Yolanda López, doctora en Educación: “Necesitamos creer en una escuela más inclusiva, más equitativa y socialmente transformadora”
La autora de ‘Educar personalizando, personalizar educando’ defiende una pedagogía que reconoce que cada alumno es único con unas características personales, familiares y académicas, lo que ofrece al menor una respuesta más adecuada a sus necesidades y ritmos de aprendizaje


Entender al alumno como un individuo único e independiente, con sus peculiaridades, con sus talentos, con sus conflictos. Este es el fin que persigue la educación personalizada. “Su objetivo principal es transformar el proceso educativo en una experiencia de formación personal, respetando las características, necesidades y potencialidades únicas de cada alumno. Esta concepción busca una educación que no solo transmita conocimientos, sino que contribuya al desarrollo integral de la persona”, explica Yolanda López Iglesias (Igualada, Barcelona, 48 años), doctora en Educación y autora del libro Educar personalizando, personalizar educando (Plataforma Editorial, 2025).
En su primer libro, la pedagoga y experta en altas capacidades ofrece una visión inclusiva de la educación. Los beneficios de las ventas van dirigidos a la asociación AFANOC para los pequeños y jóvenes que pasan por un tratamiento oncológico. “La educación personalizada se define como una concepción educativa con fines pedagógicos que está abierta a todas aquellas aportaciones que ayuden a las cualidades y las posibilidades singulares de cada menor. Si la escuela y las familias fuésemos capaces de darnos la mano, el mundo sería más inclusivo y equitativo para niños y adolescentes”, subraya la experta.
PREGUNTA. ¿Podría citar los principales beneficios de la educación personalizada para el alumno?
RESPUESTA. Los beneficios para el alumno son dos, principalmente. El primero hace referencia al reconocimiento individual. Cada niño y joven es único e irrepetible. La educación personalizada reconoce sus características personales, familiares, académicas y contextuales, lo que permite ofrecer una respuesta más adecuada a sus necesidades. Además, se consigue desarrollar al máximo el potencial del niño o joven, porque personalizar el aprendizaje implica activar todos los recursos posibles para lograr que cada estudiante alcance su desarrollo pleno, tanto académico como personal.
P. ¿Y para la propia educación, los colegios, el profesorado?
R. Personalizar no supone hacer una clase distinta para cada alumno, porque esto es imposible, sino dentro de un aula intentar dar respuesta a todos los niños y jóvenes. Desde un marco más amplio, con la educación personalizada se consigue superar la homogeneización que existe actualmente. La educación tradicional tiende a homogeneizar, es decir, asumir que todos los alumnos parten del mismo punto y deben llegar a la misma meta. Este enfoque puede favorecer a unos y perjudicar a otros. Personalizar evita este riesgo, promoviendo una educación más justa y equitativa. La no personalización supone dejar de ofrecer a cada uno lo que realmente necesita. Y necesitamos creer en una educación más inclusiva, más equitativa y socialmente transformadora.
P. ¿Cuáles son los obstáculos que impiden su implantación o los desafíos que debe enfrentar?
R. Las quejas de los profesionales del mundo educativo van relacionadas muchas veces a la falta de tiempo y especialmente a la falta de recursos y de formación para poder atender todas las necesidades que podemos encontrar en el sistema educativo. A los docentes se les exige atender una amplia variedad de necesidades (como TEA, dislexia, altas capacidades, trastornos de conducta, entre otras), además de abordar temas como la educación sexual, el uso responsable de las tecnologías o la prevención de adicciones. La solución sería poder acompañar y formar a este profesorado para que se conviertan en personas que puedan guiar y acompañar a todos los alumnos con los recursos necesarios para ofrecer a cada uno lo que necesita.
P. ¿Qué agentes deberían estar implicados para una correcta implantación?
R. Hay que involucrar a muchos agentes, a todos aquellos que forman parte de una comunidad educativa. Por supuesto, al alumnado, al profesorado y también a las familias. Porque ahí, trabajando todos juntos, abandonaremos la igualdad y optaremos por la equidad, que es entender que no todos los alumnos necesitan lo mismo ni aprenden de la misma forma. Supone entender también que cada alumno es único, que presenta unas particularidades y que hay que intentar darles respuesta para ofrecerles lo que más necesitan. La educación personalizada reconoce que no todos aprenden de la misma manera ni al mismo ritmo, y adapta la enseñanza a esa diversidad.

P. ¿Y cómo se consigue eso?
R. Involucrando a las familias, utilizando diferentes metodologías y recursos, potenciando una evolución formativa y formadora que posibilite la transmisión de conocimientos y valores. Porque la escuela debería promocionar la diferencia y no esconderla. Para ello, necesita el trabajo de alumnado, profesorado y familia. Hay que darse la mano creando realmente una comunidad educativa.
P. ¿Y cuál es el papel del alumno?
R. El alumno se convierte en el gran responsable de su aprendizaje. Por ello, la personalización le anima y le motiva y le ayuda, pero también le exige una disciplina, una rigurosidad, una perseverancia. Ponemos al niño o al joven en el centro para acompañarlo en la gran aventura que es aprender, pero huyendo de cualquier tipo de sobreprotección, porque un estilo sobreprotector anula el desarrollo y hace que las personas sean débiles.
P. ¿La educación personalizada y el desarrollo del talento van de la mano?
R. Van muy unidos, porque la personalización de aprendizaje favorece el desarrollo del talento de cada estudiante. El desarrollo sistemático de las capacidades de cada alumno exige fuerza de voluntad, confianza. Por eso necesitamos un sistema educativo que dé respuesta a las necesidades, pero que también detecte las capacidades y talentos de los niños y jóvenes, que se motive la curiosidad y permita a cada alumno llegar tan lejos como pueda, sin comparaciones, sin etiquetas, sin ignorar que cada menor aprende de manera distinta en ritmo, en amplitud y en profundidad.
P. ¿Cómo afectaría a las emociones del alumno?
R. Personalizar el aprendizaje implica este desarrollo del talento no solo académico, sino también socioemocional, porque se respeta su contexto, se intenta dar respuesta a sus necesidades y se refuerzan todas aquellas capacidades o talentos que pueda tener para hacerlo. Así, el alumno se hace responsable de su aprendizaje porque nadie puede aprender por él. Tiene que tener grandes acompañantes, que son el profesorado y, por supuesto, la familia. Y todo este trabajo continuo, riguroso, perseverante hará que sea más autónomo, pueda encararse a situaciones que creen frustración y que eso haga que vaya potenciando todo su autoestima, su autoconcepto.
P. ¿Qué papel podrían tener los padres y madres en este proceso?
R. Las familias son los primeros en identificar qué capacidades tienen sus hijos, también qué necesidades tienen, y son los primeros que pueden adquirir este rol de guía, de colaboradores, juntamente con la escuela. Así conocerán las fortalezas, las necesidades y podrán facilitar la respuesta que necesitan.
P. ¿Cómo se puede potenciar el desarrollo del talento en casa?
R. Primero, conociendo a cada hijo y a cada hija, sabiendo cuáles son sus potencialidades, cuáles son sus necesidades y el acompañamiento de ellas. Dándole respuesta se favorecerá este desarrollo personal y académico que se merece cada alumno. Un alumno que, como insisto, en este desarrollo del talento se le acompaña, se le motiva para el aprendizaje, pero también se le exige compromiso y motivación. Y para ello necesitamos acercarnos a una personalización que cree en la alegría de vivir y en la alegría de aprender.
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