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Columna
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La Memoria Vinculante

Política de barrio frente al abandono institucional

El entonces concejal de Urbanismo de Madrid, Adolfo Pastor, discute con Félix López-Rey en agosto de 1984.
Jimena Marcos

Conocí a Francisca Molina y María Sierra ―Paquita y Mari― en el barrio de Las Domingueras, en Vallecas, para un reportaje para El País Semanal. Llegaron de Daimiel (Ciudad Real) y Lumbrales (Salamanca) a una periferia madrileña que, por aquel entonces, estaba repleta de barro. El marido de una había comprado la casita enfrente de la que había construido el marido de la otra. “Ahora nosotras somos chaboleras aunque buenos dineros se están dando ahora por estas casas”, me dijo Mari. “Pero no nos vamos a ir”, añadió.

Las Domingueras, que fue construida durante los domingos por los vecinos, nació del Plan Nacional de Vivienda de 1955, que aprobó la creación de los poblados dirigidos en Madrid en las zonas de Almendrales, Canillas, Caño Roto, Entrevías, Fuencarral, Manoteras y Orcasitas. Una parte de estos poblados fueron reabsorbidos por la ciudad durante el boom inmobiliario de los años setenta y ochenta; otros, se quedaron prácticamente tal y como se construyeron. “En este bloque ya no quedan hombres antiguos”, me contó Mari. “Nos cuidamos entre nosotras”.

Ese “no quedan hombres antiguos” me asustó como me asusta que desaparezcan los últimos testigos de la Guerra Civil. Me acordé de la Memoria Vinculante. De cómo, en octubre de 1973, mujeres con bolsas de la compra, jubilados con la boina en la mano y cientos de vecinos de Orcasitas se plantaron en la Audiencia Nacional para escuchar al abogado Eduardo García de Enterría defender que la memoria de los planes de urbanismo del Plan Parcial era un documento en sí mismo que debía cumplirse.

Es decir, evitar ser expulsados por el hormigón porque el Ayuntamiento tenía el compromiso de realojar a las familias afectadas por las expropiaciones del barrio en las nuevas casas que iban a construir en esos mismos terrenos. Esta lucha la encabezó un hombre antiguo, el presidente de la Asociación de Vecinos de Orcasitas, Félix López-Rey.

López-Rey, que lleva toda una vida dedicada a la lucha vecinal y, en los últimos años, desde dentro del grupo municipal Más Madrid, anunció el 15 de julio que dejaba de su acta como concejal del Ayuntamiento. Es posible que López-Rey no vaya a desaparecer del todo (como tampoco han desaparecido Pepe Molina o Paco Pérez en Vallecas), de repente me asusté un poco.

“Me da igual izquierda o derecha, son todos iguales” es una frase que se escucha y lee cada vez más. La dana, el caso Errejón, Cerdán, Montoro, Koldo, Alberto González Amador... Cada vez que aparece un nuevo de caso de corrupción, brotan nuevos hombres apolíticos y, por tanto, nuevos fascistas.

Llegamos a julio agotados de tanta politics (dinámicas de poder y lucha entre partidos) y tan poca policy (políticas públicas y medidas concretas). Pero como la memoria es vinculante ―ya siento el juego cutre de palabras― aprovecho esta última columna antes de las vacaciones para recordar que Madrid lo construyeron y lo lucharon siempre hombres y mujeres como Paquita, Mari, Pepe o Paco. Mujeres y hombres que, como Félix López-Rey, hicieron política desde la calle y junto a quienes viven en ella.

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Sobre la firma

Jimena Marcos
Periodista en EL PAÍS Audio. Trabajó como editora jefa en Podium Podcast y como guionista en programas de TVE y Movistar+. También ha colaborado con Producciones del K.O, Carne Cruda, Radio 3, La Coctelera y Adonde Media.
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