciona con todos los niños. Por eso recomiendo que siempre se le pregunte qué necesita.
P. ¿Si se enseña a los hijos a gestionar las rabietas, dejarán de tenerlas?
R. No, porque no se deja de sentir rabia. Simplemente, aprenderán a gestionarla de manera sana. Una de las razones es que les vamos a enseñar que esa emoción es normal, y a los padres no nos produce ni enfado, ni estrés, ni miedo. Eso sí, es una cuestión de tiempo y de práctica. Yo ya he empezado a ver los frutos en mi hija, ahora que tiene cinco años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
