Aznar y Rajoy se reconcilian en el congreso del PP para lanzar la campaña electoral de Feijóo
Ambos expresidentes, enfrentados durante años, coinciden en dar por acabada la legislatura y lanzar graves acusaciones contra el Gobierno, como que planea un referéndum en Cataluña

Quiso el destino que Mariano Rajoy y José María Aznar volvieran a juntarse en un escenario el mismo día que lo hacían, después de 16 años de trifulcas, los hermanos Gallagher, componentes de Oasis. La ocasión la brindó el 21 Congreso Nacional del PP, pistoletazo de salida de la campaña electoral en la que ya vive el partido. El abrazo quedó algo forzado ―les faltaban años de ensayo―, pero su mensaje, como obedientes teloneros al servicio de Alberto Núñez Feijóo, fue uniforme gracias al pegamento que ha brindado a las siglas la delicada situación del PSOE tras el encarcelamiento de su secretario de Organización, Santos Cerdán. De hecho, ambos llegaron a afirmar que el siguiente paso del Gobierno sería facilitar un referéndum de autodeterminación en Cataluña, lo que sería inconstitucional, como ha recordado el Gobierno en múltiples ocasiones.
Después de que Aznar no fuera invitado a otros cónclaves como este por “el desdén” con el que había tratado a su partido y al líder al que él mismo había nombrado sucesor (Rajoy); después de que renunciara a la presidencia de honor del PP para mantener su “independencia”, es decir, para poder criticar a gusto ―como si en algún momento ese cargo le hubiera cohibido―; y después de que anunciase que su fundación, FAES, se divorciaba de la formación política a la que había estado ligado durante más de dos décadas, este viernes, en el 21 congreso del PP todos echaron pelillos a la mar y FAES ocupaba un estand del pabellón de Ifema, “la plaza de las ideas”. La debilidad del rival y el convencimiento cada vez más extendido en el partido de que tarde o temprano habrá adelanto electoral, han unido lo que parecía irreconciliable en el PP.
Ambos llegaron al escenario atravesando el tradicional pasillo de aplausos, abrazos y cachetes de desconocidos. Xavier García Albiol, presidente del cónclave, los presentó como “dos liderazgos distintos, pero complementarios” y presumió de que el PP sí podía “invitar a todos” sus “expresidentes”, cosa que no era verdad porque Aznar no fue invitado a uno y pidió no acudir a otro. A partir de ese momento, los discursos de los que probablemente sean los últimos líderes que dirigieron el partido durante 14 años —porque ni las legislaturas ni los liderazgos duran ya lo que duraban— fundieron sus discursos para proclamar el fin de la legislatura, regodearse en la crisis del PSOE y presentar al PP de Alberto Núñez Feijóo como el gran salvador.
Aznar definió al Gobierno que ocupa actualmente La Moncloa como “un escenario de cartón piedra que se está desmoronando”; Rajoy usó el símil de un “búnker”: “Están atrincherados porque saben que el día que convoquen elecciones se irán a su casa”. El primer presidente del país que tuvo el PP (1996-2004) planteó que en los próximos comicios España se juega “la continuidad histórica de la nación y la vigencia de la Constitución” [en su momento, el texto dividió a los votantes de AP, que no la respaldaron por unanimidad] y consciente, él mismo, de que el España se rompe podía sonar a un viejo estribillo porque se había dicho “otras veces”, explicó que ahora la situación es más grave que nunca. El segundo presidente del Gobierno con el PP, en la misma línea, aseguró que esta legislatura nunca había debido “arrancar” porque había comenzado con el “chantaje” de Junts, en alusión a la ley de amnistía. Aznar arrancó, por su parte, los primeros aplausos del público al sugerir que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acabará en prisión: “Si negocias presupuestos en una prisión, te asocias con presidiarios y te juntas con delincuentes, no te extrañe acabar en la cárcel porque ese es tu ambiente”. Uno de los momentos más celebrados del discurso de Rajoy fue cuando, después de insistir en la seriedad del PP como partido de Estado, despreció al Tribunal Constitucional por haber avalado la ley de amnistía: “Si los españoles lo ven como una sucursal del Gobierno es porque así lo han querido”.
Ambos realizaron, sin citarlos directamente, veladas alusiones a Vox y la presión que ejerce sobre el partido. Aznar pidió, una vez que los populares ocupen de nuevo el poder, que no les mueva el “afán de revancha”. “Un nuevo sanchismo con el logo del PP sería como combatir el extremismo con otro extremismo y nosotros nunca hemos sido extremistas. Tenemos que ser lo que siempre hemos sido”, dijo. Rajoy se mostró de acuerdo y advirtió de los “energúmenos de distinta condición que han encontrado su paraíso” en el espectáculo de la política diaria. La simbiosis entre los discursos de los expresidentes fue tal, que al final del suyo fue Aznar quien pronunció una frase rajoyana: “Pues voy a decir que me he quedado muy a gusto”. Era un síntoma más de la euforia a la que ha llegado el PP a este congreso tras la crisis del PSOE por el escándalo del caso Cerdán.
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